Pintura barroca en miniatura
Las réplicas reducidas de cuadros del siglo XVIII son elaboradas con delicadeza para así lograr una reproducción perfecta, como el original .
Con una lupa de tamaño considerable, pinceles delgadísimos y acuarelas de todos los colores, Enrique Miranda, de 44 años, se predispone a trabajar en su taller ubicado en la colonial calle Jaén de la zona Norte de La Paz.
Lápiz en mano, dibuja bocetos pequeñísimos de imágenes sagradas para luego pintarlos y hacer réplicas perfectas en miniatura de cuadros barrocos.
Enrique nació en la Villa Imperial y estudió restauración en la Escuela Taller de Potosí. “Por ese lado me han llegado a interesar los cuadros coloniales, porque todo el trabajo que hemos hecho ha sido siempre intervención de éstos, tanto en iglesias como también en murales de Potosí”.
Sobre su incursión en este arte, Enrique cuenta que su experiencia laboral fue la que lo animó a encarar este interesante emprendimiento. “Estaba trabajando como restaurador en Potosí en un proyecto de cuadros de la Casa de la Moneda y ahí se me ha ocurrido intentar hacer los cuadritos en miniatura”. Entonces las imágenes fueron elaboradas en caña hueca.
Para materializar la idea, un amigo le facilitó fotografías de los cuadros que había en ese recinto. “Después de haber hecho una muestra, se la enseñé al director, que en ese tiempo era Wilson Mendieta, y le propuse que me permitiera sacar fotografías de los cuadros con el fin de hacer una exposición de los cuadros en miniatura en la Casa de la Moneda, al cabo de un año”. Concluido el plazo, hizo aproximadamente 40 réplicas. La exposición fue realizada en 1998.
Tras la exhibición, muchos artistas le dijeron que lo que él hace no es arte, sino artesanía. “No me importa que lo consideren como artesanía, porque al final yo estoy orgulloso de lo que hago”, sentencia satisfecho.
Enrique desconoce cuáles son los parámetros para considerar una pieza como arte y cree que sus miniaturas no califican. “Pero está bien, prefiero que lo vean como artesanía, así se revaloriza también lo que es artesanía hecha con calidad”.
Una de sus inspiraciones fueron las pinturas de Melchor Pérez de Holguín, ya que hacer una réplica de su trabajo era un gran reto para él. “El estilo del pintor tiene harto detalle en las manos, en la cara”, dice orgulloso porque él los rescata.
Añade además que en las pinturas de Pérez de Holguín se notan hasta las venas. “Por eso decían, por ejemplo, que en su obra primero hacía el esqueleto y después lo recubría con la carnación”.
El artista resalta el hecho de que Pérez de Holguín pintaba solo todo el cuadro. Esto porque, según explica, las pinturas coloniales se enfocan más en el rostro, por lo que era común que el maestro dibujara y pintara la cara del personaje principal y que sus ayudantes se ocuparan del ropaje, del paisaje y de todo lo demás.
En cuanto a la preparación, comenta que cuando empieza a hacer un cuadrito, se enfoca en la fotografía de la que tiene que hacer la réplica, razón por la que permanece observando los detalles por al menos una hora como mínimo.
“Creo que la clave es meterte en el cuadro, chequear los mínimos detalles que tiene y a partir de eso ya lo dimensionas en un formato más pequeño (que en su caso, viene a ser 2,5 x 3 centímetros), porque los cuadros de las réplicas que hago están por los 1,20 x 90 centímetros, entonces son cuadros grandes”.
El tiempo que le lleva hacer un cuadrito es variable. “Puedo tardar hasta unos diez días o tal vez más”. Añade que para pintar se tiene que estar bien concentrado, mirar hasta el más mínimo detalle, además advierte que se puede trabajar entre media y una hora porque se cansa la vista.
A pesar de la minuciosidad que se precisa para realizar este trabajo, Enrique pinta sin lupa y solo la utiliza para ver detalles como los ojos o las pestañas. “He tratado también de pintar todo con lupa, pero distorsiona la imagen”.
En contraparte, compara la lente que usa con un cuentahílos, una pequeña lupa cuadradita que le servía cuando trabajaba en restauración. “Aparte de la pintura, este aparatito también me ayudaba a hacer conservación del soporte”, expresa.
Resalta también las fotos de las que saca sus réplicas, que se tornan claves para ver todos los detalles que tendrá el cuadrito, los mismos que pasarían desapercibidos si las fotos fuesen malas.
Al abordar el tema del material y de la técnica que aplica, Miranda sostiene que usa el pincel número 00000, que es el más delgado. A la hora de elegir el tipo de pintura, escoge la acuarela.
“Lo interesante de este trabajo es que uso una técnica muy especial a la hora de pintar. Agarro el pincel y le doy un toque con mi lengua y recién lo empapo de pintura. Jamás la mezclo con agua porque es más líquida y no se puede controlar la carga de la pintura en el pincel”. Con esto, asegura que la superficie adopta la calidad de empastado. Sin embargo, pretende adoptar la técnica que usaban antes: una vez terminado el trabajo, ponerle una capa de protección, un barniz mate sin brillo.
Otro aspecto importante es el marco. El miniaturista comenta que antes solía hacerlo de madera, que luego él tallaba y bronceaba con oro musivo.
“Después que pasó el tiempo, veo esos marcos y no me gustan. Sé que puedo hacerlos de otra forma y si son de plata, se verán mejor”.
Recuerda que uno de los primeros trabajos que hizo fue para Édgar Arandia, actual director del Museo Nacional de Arte. “Él me pidió una réplica en miniatura de El Cristo aymara de Cecilio Guzmán de Rojas. Ahí fue cuando personas de su entorno conocieron mi trabajo y comenzaron a hacerme pedidos”, cuenta sonriente.
El escritor cruceño Homero Carvalho también adquirió un trabajo suyo. “Para él se lo hice una Virgen del Cerro”, resalta. De este modo, los otros consejeros de la Fundación del Banco Central de Bolivia han visto la réplica, les ha gustado y me han comentado que si necesitaba algún apoyo, me lo iban a dar”.
Miranda adelanta que su próxima exposición será el 25 de enero de 2015 en el Museo Nacional de Arte para coincidir con la fiesta de Alasita. En esa ocasión se expondrán más de 100 cuadritos.
Como el espacio que le están otorgando para la exposición es grande, tiene planificado trabajar por series: de ángeles, de vírgenes y hasta de pintores contemporáneos como Cecilio Guzmán de Rojas, de cuyas obras también hace réplicas.
“Ya he tenido la experiencia de pintar en miniatura cuadros de Guzmán de Rojas como El beso del ídolo, El autorretrato y El Cristo aymara. Incluso hice una réplica de otra de sus pinturas que es medio erótica, La andina, que es el retrato de una mujer que está mostrando un seno”.
Después de hacer la exposición, su idea es poder hacer un museo de arte en miniatura para que se expongan los cuadritos. “Ése es el plan que tengo, ubicar un lugar en la Jaén y exponerlos para que cualquier persona los pueda ver”.