La economía global atraviesa vientos cruzados turbulentos, un fenómeno que marca el escenario económico de cara a 2024. Los jefes de economía congregados por el Foro Económico Mundial (WEF, según su sigla en inglés) presentaron sus perspectivas sobre la situación del orbe. Los especialistas analizan las tendencias clave de la economía global, incluidas las últimas perspectivas de crecimiento, inflación, deuda pública, política monetaria y fiscal, en el informe de septiembre de 2024.
El reporte se basa en las perspectivas individuales y colectivas de un grupo de economistas destacados a través de consultas y una encuesta. “Aunque la mayoría de los economistas jefes encuestados (54%) espera que las condiciones económicas globales permanezcan estables durante el próximo año, muchos también anticipan un debilitamiento (37%) frente a aquellos que predicen un fortalecimiento (9%)”, señala el documento.
Expectativas
Una de las razones para el optimismo cauteloso es el lento pero constante descenso de la inflación, lo que ha permitido que las políticas monetarias comiencen a flexibilizarse. Sin embargo, este crecimiento global, aún por debajo de las expectativas históricas, viene acompañado de un panorama geopolítico volátil, que podría socavar la capacidad de los gobiernos para implementar políticas efectivas en diversas áreas clave.
El informe resalta que las elecciones presidenciales de Estados Unidos, previstas para noviembre de 2024, son uno de los factores que podrían desestabilizar el panorama económico global. “Ocho de cada diez economistas jefes están de acuerdo en que el resultado de las elecciones estadounidenses tendrá un impacto significativo en la política económica global”, según la encuesta del WEF.
El nerviosismo de los mercados financieros, exacerbado por estos vientos cruzados, se reflejó de manera dramática en agosto de 2024. La combinación de una subida inesperada de los tipos de interés en Japón y un repunte del desempleo en Estados Unidos desató temores de una recesión inminente. Durante esos días, el índice S&P 500 cayó más del 5%, mientras que el índice TOPIX de Japón se desplomó en más de un 20%, siguiendo la información presentada por el WEF. Aunque este impacto fue parcialmente revertido a mediados de agosto, las fluctuaciones financieras continúan reflejando un alto grado de incertidumbre y complejidad.
Geopolítica
A las preocupaciones internas en Estados Unidos se suma el aumento de las tensiones geopolíticas, particularmente entre las superpotencias China y Estados Unidos. Estas fricciones no solo incrementan el riesgo de conflictos armados, sino que también dificultan la colaboración económica global, lo que impacta negativamente en el comercio y la inversión extranjera directa. Según el informe, las tensiones geopolíticas fueron uno de los factores responsables de una caída del 10% en la inversión extranjera directa global en 2023.
Además, las interrupciones en las rutas marítimas comerciales entre Asia Oriental y el norte de Europa, derivadas de ataques en el Mar Rojo, duplicaron los costos de envío en tan solo tres meses. Estos eventos destacan la creciente vulnerabilidad de las cadenas de suministro globales frente a perturbaciones geopolíticas.
El informe del WEF muestra un marcado contraste en las expectativas de crecimiento económico entre las diferentes regiones del mundo. El Sudeste Asiático se presenta como un “claro ganador”, con el 70% de los economistas jefes pronosticando un crecimiento fuerte o muy fuerte en 2024 y 2025, gracias a la pujante economía de India. Mientras tanto, Europa sigue siendo el “rezagado regional”, con tres cuartas partes de los encuestados anticipando un crecimiento débil este año.
China, tradicionalmente uno de los motores de crecimiento, continúa siendo un caso atípico. Casi el 40% de los encuestados espera un crecimiento débil o muy débil en China para 2024 y 2025, extendiendo un período prolongado de resultados económicos decepcionantes debido a problemas estructurales en el mercado inmobiliario y presiones deflacionarias.
Tormenta en ciernes
El panorama económico global enfrenta un pronóstico complicado, caracterizado por un empeoramiento de las dinámicas de deuda, desafíos fiscales y un entorno económico de bajo crecimiento que está presionando las finanzas de países tanto desarrollados como en desarrollo, según el informe WEF.
La deuda pública se ha disparado en los últimos cinco años, exacerbando los riesgos para la estabilidad macroeconómica. La mayoría de los economistas jefes encuestados considera que los actuales niveles de deuda pública representan una amenaza seria. Un 53% señala que esto afecta a las economías avanzadas, mientras que un 64% identifica esta preocupación en los países en desarrollo. Este incremento de la deuda ha sido especialmente pronunciado desde la pandemia de Covid-19, que impulsó el gasto gubernamental para mitigar los efectos económicos de la crisis sanitaria.
En 2023, la deuda pública global como porcentaje del PIB se situó en 93.2%, un aumento significativo frente al 84.2% registrado en 2019. Si bien algunos países experimentaron una caída de sus niveles de deuda en 2021 y 2022, esta tendencia se revirtió en 2023 debido a la caída de los ingresos fiscales y la desaceleración económica. Además, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte que, debido a que 2024 es un año electoral en varias economías clave, se espera que muchos gobiernos adopten posturas fiscales más relajadas, lo que podría empeorar aún más las condiciones de deuda.
Economías emergentes
Las economías emergentes y en desarrollo son las más vulnerables a las dinámicas actuales de deuda. Entre 2019 y 2023, la deuda en estos países aumentó del 55% al 68% del PIB, remarca el reporte del WEF. Para algunos países, este aumento de la deuda se ha traducido en dificultades extremas para gestionar sus finanzas públicas. Un ejemplo dramático es Kenia, donde los pagos de intereses de la deuda absorbieron casi el 60% de los ingresos totales del gobierno, lo que provocó una crisis social que resultó en la muerte de más de 20 personas durante disturbios en junio de este año.
Además, un 39% de los economistas jefes encuestados prevé que aumentarán los casos de incumplimiento soberano en las economías en desarrollo, lo que podría desencadenar un efecto dominó en otras naciones. En comparación, solo un 9% espera un aumento de los incumplimientos en las economías avanzadas.
Políticas fiscales
El aumento de los tipos de interés ha exacerbado los desafíos relacionados con la deuda. En 2024, más de 50 países en desarrollo dedicaron más del 10% de sus ingresos al servicio de la deuda. Este escenario ha puesto en jaque la capacidad de los gobiernos para financiar sectores críticos como la salud o la educación. Actualmente, alrededor de 3.300 millones de personas viven en países donde los pagos de intereses superan el gasto en servicios.
Incluso en las economías avanzadas, los costos de la deuda están afectando de manera significativa el gasto público. En Estados Unidos, se prevé que los pagos de intereses de la deuda asciendan a $us 870.000 millones en 2024, superando por primera vez el gasto en defensa, que se estima en $us 822.000 millones.
El informe también alerta sobre la necesidad urgente de una consolidación fiscal en muchos países para estabilizar sus economías. Sin embargo, lograr este objetivo será un desafío monumental, especialmente en economías avanzadas, donde las demandas políticas para aumentar el gasto público complican cualquier intento de ajuste. Según los economistas encuestados, solo el 9% espera que la consolidación fiscal sea una prioridad en las economías avanzadas, mientras que en los países en desarrollo esta cifra asciende al 24%.
El escenario fiscal se complicará aún más en los próximos años debido a los costos adicionales derivados de desafíos estructurales como el cambio climático, el envejecimiento poblacional y las políticas industriales. Se espera que, para 2030, los gobiernos gasten entre el 7% y el 9% del PIB adicional cada año para abordar estos problemas.
Desafíos
El mundo enfrenta un reto de gran magnitud: alcanzar un crecimiento económico más equilibrado y sostenible en un contexto de crisis múltiples. Según dice el informe del WEF, los responsables de políticas deben abordar desafíos estructurales como la desigualdad económica, el cambio climático y la cohesión social. Sin embargo, solo el 12% de los economistas encuestados considera que los gobiernos están logrando equilibrar estos objetivos de manera adecuada.
El informe subraya que los formuladores de políticas ya no pueden centrarse exclusivamente en impulsar el crecimiento del PIB. En su lugar, deben equilibrar este objetivo con la promoción de un crecimiento inclusivo y sostenible. Este enfoque tiene como objetivo minimizar el impacto ambiental del crecimiento y evitar que ciertos sectores de la sociedad queden rezagados. “Cerca de dos tercios de los economistas jefes coinciden en que los responsables de políticas deben priorizar el crecimiento económico, pero también deben hacer progresos en otras metas clave, incluso si esto implica un freno en el crecimiento”, indica el documento del WEF.
Tiempos turbulentos
Dos de los principales obstáculos para lograr este tipo de crecimiento son la falta de consenso político y la ausencia de colaboración global efectiva. El 91% de los economistas encuestados cree que la falta de voluntad política o de consenso es el mayor impedimento para alcanzar un crecimiento más equilibrado. Este desafío no se debe tanto a la oposición pública, sino a la falta de liderazgo y a una creciente polarización política. En segundo lugar, la falta de colaboración a nivel global es señalada por el 67% de los economistas como otro factor que dificulta la consecución de este objetivo.
Además, el informe destaca que la actual falta de colaboración internacional podría tener consecuencias significativas en áreas clave como la lucha contra el cambio climático, la preparación ante futuras pandemias, el comercio y la estabilidad financiera global. Los economistas consideran que estas cuestiones requieren respuestas coordinadas que trasciendan las fronteras nacionales, pero advierten que los esfuerzos por mejorar la cooperación global están siendo socavados tanto por tensiones políticas internas como por conflictos geopolíticos. De hecho, el 83% de los encuestados cree que las tendencias políticas internas minarán la cooperación global, mientras que el 91% señala que las tensiones geopolíticas jugarán un papel similar.
Políticas
Uno de los dilemas más acuciantes para los responsables de políticas es cómo conciliar el crecimiento económico con la sostenibilidad ambiental. Mientras que solo el 12% de los economistas encuestados ve una disyuntiva significativa entre el crecimiento y la igualdad económica, el 44% cree que existe un conflicto claro entre el crecimiento y la sostenibilidad ambiental.
El debate sobre esta cuestión sigue dividido. Los pesimistas señalan que, a pesar de los avances tecnológicos, las emisiones globales de gases de efecto invernadero continúan aumentando. Por su parte, los optimistas confían en que la transición hacia tecnologías verdes fomentará un crecimiento más sostenible, sin sacrificar los objetivos de desarrollo económico.
El informe señala que los responsables de políticas tienen la oportunidad de encontrar sinergias entre el crecimiento económico y otros objetivos clave, como la sostenibilidad. Entre las áreas con mayor potencial para impulsar un crecimiento equilibrado destacan la transición verde, la inteligencia artificial y la educación. Estas áreas no solo ofrecen oportunidades para fomentar la innovación y el desarrollo, sino que también permiten mitigar los impactos negativos de un crecimiento no sostenible.
En este sentido, el informe destaca la importancia de la “transición verde” como el sector más prometedor para generar crecimiento y, al mismo tiempo, reducir el impacto ambiental.