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Escapes

Ruta del Bakalao entra al museo

Cincuenta mil personas llegaban a recorrer la carretera que discurre paralela al mar entre Valencia y la población arrocera de Sueca durante un fin de semana.

Iban en busca de fiesta, de bakalao. Acudían al reclamo de la versión más popular y comercial de una ruta en la que los sonidos más asequibles y maquineros ya se habían impuesto en las pistas de baile sobre las múltiples posibilidades de la música electrónica. Corrían los primeros años 90 y se exportaban miles de discos.

Su nombre era sinónimo de diversión desenfrenada, música y drogas, de viernes a lunes. Era el inicio, sin embargo, de su degeneración y decadencia, según los puristas, los auténticos, los que vivieron diez años antes los principios de un fenómeno que tuvo lugar al mismo tiempo que la movida madrileña. Un grupo de jóvenes pinchaba la música que traía de sus viajes a Manchester, Londres o Alemania, y la mezclaba sin ningún complejo en una coctelera en la que se podía agitar la new age de Win Mertens y el postpunk de The Cure, con una base de tecnopop. Era la Ruta del Bakalao. “Un fenómeno netamente valenciano que logró exportarse internacionalmente”, explica al diario El País Lluís Fernández, que ha tenido el atrevimiento de meter por primera vez en un museo la estigmatizada ruta. Lo ha hecho insertándola como una muestra en un proyecto más amplio titulado Ídolos pop, que ofrece una panorámica del pop español y valenciano, de Bruno Lomas a Nino Bravo, del guateque a la discoteca posmoderna. La exposición en el Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (MuVIM) y se podrá ver hasta el 2 de marzo.

El síndrome de Diógenes

El filósofo griego Diógenes —quizás el discípulo más destacado de Antístenes, fundador la escuela Cínica—, nació en Sinope el 404 antes de Cristo. Se destacó por su desapego a los bienes materiales, de tal forma que sólo vestía una capa y portaba un plato en el que se alimentaba, hasta que vio a un niño tomar agua de sus manos, por lo que también se deshizo del plato. Difundía la idea de que la felicidad se lograba con la satisfacción de las necesidades naturales del modo más sencillo y práctico, de ahí la esencia de su estilo de vida ascético. Platón lo denominaba Sócrates delirante. Una vez, mientras tomaba sol, Alejandro Magno se paró delante de él y le dijo: “Yo soy Alejandro”. A lo que el filósofo contestó: “Y yo soy Diógenes”. El conquistador preguntó: “¿Puedo hacer algo por ti?”. La réplica fue: “Podrías levantarte de ahí, me quitas el sol”. Alejandro Magno quedó tan impactado que dijo “Si no fuera Alejandro sería Diógenes”. El síndrome, mal llamado, de Diógenes, es una enfermedad que se presenta en personas de edad avanzada que se aíslan voluntariamente, no cuidan su higiene, su alimentación, ni su salud. Se caracterizan por acumular, compulsivamente, basura en sus casas. El problema afecta a la comunidad por los olores que despide. El tratamiento pasa por ayuda en salud mental, se trata como un trastorno obsesivo compulsivo y demencia; además se cree que la génesis de la enfermedad es la depresión.

Diógenes decía a sus seguidores y a sus detractores: “El movimiento se demuestra andando”. Dr. Anibal Romero Sandoval, Emergencias Hosp. Arco Iris