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Gualberto Quispe

Desde una esquina de la plaza Alonso de Mendoza, Gualberto Quispe observa si hay policías transitando. Este año todavía no solicitó el permiso necesario para exhibir su arte en la calle.

Llega al monumento que da nombre a la plaza, se detiene y empieza a montar su “puesto”: saca una gran tela negra manchada de pintura y coloca encima algunos dibujos hechos en cartulinas  blancas. A su alrededor dispone los aerosoles, cartones y periódicos viejos, su estilete, una esponja, un viejo CD y una cartulina en blanco.

“¿Qué dibujo quieres?”, pregunta. Él crea paisajes planetarios, ésos en los que la naturaleza aparece con extraños colores, habitada por todo tipo de animales y con grandes lunas o astros en el cielo.

Últimamente le piden que pinte el fin del mundo, que él plasma con pirámides, varios planetas alineados, una estrella brillante y los tres reyes magos en primer plano.

“Hago cada diseño único”, asegura. “Puedo añadir una piedra, quitar un árbol…”. Y los colores no le salen siempre iguales.

Gualberto, alteño de 33 años, es mecánico automotor, pero trabaja en el sector de la construcción levantando las estructuras metálicas de los edificios. En sus ratos libres, baja a La Paz a vender sus dibujos.

Empieza a trabajar. Coloca el CD y los cartones redondos sobre la cartulina y los rocía con varios aerosoles. Algunos curiosos se acercan. Deja salir un poco de gas sobre la cartulina y, con un encendedor, prende fuego al dibujo, secándolo. Quita los cartones, coloca otros triangulares.Vuelve a pintar. Difumina con los dedos y la esponja. Pasa la espátula. Quita, pone, quema. Su récord está en tres minutos. Ya hay un buen número de gente mirándole y preguntando el precio de sus trabajos.

De niño, en la escuela, solía adornar cada letra que escribía, era su forma de hacer arte que pronto sus profesores se encargaron de aplastar. El manejo del aerosol lo aprendió mucho después, hace dos años, cuando vivió un tiempo en Chile, fijándose en el trabajo de otros artistas callejeros. Además, también hace retratos con aceite de coche.

Cuando acaba un dibujo, lo signa con el estilete: Mayte (Matices y Texturas, su empresa artística) o Berto, firmas que le traen suerte.