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Daniel day-Lewis: ‘Abraham Lincoln fue un genio’

Daniel Day-Lewis interpreta a Abraham Lincoln, el presidente estadounidense conocido como El Gran Emancipador y considerado el estadista más influyente del siglo XIX. La película ha sido dirigida por Steven Spielberg, sobre guion del escritor ganador del premio Pulitzer, Tony Kushner, basado en parte en el libro Team Of Rivals: The Political Genius of Abraham Lincoln, de Doris Kearns Goodwin.

Day-Lewis es un actor británico (irlandés) varias veces premiado. Por su trabajo en Lincoln tiene un Globo de Oro y su quinta nominación al Oscar: dos estatuillas ya son suyas por Mi pie izquierdo y Petróleo sangriento, aunque quizás el gran público lo conoce más por Pandillas de Nueva York o El último mohicano.

— ¿Cómo se involucró con el proyecto? ¿Le atrajo de inmediato asumir el papel?

— No, realmente no estuve muy entusiasta. Estaba tan seguro como uno puede estar de que yo no era el hombre para la tarea. Me pareció una idea demasiado pretenciosa que yo pudiera tan siquiera intentar semejante cosa; no me creía capaz de hacer ese trabajo. Me intrigó poder hablar con Steven acerca del proyecto y pasar un poco de tiempo con él tan sólo para escuchar lo que tenía que decir. Pero no hubo dudas en mi mente de que, por todo tipo de razones, yo no era la persona que él necesitaba.

— ¿Qué sucedió cuando leyó el guion?

— Me intrigó de inmediato, pero no me sentí atraído por la historia como se requiere para poder interpretar el papel. Uno necesita ese sentido compulsivo de querer mudarse hacia una vida desconocida. No sé de dónde viene, pero así me ha sucedido de vez en cuando antes de entrar en la órbita de otra vida. No sentí eso de inmediato, pero sí reconocí la gran calidad del guion como obra literaria.  

—  ¿Por qué eligió tomar el papel después de esa reunión?

— Me intrigaba la posibilidad de explorar la vida de Lincoln en su totalidad. No estaba de manera alguna convencido —aún después de nuestra siguiente reunión— de que yo era el hombre correcto, pero tuve una plática con Steven Spielberg realmente maravillosa. En los siguientes meses, Tony se fue a escribir un nuevo borrador del guion: aún era un trabajo en ciernes. Cada quien se fue por su lado y yo leí el libro de Doris. Luego —y como ya se lo he dicho a Steven algunas veces— se me acabaron las excusas.   

— ¿Cuál cree que era su temor al asumir el papel de Lincoln?

—No quería ser la persona que le faltara el respeto a la memoria del más grandioso presidente que haya conocido Estados Unidos y el hombre más grandioso del siglo XIX. Reconocí la responsabilidad que estaba asumiendo. No estaba del todo seguro de si sería posible darle vida a ese hombre, pues en realidad no lo conocía. Pero lo destacable de Lincoln es que uno empieza a explorar su vida, a través de la gran cantidad de literatura que existe sobre su persona y a través de sus propios escritos, los cuales son un tesoro, y la vida misma del hombre queda expuesta y él se convierte de inmediato en alguien muy accesible. Ésa fue una gran sorpresa para mí.

— ¿Evolucionaron las ideas de Lincoln sobre la esclavitud a lo largo del tiempo o fue un antiesclavista desde el inicio?

— Hay alguna controversia acerca de eso. La gente tiene distintas opiniones y creo que parte del problema es que a menudo se le vuelve a valorar desde un punto de vista contemporáneo. Estoy absolutamente convencido de que desde su temprana confrontación con la esclavitud —era un joven cuando vio a los esclavos encadenados en una barcaza sobre el río Mississippi— quedó asqueado. En su ser más profundo entendió que era algo malo, algo pecaminoso. Dudo de que alguna vez anticipara que él estaría en una posición de hacer algo al respecto, pero sin duda que tenía una visceral y completa antipatía hacia la esclavitud. Muy por encima de todo lo demás, él reconocía que los negros eran individuos y seres humanos, lo cual ya era mucho, pues en aquellos tiempos mucha gente no reconocía que fuesen de la especie humana.

— Sin la acción de Lincoln, ¿la esclavitud quizás se hubiera extendido?

— La expansión siempre fue una amenaza enorme, inmediatamente antes, durante y después del tiempo de vida de Lincoln.

¿Así que lo que hizo fue extremadamente riesgoso, pero basado en principios y de un valor extremo?

— Sí. El Presidente se mantuvo en sus ideales. Tenía un plan. Siendo un hombre joven, tuvo la visión de la barcaza. Su padre se la mostró. Esas imágenes se le quedaron para siempre. Además, era un gran político y un gran estadista. Podía ver 100 años hacia adelante y varios miles de años hacia atrás. Pero también dentro de sí; podía ver lo bueno y lo malo, la oscuridad y la tristeza dentro de sí mismo, así como las respuestas que yacían dentro de él. Fue ese balance —un sube y baja en el que él era el punto intermedio entre la historia y el futuro y la manera en que pudo influir en ese futuro— lo que lo convirtió en un genio.

— Cuando está interpretando a un hombre como Lincoln, ¿se siente usted alguien distinto al final del día?

— Sí, así lo siento y ésa es una muy buena pregunta. Me siento muy distinto y ése es uno de los grandes privilegios de cualquier intérprete: que de manera tangencial llega a entender no sólo a la gente que está interpretando —a través de las experiencias de las vidas que está explorando— sino que también se llega a entender a sí mismo de una manera muy distinta. Uno no puede distinguir entre los dos en esos momentos (uno mismo y el personaje); si eso fuese posible, entonces estarías perdido.

— ¿Se siente igual de apasionado acerca de la actuación en este momento?

— Sí, la satisfacción nunca ha disminuido; si así les parece a otros, están equivocados. El trabajo ha sido tan vigorizante y me ha consumido tanto ahora como en cualquier otro momento de mi carrera. Pero a lo largo del tiempo, siento que necesito hacerlo con menos frecuencia. Uno tiene que ponerse a prueba a sí mismo antes de acordar ir adelante en cualquier filme. Era necesario por mi propio bien probarme hasta qué punto estaba comprometido, como era necesario comprobárselo a Steven, quien ya estaba totalmente comprometido con la idea de narrar esta historia. ¿Cómo me puedo meter a hacer algo así, a menos que tenga ese grado de pasión y creencia? Sin eso no tendría sentido hacer el proyecto.

Un personaje histórico no exento de polémica

Abraham Lincoln nació en 1809 en el seno de una familia que había migrado de Inglaterra a EEUU. Lo que se puede leer sobre él, en general lo hace parecer un ser perfecto e inalcanzable. Se deduce, por ejemplo, que desde joven sintió que la esclavitud de los negros era una injusticia y que, una vez que pudo ocupar sitiales de poder, luchó para abolirla. La lucha es real, está documentada y tuvo resultados objetivos. Pero, hay autores que consideran que es bueno estudiar más facetas de Lincoln —de quien se dice que no era de tez blanca, sino “café oscura” (Emil Ludwig)—, no para echarle sombras, sino para valorar mejor su real magnitud y su obra. Un documental de la Tv estadounidense, The Abolitionists, relata “cómo el abogado y político apoyó planes de colonización para enviar esclavos dispuestos de regreso a África. Dice que Lincoln emitió una oferta de tratado de paz a los Confederados que les permitiría mantener a los esclavos hasta 1900 si se rendían” (CNN).

“Racista en recuperación”, le llama. Discursos anteriores al emblemático que pronunció al inaugurar su segundo periodo presidencial (destacado en la película de Spielberg), sirven de documento: ‘No tengo ningún propósito de introducir la igualdad política y social entre las razas blanca y negra. Hay una diferencia física entre las dos que, a mi juicio, hará probablemente prohibitiva para su convivencia al nivel de perfecta igualdad, y en la medida en que esta diferencia se convierte en una necesidad, yo… estoy a favor de que la raza a la que pertenezco tiene la posición superior’. O una carta de 1862: ‘Mi objetivo primordial en esta lucha es salvar a la Unión, y no es ni salvar ni destruir la esclavitud. Si pudiera salvar la Unión sin liberar a ningún esclavo, lo haría, y si pudiera salvarla liberando a todos los esclavos, lo haría, y si pudiera salvarla liberando a algunos y dejando cautivos a otros también lo haría. ¿Qué puedo hacer acerca de la esclavitud y la raza de color?, lo hago porque creo que ayuda a salvar a la Unión’. Mabel Franco