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Café con fotos, Stanmeyer dice que la imagen es todo

En la calle principal de West Stockbridge, al oeste del estado de Massachusetts en los Estados Unidos, se juntan dos pasiones: la fotografía y el café. Una de sus esquinas es sede de la galería Stanmeyer y del café Shaker Dam. En este negocio, detrás de la barra, trabaja el famoso fotógrafo y ganador del año de la World Press Photo  John Stanmeyer, quien, entre otras excentricidades, degusta y vende café boliviano.

A primera vista lo que llama la atención del lugar es un pequeño letrero que muestra el café especial de la semana denominado Nuevo Llusta, from los Yungas de Bolivia. El dueño del local lo describe como “verdaderamente espectacular” y después de servir un par de tazas de café a una asidua cliente y de despedir a una pareja de alemanes que quería conocer la galería, nos disponemos a intercambiar libros y a probar otro café boliviano que había llevado de regalo conociendo su gusto por los granos de todo el mundo.

Luego de observar sobre una mesa varios textos de fotografía con obras de autoría del anfitrión, el que más me llamó la atención es el catálogo de la World Press Photo 2014, que tiene la hasta ahora más famosa foto de John: un grupo de migrantes que sujeta sus teléfonos móviles buscando una señal para poder hablar en alguna playa de la costa africana, iluminada tan solo por la luz de la luna.

Esta foto ganadora fue publicada en la edición de diciembre de 2013 de la revista National Geographic, como parte de un reportaje denominado Caminata Fuera del Edén, proyecto de un viaje de siete años del periodista Paul Salopek, que busca perpetuar las rutas principales de la migración humana en el planeta. Ejemplares de esta revista se encuentran a la venta en la galería con la firma de Stanmeyer en portada, convirtiéndolas en “ediciones de colección” para los más exquisitos.

Stanmeyer, nacido en el estado de Illinois, empezó su carrera en un periódico de Tampa, Florida; luego se mudó por más de diez años al Lejano Oriente, donde realizó trabajos por contrato para la revista Time y otros medios internacionales. Desde hace diez años trabaja para la revista National Geographic, en la que ya ha tenido varias fotos en portada.

De retorno en los Estados Unidos junto a su esposa y sus tres hijos, actualmente vive en una granja, a 30 kilómetros de la galería-café. En su carrera como fotoperiodista ha ganado muchos reconocimientos, entre los cuales destacan la medalla Robert Capa y Fotógrafo de Revista del Año.

Stanmeyer es también uno de los socios fundadores de la reconocida cooperativa de fotógrafos VII Photo (www.viiphoto.com) con sede en Brooklyn, Nueva York, que fue fundada por siete fotoperiodistas. En los últimos años ha incursionado en el formato video y uno de sus trabajos, en colaboración con otros fotógrafos de VII Photo, fue nominado a un premio Grammy.  Este grupo reúne a otros grandes expertos como Ed Kashi y Ron Haviv.  

Sobre el uso del video, Stanmeyer es consciente de que se trata de una nueva tendencia en crecimiento. “Muchos clientes están pidiendo también imágenes en movimiento”, dice y afirma que se siente cómodo con ello y que algunas de las historias que produce para la revista National Geographic incluyen pequeñas producciones audiovisuales.  Por ello se considera más un cineasta que un artista de multimedia. “Siempre llevo una grabadora de alta definición, cuando trabajo en el campo me gusta grabar sonidos del ambiente”, dice el trabajador de la imagen.  

Otra de sus pasiones es la música, a la que califica como un lenguaje universal. “Tengo una colección de cientos de CD de todo el mundo, incluyendo música de Bolivia. La música es como la fotografía”, afirma Stanmeyer, al comentar que uno puede escuchar una canción en cualquier idioma o ver una foto de cualquier lugar del mundo y sentir alguna sensación.

En su bolso de fotógrafo lleva muy pocas cosas, una cámara Canon EOS 5D Mark III, con un lente 16-35 mm 2.8, también lleva un lente 35 mm 1.4, un lente 50 mm 1.2 y un zoom 24-105 mm IS, además de su grabadora de audio digital. Su lente favorito es el 35 mm 1.4 por la gran calidad que tiene en la nitidez de las imágenes. “Me considero un minimalista extremo en el uso de equipos”, sostiene.

En su maletín tampoco falta el teléfono móvil iPhone que usa para sacar fotos. Su aplicación favorita es Hipstamatic, “puedes elegir el lente y la película como en la época que usábamos rollo en las cámaras convencionales”. Algunas de sus fotos logradas con esta aplicación del iPhone ya fueron publicadas en la edición de julio de National Geographic. Eligió el lente y la película inspirado en el trabajo de su colega argentino Diego Uchitel, con un acabado pictórico en tonos suaves.

Sobre el uso de las nuevas tecnologías y aplicaciones como Hipstamatic del iPhone, Stanmeyer dice que lo importante es comunicar. “El iPhone es una cámara con teléfono”. Lo destacable de las redes sociales dedicadas a compartir fotografías, añade, “es que los fotógrafos podemos compartir nuestro material sin pasar por filtros como editores”. A esto le llama “autopublicación” y cree que es una gran ventaja para mostrar el trabajo de una manera directa con sus seguidores.  

Sobre las controversias que han surgido acerca del uso de aplicaciones de fotos para la cámara del iPhone, Stanmeyer dice que no vale la pena discutir sobre el tema, ya que la decisión de usarlas “es similar a lo que ocurrió en el pasado, cuando uno se encontraba en la disyuntiva de usar cierto tipo de película para obtener cierto tipo de resultado, al igual que el uso del blanco y negro, que no muestra la ‘realidad’ que es en color. Para mí, las nuevas tecnologías son una manera más de expresarse con creatividad, que al final es lo que vale”.

“Lo único que me interesa en el trabajo que hago es el hecho de que sienta una imagen, para mí eso es suficiente para querer comunicar algo, puede ser educativa o de iluminación intelectual, de temas que no entiendo o que quiero comprender mejor”, señala el artista.

Stanmeyer también dice que si el mensaje del autor de la foto afecta al público se ha logrado comunicar algo. “Hace poco, en un desierto africano donde me encontraba documentando el tema de la migración humana, en una región donde existen muchos dibujos hechos en rocas, pude sentir y vivir muchas de esas imágenes grabadas en roca hace miles de años”. Y ése es el poder de una buena imagen, “el poder sentir algo, no importa si está colgada en el Museo Metropolitano de Nueva York o en la primera página de un periódico en Bolivia. La imagen es todo”.