Domingo de elecciones en Colombia. Salvador, un hombre de mediana edad, bizco y casado con una mujer mucho más joven que él, sale temprano de casa para trabajar en sus sembradíos de maíz. Parece que Salvador no le da ninguna importancia a las elecciones para alcalde del pueblo de Andalucía: para él es un día cualquiera. Sin embargo, la normalidad se quiebra cuando descubre una pila de cadáveres en medio de los sembradíos.

A través de esta imagen, Todos tus muertos de Carlos Moreno radicaliza las formas de representación de la violencia en Colombia. Es fundamental el contexto de esta imagen, el día de elecciones. Las imágenes de noticieros en la televisión, la radio y las campañas que toman el pueblo, hablan de un país en el que la política ha sido esencialmente cifra de una pérdida: la de la libertad y la vida. Cuando Salvador descubre los cadáveres, corre al pueblo para denunciar la masacre con el alcalde y el comandante. Después de idas y venidas, Salvador va con ambas autoridades al lugar: los muertos deben desaparecer, la muerte —como la vida de la que ésta da cuenta— debe permanecer invisible.

Hacer invisible a la muerte —dejarla oculta en medio de unos sembradíos— es la premisa que toma el film de Moreno para plantear otra, radicalmente opuesta. Los muertos están vivos, deben estar vivos, dejar de ser invisibles. Es así que la surreal imagen de la pila de muertos deviene en una suerte de denuncia, cuando estos cuerpos literalmente se ponen de pie y observan lo que ocurre alrededor. Como una raza de zombies que recuerdan aquello que ha sucedido y el mundo quiere encubrir, los cuerpos muertos interpelan el presente y lo quiebran, mostrando la profunda herida de la violencia en la historia reciente de Colombia.

Muertos vivos en un país profundamente dividido, los personajes del film hablan de una pérdida: la alteridad de la muerte, encarnada en estos cuerpos, ha perdido su lugar exorbitado al invadir el espacio cotidiano, definiéndolo. La muerte ya no representa lo otro, y todos los muertos hablan por aquellos vivos que buscan enterrarlos para siempre.

Películas en pocas palabras

La vida útil (estreno sala Butaca Uno)

Jorge tiene 45 años. Vive con sus padres, es soltero y trabaja hace 25 años en la Cinemateca Uruguaya. Es el programador, el proyeccionista, el maestro de ceremonias y el conductor de un programa de radio sobre cine. Alguna vez arregla las butacas de las salas e invita a Paola a ver una que otra película. La poco sorpresiva cotidianidad de Jorge se quiebra cuando la Cinemateca alcanza una crisis económica de la que no puede salir. Jorge, enamorado y desempleado, deberá aprender a vivir más allá del cine. Pero también, y siempre, con él. En el segundo film del uruguayo Federico Veiroj, el cine es la vida misma. Lo es en cuanto abandona cualquier indicio de espejo y encarna en el lento caminar de un hombre que no piensa su vida sino en un rollo de película. En blanco y negro, y con un ritmo que sigue con paciencia y cariño al personaje principal, la película es un cuento de cine: no un homenaje ni una puesta en abismos, sino una historia posible al interior del cine como lugar y geografía de la experiencia estética. Mary Carmen Molina E.

Aniceto (cine latinoamericano)

A Leonardo Favio se lo conoce más como cantante popular. Sin embargo, este argentino de 74 años ha desarrollado a lo largo de su vida una muy interesante carrera como director de cine. El largometraje Éste es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más… (1966) está considerado como uno de los mejores de la historia cinematográfica argentina. Este film es reinterpretado por el propio Favio en 2008, en una nueva obra titulada simplemente Aniceto. Aquí, la historia del triángulo amoroso de Aniceto, Francisca y Lucía se traduce en una obra de danza contemporánea, en la que Hernán Piquín (destacado bailarín del Teatro Colón), Natalia Pelayo y Alejandra Baldoni dan vida a los personajes. Con extraordinaria delicadeza, Aniceto nos hace guiños a la pintura del romanticismo y con un manejo de luz extraordinario se convierte en una preciosa obra. Una joya del cine latinoamericano. Claudio Sánchez

Enterrado (salas comerciales)

Después de un exitoso estreno en el Festival de Sundance de 2010, el film del español Rodrigo Cortés llega a salas de cine en Bolivia. Con un evidente aire de suspenso a la Hitchcock desde los créditos iniciales, Enterrado lleva al extremo las dimensiones del macguffin. Acá, el maletín de la pareja de asesinos a sueldo de Pulp Fiction se convierte en un ataúd con un hombre vivo adentro. Ésta es la suerte de Paul Conroy, un camionero estadounidense en Irak que despierta encerrado en un cajón de madera: no puede respirar, tiene un celular programado en hebreo y un encendedor zippo. Protagonizada por Ryan Reynolds, galán de Hollywood en una de sus mejores interpretaciones, la historia de esta película se desenvuelve de manera exquisita en las cuatro paredes del anticipado reducto de la muerte: con un montaje frenético que engancha al espectador desde el primer minuto, el film es y no es una historia de la guerra, de sus víctimas anónimas, del absurdo manejo corporativo de la muerte y los desesperantes tonos de espera en líneas telefónicas. Imperdible. Mary Carmen Molina E.