Durante mucho tiempo de su vida, ocultó sus sentimientos acerca de lo diferente que se sentía de los demás niños y conforme pasó el tiempo, ocultó su verdadera identidad por miedo al rechazo de la sociedad.

Siendo todavía un niño, se vestía con la bata de su tía, quería verse como realmente se sentía. Esperaba a estar solo en casa para poder mostrar lo que su alma reflejaba, más allá de su identidad.

Desde niño tuvo que aparentar ser alguien que no era, como en una doble vida: la que anhelaba tener y la que debía mostrar ante la sociedad.  Vivió con la apariencia de un hombre durante 30 años. En ese tiempo contrajo matrimonio y llegó a cumplir muchas de sus metas profesionales, alcanzó a tener el titulo en provisión nacional de ingeniero agrónomo.

Aunque pudo realizarse como “hombre” ante una sociedad a la que tilda de hipócrita, un día de aquellos decidió liberar a la mujer que se encontraba presa dentro de él, así que emprendió un nuevo camino, ya no como Abel, sino como Laura.

A pesar de que se transformó en la persona que siempre había querido ser y tras haber podido liberar su alma, su vida como transexual le provocó la pérdida de sus derechos como ser humano. El lugar en la sociedad que  había logrado con mucho esfuerzo durante su vida como hombre, se esfumó.

Laura intentó trabajar como ingeniera agrónoma, se presentó a una consultoría en un ministerio, en el que la ministra le exigió que mostrase la misma apariencia  que en la foto de su carnet de identidad, además de presentar un aval dirigencial. Sin embargo, los encargados de proveerle el mismo le exigieron el 70% del total de su ganancia, hecho que le hizo desistir de realizar el trabajo profesional.

Ante esta situación y otras similares —y también por necesidad— se vio forzada a ejercer como trabajadora sexual, siendo éste su sustento diario hasta hoy en día.

Actualmente Laura Álvarez es presidenta de la Organización de Travestis Transgéneros y Transexuales Femeninas (OTRAF) de Bolivia. Haciendo frente a las injusticias que muchos sufren por romper con los estereotipos que dominan a esta sociedad, día a día Laura lucha por la igualdad y el buen trato que se merece como ser humano, no como concesión.