Bolivia y los BRICS: entre expectativas y realidades
El economista boliviano Horst Grebe matiza el optimismo del oficialismo y avizora los desafíos que emergen en el horizonte.
En un mundo marcado por crecientes tensiones geopolíticas y reordenamientos económicos, la reciente cumbre de los países del grupo BRICS (acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) ha capturado la atención global. La cita, celebrada en Kazán, Rusia, no solo destacó por su significativa asistencia, sino por la oportunidad que brindó para reconfigurar las dinámicas del poder internacional. Horst Grebe, economista boliviano y acucioso observador de la política internacional, ofrece una visión aguda sobre los resultados de este encuentro y su repercusión en el orden mundial.
En una entrevista exclusiva con la Razón, Grebe comenzó señalando la relevancia del evento, al que describió como «la cumbre de Putin». Este calificativo, explicó, se debe a la capacidad del presidente ruso de atraer una notable asistencia, a pesar de las circunstancias adversas que enfrenta, incluyendo condenas pendientes de la Corte Penal Internacional. “No es en absoluto una noticia menor que una persona con juicios internacionales logre una presencia de veinte mil personas y más de treinta delegaciones de diferentes países”, comentó el especialista, subrayando la importancia del evento, que coincidió temporalmente con las reuniones del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en Washington, las cuales recibieron mucho menos atención mediática.
Un contexto turbulento
Uno de los puntos clave en la interpretación de Grebe sobre el impacto de la cumbre es el contexto geopolítico actual, especialmente en relación con el conflicto en el Medio Oriente. “Las masacres de Israel… han llegado ya a un número de cuarenta mil víctimas en la franja de Gaza, principalmente niños”, afirmó, destacando la expansión del conflicto a Líbano y la posibilidad de una confrontación con Irán, lo cual ha generado un creciente rechazo mundial. Según Grebe, este escenario ha propiciado un respaldo hacia la convocatoria de Putin, quien logró proyectar el evento como un éxito en términos de respaldo internacional.
Sin embargo, Grebe también advirtió que estamos en un «momento muy complejo de las relaciones internacionales», comparando la situación actual con los años posteriores a la Guerra Fría. A diferencia de épocas pasadas, donde los alineamientos internacionales estaban más definidos, hoy el futuro se mantiene incierto y dependerá de la evolución de varios conflictos en curso. Además, destacó la importancia de las próximas elecciones presidenciales en los Estados Unidos como un factor determinante en la política internacional, ya que el resultado podría modificar la postura estadounidense hacia estos eventos internacionales.
Horst Grebe en entrevista
Dinámicas en los BRICS
Uno de los aspectos más destacados de la cumbre fue la presencia de figuras como Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, y Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina, cuya participación causó gran sorpresa. Según Grebe, Guterres introdujo temas críticos que los participantes, incluidos Putin, no pudieron ignorar. Además, Abbas recibió un fuerte respaldo, logrando un apoyo significativo, lo cual marca un punto de inflexión en la relación entre los BRICS y la causa palestina.
En el caso de la participación de Venezuela y su líder, Nicolás Maduro, Grebe fue claro en señalar que Brasil vetó la incorporación de Venezuela y Nicaragua como miembros plenos, demostrando que, dentro del grupo, existen tensiones políticas internas que no deben ser subestimadas. Este veto es particularmente relevante porque revela las dinámicas de poder que operan dentro de los BRICS y las restricciones que pueden enfrentar nuevos países que buscan integrarse.
El papel de los BRICS
Durante la entrevista, Grebe destacó que los BRICS representan una respuesta al orden internacional vigente, que tradicionalmente ha estado dominado por las instituciones de Bretton Woods, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. “Lo que empezó a cuajar desde comienzos de la década pasada… ha sido reformar la gobernanza internacional”, explicó. La crítica a la hegemonía occidental ha sido un factor unificador dentro de los BRICS, cuya meta es desafiar el sistema de poder que ha prevalecido desde la Segunda Guerra Mundial.
Este grupo de economías emergentes ha logrado una notable tasa de crecimiento en los últimos años, en comparación con los países del G7. Según Grebe, “las economías de los BRICS tienen una tasa de crecimiento anual promedio de los últimos 10 años entre 4 y 6 por ciento, mientras que los del G7 apenas alcanzan entre el 1.5 y 2.5 por ciento”. Aunque el G7 sigue dominando en términos de PIB nominal, los BRICS han superado al G7 en términos de paridad de poder adquisitivo, un indicador clave en las comparaciones económicas internacionales.
Desdolarización
Un aspecto que ha captado considerable atención es el intento de los BRICS de crear un mecanismo alternativo para las transacciones financieras internacionales, el llamado BRICS Pay. Según Grebe, este mecanismo responde a la necesidad de los países del bloque de eludir las sanciones económicas impuestas por Occidente. Aunque no implica la creación de una nueva moneda, facilita las transacciones en monedas nacionales, lo cual debilita el monopolio del dólar en el comercio global.
“El dólar es una herramienta muy poderosa en manos de los Estados Unidos”, señaló Grebe, y los esfuerzos de desdolarización representan tanto una respuesta a la hegemonía estadounidense como una estrategia para reducir la vulnerabilidad frente a las sanciones económicas. Sin embargo, advirtió que no se debe esperar una implementación rápida de mecanismos como el BRICS Pay, y que su efectividad aún está por verse, especialmente en países como Bolivia, que ha sido recientemente incorporado como «socio» del bloque.
Bolivia y el grupo BRICS
La reciente incorporación de Bolivia al BRICS como país socio ha despertado expectativas y discursos optimistas desde el gobierno de Luis Arce. Durante la cumbre en Kazán, Rusia, el mandatario manifestó su entusiasmo ante la posibilidad de que el país aproveche este espacio internacional para acelerar la industrialización de sus recursos naturales, en particular el litio. No obstante, Horst Grebe ofrece una perspectiva más crítica y matizada sobre las oportunidades reales y los desafíos que enfrenta Bolivia en su relación con el grupo.
Para Grebe, es importante destacar que Bolivia aún no es un miembro pleno del BRICS, sino un país socio. Esta categoría no otorga los mismos derechos ni acceso a los mecanismos de toma de decisiones que disfrutan los miembros plenos. “Estamos en la puerta, no hemos entrado todavía”, puntualiza el analista, señalando que Bolivia, junto con otros 11 países, ha sido admitida en una categoría de socios que todavía está en proceso de definirse claramente dentro de la estructura del BRICS. Esta diferencia es sustancial, ya que limita el nivel de influencia de Bolivia en las deliberaciones estratégicas del grupo y en la distribución de beneficios inmediatos, como el acceso preferencial a financiamiento o la participación en proyectos clave.
Una de las principales promesas del gobierno de Arce es que la participación de Bolivia en los BRICS facilitará el acceso a fondos del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), la institución financiera del grupo que busca contrarrestar la influencia del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, Grebe advierte que el acceso a estos fondos no será automático ni inmediato. “No es estirar la mano y recibir fondos”, aclara, recordando que este tipo de financiamiento requiere una serie de condiciones y procesos que Bolivia debe cumplir.
Oportunidades
Además, Bolivia ya ha intentado previamente diversificar sus fuentes de financiamiento y comercio mediante mecanismos como los swaps de divisas con China, en los cuales se acordó el uso del yuan en transacciones comerciales. No obstante, estos mecanismos no han demostrado ser tan efectivos como se esperaba. Grebe señala que, en el caso de Bolivia, estos acuerdos “tampoco han funcionado muy fácilmente”, lo que arroja dudas sobre si la integración en los BRICS será suficiente para mejorar la estabilidad económica del país o reducir su dependencia del dólar.
Otro aspecto clave que plantea Grebe es la persistencia del extractivismo en la visión de desarrollo económico del país. El gobierno boliviano sigue apostando fuertemente por la explotación de recursos naturales como el litio, un recurso que ha atraído la atención de múltiples actores globales, incluyendo a China y Rusia, que ya tienen acuerdos para la industrialización del litio en Bolivia. Sin embargo, Grebe critica esta estrategia por su enfoque de corto plazo, ya que perpetúa la dependencia del país en la exportación de materias primas, sin avanzar significativamente hacia la diversificación económica o la creación de valor agregado local.
Rusia
Grebe también cuestiona el exceso de optimismo en torno a la relación con Rusia. Según su análisis, el respaldo de Putin a Bolivia no responde a un interés estratégico profundo, sino a una necesidad de Rusia de sumar aliados en América Latina, una región donde Moscú tiene pocos socios influyentes, salvo Brasil y, en menor medida, Cuba. Este tipo de apoyo puede generar expectativas desmesuradas en Bolivia sobre los beneficios reales de la participación en los BRICS, cuando en realidad estos dependerán más de las políticas internas que el país implemente para aprovechar su posición.
Así, la incorporación de Bolivia a los BRICS como país socio abre algunas puertas en el escenario internacional, pero las oportunidades reales están lejos de ser automáticas o inmediatas. El éxito de Bolivia dentro del BRICS dependerá en gran medida de su capacidad para formular políticas económicas coherentes, evitar caer en nuevos ciclos de dependencia extractivista, y construir alianzas regionales que fortalezcan su posición en las negociaciones internacionales. La entrada en los BRICS es un paso, pero la transformación económica sostenible del país requiere mucho más que un cambio en las alianzas geopolíticas.
El futuro de los BRICS
Grebe concluyó la entrevista resaltando la importancia de trabajar en la consolidación de mecanismos regionales de integración, como el Mercosur, para que América Latina pueda negociar en mejores condiciones con los BRICS y otras potencias internacionales. A su juicio, “uno por uno, los países son muy débiles”, y la única forma de que la región tenga una influencia real en la geopolítica es mediante la cooperación regional. El análisis de Horst Grebe sobre la cumbre de los BRICS ofrece una perspectiva profunda y detallada sobre cómo este grupo de naciones emergentes está moldeando un nuevo orden mundial, desafiante y multipolar. A medida que el mundo avanza hacia una mayor fragmentación, eventos como esta cumbre destacan la importancia de los BRICS como un actor clave en el escenario global, y su capacidad para ofrecer una alternativa viable al sistema internacional actual.