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Ikeya 2012, grandes esperanzas

Si no hago cine, creo que me muero”. Para la joven directora Laura López, el camino está claro. A punto de terminar sus estudios en el colegio San Calixto de La Paz, Laura es la directora de Cuentos en la ciudad tablero, corto ganador del XIII Festival de Cine y Video Estudiantil Ikeya, que hizo entrega de premios hace pocos días.

Las particularidades del corto ganador son muchas: una animación trabajada a base de fotografías y dibujos que dan vida a una historia en La Paz, como espacio lúdico de confluencias, sube y baja por calles empedradas, suena a otro tiempo. Con personajes entrañables y llenos de gestos, el corto despliega una narrativa en la que el azar es un cálculo y la ficción una serie infinita de posibilidades que ocurren más allá o más acá de lo que es.

Otra de las propuestas interesantes del festival es el corto del colegio Saint Andrews. En el lugar menos pensado, un thriller de acción en el que destaca la dirección de actores. Una noche de fiesta se convierte en una pesadilla para la protagonista, una adolescente que quiere divertirse y termina secuestrada por un grupo de amigos. En este corto, como en el de la Unidad Educativa Chasquipampa, Santos inocentes, la música funge como eje narrativo de manera precisa: la electrónica y el pop, en el primero, y el reguetón, en el segundo, apoyan el relato de historias de corte muy distinto pero honestidad similar.

Cabe resaltar también que este año la categoría de crítica del Ikeya cambió sus bases, optándose por la modalidad de críticas filmadas sobre Hugo (2011) de M. Scorsese. La habilidad discursiva de los participantes y la creatividad en el uso de herramientas diversas fueron notables. Marcela Navia, del San Calixto, resultó ganadora con un video en el que el dibujo es el pilar central, mientras que Leonardo Morales, del Montessori, obtuvo una mención especial por la sólida estructura argumental de su crítica.

Creando comunidad y señalando nuevos talentos, el Ikeya es en definitiva una de las plataformas audiovisuales más importantes en Bolivia.

Películas en pocas palabras

Tinker Bell y el secreto de las hadas (salas)

Cuando Peter Pan llegó a la pantalla grande a mediados de los años 50, de la mano de los Estudios Disney, Campanita fue quien supo acompañar a ese extraordinario personaje. Entonces, una pequeña hada desertaba particular interés. Más de seis décadas tuvieron que pasar para que Campanita alcanzase el protagonismo que se merece: primero fueron películas para reproducción doméstica que se comercializaron en DVD, y ahora llega a América Latina Tinker Bell y el secreto de las hadas, la versión cinematográfica con su par en 3D. Esta película nos enfrenta a dos mundos paralelos, que son representados por bosques y se dividen también por las estaciones. En el lugar donde Tinker Bell vive siempre hay un clima cálido, pero al cruzar la frontera la historia es otra, está el invierno con sus copos de nieve y otras sorpresas. Ésta es una película totalmente recomendable para pasar un grato momento.

La familia entera disfrutará de la aventura, un nuevo cuento de hadas para soñar.

Moacir (Butaca Uno y Cinemateca)

La vida de un hombre es siempre complicada, tiene muchas aristas y suele ser indescifrable cuando se ve alterada por situaciones extraordinarias. Moacir es un brasileño que llegó a Buenos Aires hace más de 30 años, llevando entre sus pocas pertenencias un par de canciones y algunos recuerdos, además de una necesidad de triunfo que lo llevó a grabar una docena de canciones y registrarlas en la sociedad de autores. Por ciertos motivos que se explican sin muchas palabras, termina internado a consecuencia de un diagnóstico esquizoide paranoico. Moacir dos Santos es el personaje que escoge Tomás Lipgot para mostrar la fuerza de un hombre ante todas las adversidades, matizando el drama con la música brasileña y la espontaneidad de quien siempre quiso ser una estrella de la canción. El director de la película pinta con honestidad un retrato que puede ser desolador en medio de las grandes ciudades y la ausencia de solidaridad; un llamado a reflexionar sobre nuestra acción en sociedad.

La rabia (cine latinoamericano)

En La rabia (2008), de la argentina Agustina Carri, la violencia es lo más evidente en el espacio de la zona rural argentina. Con tomas sacrificiales, esta idea se consolida. No sólo resalta un tipo de violencia contra los animales, sino que también se muestra una terrible hacia los propios seres humanos. De este modo, esta película trata la violencia entre dos familias que trabajan en el campo. Por un lado, la violencia se plasma en la convivencia. Por el otro, la receptora de toda ella es una niña muda. Esta acumulación de violencia en la niña desemboca en el grito, un grito que sale desde su silencio. Además del grito tiene como forma de expresión los dibujos que hace. En una secuencia, el filme intercala animaciones que salpican tinta negra y sangre sobre el fondo marrón y verde de la pampa, mostrando lo que la pequeña percibe de las relaciones entre adultos, obligados a entenderse y compartir para su supervivencia.