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Escapismo

Allí, tan cerca que el nevado pierde la forma a la que nos tiene acostumbrados desde la urbe, es donde se puede escuchar la banda sonora del glaciar, cada vez más reducido. Al detenerse donde los torrentes se congelaron durante la noche, las estalactitas de hielo desaparecen bajo el sol con su música especial.
“¡Esto sí es agua del Illimani!”, dice un caminante al probar el líquido fresco y puro que corre ladera abajo.