De las playas y el paisaje volcánico de las islas Azores —una especie de Hawai a la portuguesa—, a la librería más bonita de Europa, en el centro histórico de Oporto, diez pistas articulan una escapada corta y económica, con mucho por descubrir.

1 Reponer fuerzas en Belém

Los famosos pastéis de nata se llaman también de Belém por la pastelería del mismo nombre que los elabora desde 1837 en su taller secreto, cerca del Monasterio de los Jerónimos, en Lisboa. Degustar un dulce en tan mítica pastelaria, o sentado en un café, es uno de los placeres cotidianos que ofrece Lisboa. Y de allí al Barrio Alto, donde se puede empezar en una típica tasca y terminar disfrutando de su animada vida nocturna.

2 Comer bacalao, escuchar fado

Sí o sí. Uno no puede dejar Portugal sin haber probado el bacalao. En arroz, dourada, que se suele presentar con patatas paja, de molho (salsa).

Esta última especialidad da nombre a Bacalhau de Molho, situado en la parte baja de la casa de los Condes de Linhares —lo que queda de un edificio renacentista tras el terremoto de 1755—, en el barrio de Alfama. Es un restaurante de fados, que abundan en la noche lisboeta y en los que, mientras los comensales degustan cocina tradicional portuguesa, un fadista canta letras llenas de saudade. Un sitio muy recomendable para vivir la experiencia es el Clube de Fado, también en Alfama.

3 Conocer el eje Estoril-Cascais-Sintra.

En un pañuelo tenemos las playas de Cascais y Estoril (centro de veraneo de alto standing con hoteles de lujo, campos de golf, un casino y hasta un circuito de carreras) y, sierra arriba, Sintra, con su romántico Palacio de la Pena, en tonos pastel. No en vano Lord Byron llamó a Sintra “Edén glorioso”.

4 La librería más bonita de Europa

Lello e Irmao, en pleno centro de Oporto, cerca de la Torre de los Clérigos y considerada por muchos la librería más bella de Europa, se ha convertido en un atractivo especial de la ciudad. Los turistas visitan este edificio neogótico de 1906, donde se rodaron algunas secuencias de Harry Potter, y luego se lanzan a saborear el casco histórico, lleno de vericuetos y rincones con encanto abrazados a una orilla de su río Douro (Duero). Por la otra asoma un impresionante plantel de bodegas de vino de Oporto.

5 Golf frente al océano

El hoyo 16 del Campo Royal (Vale do Lobo) es el más fotografiado de Europa, según enfatiza Turismo de Portugal. Se encuentra en el Algarve y desde él se disfruta de una panorámica del arenal blanco y el mar de la playa de Falésia; al fondo, Vilamoura. El turismo de golf es uno de los reclamos de este trozo costero del sur del país.

6 Recorrer la frontera con Galicia

Cultivos vitivinícolas, suaves montañas, mucha artesanía y villas como Monção y Melgaço, donde se produce el vino verde portugués más apreciado, el Alvarinho. O como Valença, típica ciudad de frontera, junto al Miño, rodeada de murallas y situada frente a la gallega Tuy, en la orilla española del río.

7 Fiesta de la Flor en el jardín del Atlántico

Madeira, descrita como el jardín del Atlántico, llena de actividades de turismo activo y ecoturismo.

Merece la pena visitar la capital, Funchal, en Carnaval (en febrero) y en la Fiesta de la Flor, que celebra la primavera justo después de Semana Santa: miles de niños lucen sus vestidos de flores y construyen un mural, el Muro de la Esperanza, en la Plaza del Municipio; al día siguiente, las carrozas recorren las calles.

8 Entre volcanes atlánticos

Hay quien dice que las Azores son una especie de Hawai a la portuguesa. Lo cierto es que el archipiélago está trufado de playas paradisiacas, paisajes volcánicos y mucho verde. Las islas están separadas por un corto trayecto en barco. Es posible avistar ballenas y delfines y practicar el buceo o el montañismo.

9 Parar el tiempo en el Alentejo

Al llegar al Alentejo, en la parte central de Portugal, uno tiene la impresión de que el tiempo ha retrocedido un siglo. Un mundo más rural, donde todo parece ir más lento, salpicado por cortijos blancos y ciudades como Évora, coronada por su imponente catedral, con su centro histórico rodeado de murallas. O Marvão y sus rincones pintorescos, ventanas góticas, fachadas renacentistas y callejuelas con mucho encanto.

10 Endulzarse la vida en Óbidos

La localidad de Óbidos, en la región de Lisboa, celebra su Festival del Chocolate del 22 de febrero al 17 de marzo: las calles de esta villa medieval se transforman en verdaderos escaparates de pasteles y bombones que todos pueden probar y comprar. Actividades para niños, talleres culinarios para mayores. Y esculturas de chocolate para el disfrute de todos.