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Ser compositor en Bolivia

El otro día tuve la grata visita del folklorista Yuri Ortuño, llegó con muy buena onda acompañado de un técnico de Sobodaycom (Sociedad Boliviana de Autores y Compositores), Yuri había sido designado vicepresidente de la institución que agrupa a los creadores de música. Me contaba que llegó convidado a Ecuador para asistir a la Conferencia Internacional de Derecho de Autor y Gestión Colectiva, organizada por la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC). Pude presenciar algunas conferencias del evento, había unos 60 delegados del mundo, compositores y técnicos que se ocupan de velar por los derechos de los hacedores de música, sobre todo de los compositores de canciones.

En su testimonio, el compositor chileno Horacio Salinas del Grupo Inti Illimani contaba que caminando por el centro de Santiago escuchó que su música salía por los parlantes gigantes de un Micromarket, se animó a preguntar al administrador del local por qué ponía esa música, le dijo que esa melodía y la de Zorba el griego le traían suerte. Horacio le comunicó  que esa música había sido compuesta por él, el cuate le dijo qué bien y se fue a vender. Entonces el músico se dirigió a la Sociedad de Compositores de Chile, quienes mandaron a uno de sus inspectores, ahora Horacio cobra, unos pesos, pero cobra, por darle suerte al vendedor.

Luego expuso un técnico de la Sociedad de Compositores de México, indicó que la sociedad ha comprado un nuevo software que identifica dónde se están tocando las músicas de sus socios y que han estrenado una tecnología de monitoreo en los medios de comunicación para controlar los usos comerciales de la música que luego cobran en beneficio del creador. La Sociedad Argentina (SADAIC) mediante su delegado informaba sobre el nuevo seguro social que se ha implementado para los compositores  indicando además que se realizan préstamos a sus socios para vivienda y estudios académicos y mostraba planos de la nueva compra de terrenos para mausoleos y tumbas. En el intermedio, un técnico de la Sociedad de Compositores de Brasil comentaba que habían ganado un juicio de millones de dólares por una canción de un asociado que fue utilizada en una película francesa sin autorización. No pude quedarme más en el evento de dos días, pero me dejó el sabor de que las canciones que uno hace tienen pues un valor económico, generan grandes recursos. Al salir del acontecimiento, pude leer en la primera página de un periódico que Ecuador ha iniciado una campaña mundial para atraer más turistas y que el Estado ecuatoriano tuvo que pagar un millón quinientos mil dólares para poder utilizar una canción de Los Beatles en esta campaña.

Me vino al corazón la muerte del gran compositor de morenadas Jacha Flores, cuatro días estaba muerto en su cuartito cuando lo encontraron. O la penosa enfermedad de Alfonso Zabala, un magnífico afro compositor de músicas entrañables que no podía pagar su tratamiento y se le gangrenó la pierna.También me acordé de Gladys Moreno iniciando una huelga de hambre para que no le quiten una pensión que le daba el municipio cruceño. Y me acordé de mí, en abril de 2009, en un hospital dudoso, sudando frío, al borde del for ever.

En la noche revisé una planilla de Sobodaycom que indicaba que se me pagaban mis derechos de autor por el primer trimestre de 2010 y todo el 2011, el pago hecho a mi esposa era de fecha septiembre de 2012. Por derechos fotomecánicos (debe ser venta de discos) se me cancelaba 479 bolivianos, se refería a mi Antojolia, disco doble que vende la empresa Discolandia. No tenía derechos por ejecución pública ni ring tone (¡ajá¡ se paga por esto) ni tampoco de sincronización que no sé qué es. Por un ítem denominado muestreo se me pagaba 520 bolivianos, en total 1.000 bolivianos por un año y tres meses por 80 canciones entre ellas Alasita, Hoy es domingo, Bien le cascaremos, Metafísica popular, Hasta ahurita, Sacudite, Maribel y muchas más. O sea que mi viuda tendría unos… 70 bolivianos al mes de herencia.

El técnico que vino con Yuri me dijo que esto va a cambiar, que los medios de comunicación y todo el que use nuestra música con fines comerciales tiene que cancelar, como se hace en países vecinos. También me dio la buena noticia de que yo había sido distinguido como socio emérito de Sobodaycom por mi aporte desde hace 25 años a la Sociedad. Le agradecí. Y que pronto me inscribirán al seguro social y a mi esposa más. Le pregunté de una tumba, me dijo que en Ventilla puede haber una. Le pedí que no se olvide de mi morenada Plata y miedo, hit 2012 de Alaxpacha, ¿acaso es suya?, dijo, sí pues… Le dije que mi canción Alasita,  según su planilla, generó nueve bolivianos en 15 meses, en realidad deben ser 17, me dijo, porque el 30% es para la institushon y el 12% para impuestos. Le dije que Por suerte soy atigrado no está en las planillas, me dijo que va a ver. Le regalé un CD que compré en tres dólares en el centro de Quito, El Papirri en MP3, 139 canciones originales, dice en la tapa. Para que las protejas por favor, le dije. Y le di un CD más para que le regale al presidente de Sobodaycom, el cantante del grupo de cumbia La Bamba.

(Nota: el 30 de abril de 2014 se me distinguió como socio emérito de Sobodaycom, muchas gracias).

 

(*) El papirri es personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta.