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Hermanas Baldelomar: ‘nos gustaría tener todas; es necesario’

En un cuarto con sofás, una mesa y un gran televisor, hay cinco montones de Escape. Dos están ordenados por fechas: son la colección, casi entera, del suplemento. Las otras tres torres son lo que las hermanas Ingrid (26) y Maritza (19) Baldelomar  llaman las “réplicas”, los números repetidos. “Mi papá empezó a traer doble para que no se pierda la colección”. Ocurre que Ingrid, estudiante de Turismo, acudía tijera en mano a la revista para sacar material destinado a sus trabajos. “Me ha ayudado mucho” en la carrera. Hasta para su tesis, sobre el Carnaval de Oruro, en la que dedicó una parte a las esculturas que hay a la entrada de la ciudad. “Fui a la Gobernación y a la municipalidad, y no me dijeron nada”. Gracias a Escape obtuvo los datos que necesitaba.

“Te da información previa para ir a un destino”, dice Maritza. Es que, a pesar de que hoy hay mucha información turística en internet, “hay pueblitos, hay lugares, que no puedes encontrar”, asegura Ingrid. En una en que la familia viajó a la Isla del Sol, acudió con el ejemplar de Escape en la mano, buscando hallar lo que la revista mostraba de ese lugar.

Una nota que les encanta a ambas hermanas es sobre la Virgen de Copacabana, pues ellas son devotas de la Patrona.

“Me gustaría tener todas. Para mí es necesario”, asegura la hermana mayor. En un papelito están anotados los pocos números que faltan a su colección.

Ordenando los ejemplares, se dieron cuenta de que no les faltaba el número 330, como creían, sino que hay dos Escape 229, y lo mismo sucede con el 385.  Son verdaderas fans. “Ahora que están pintando la casa de una tía, han dispuesto periódicos por todo lado. Nosotras vamos directo a Escape, a ver qué hay, si lo tenemos o no… Se nos ha hecho esa manía”, afirma Maritza.