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Albert Einstein: ‘Muchos de nosotros somos inmaduros, algunos más que otros. Pero el hecho de que un hombre reconozca su inmadurez puede ser un factor atenuante de esa característica’

Albert Einstein (1879-1955) reinterpretó el mecanismo del uni­verso, la esencia de la luz, el tiempo, la energía y la gravedad. Se vio viajando sobre un rayo de luz e imaginó el espacio-tiempo y su curvatura. De esa manera cambió para siempre la manera en que miramos el universo y se convirtió en el científico más famoso de su época y de todo el espacio y el tiempo, ahora, gracias a él, sabemos que son una misma cosa.

En 1905, el “año milagroso”, escribió cuatro artículos científicos que fueron el inicio de una revolución. Entre ellos el de la equivalen­cia de la masa y la energía, del cual el propio Einstein luego derivaría la ecuación más célebre de la historia: E = mc2, que se debe leer como que la energía es igual a la masa multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado. Con esa precisión matemática y concisión poética postula el mecanismo por el cual la masa se transforma en energía y abre el camino a un mundo nuevo.

El impacto mayor para la ciencia, sin embargo, se produce cuando Einstein presenta la teoría de la relatividad general, en escritos publicados entre 1915 y 1916. Es una generalización de uno de sus artículos de 1905, en el que presenta un modelo nuevo de comportamiento del universo, en contradicción con la teoría de Isaac Newton, que había sido el padre de la Física de los últimos 250 años. La primera prueba empírica de la teoría se realizó durante un eclipse total de sol en 1919. El 7 de noviembre de ese año, el diario británico The Times tituló en su portada: “Revolución en la ciencia. Nueva teoría del universo. Las ideas de Newton han sido refutadas”.

El destino de Einstein es paradójico en varios sentidos. Fue un judío alemán que se sentía ciudadano del mundo, sionista, socialista y agnóstico a la vez. Fue un pacifista pasional y sin embargo abogó por la construcción de la bomba atómica por parte de Estados Unidos. Aborrecía la fama y a la vez la cultivaba con su carácter excéntrico. Su imagen más icónica lo muestra con el cabello blanco alborotado, sacándole la lengua al mundo.

Esta es la última entrevista que concedió, dos semanas antes de morir, de muy buen humor, en la que aborda la historia y la filosofía de la ciencia, el trabajo y la ética de sus colegas, a lo largo del tiempo.

Desde el 8 de marzo, La Razón presenta semanalmente a sus lectores la serie “Grandes entrevistas”, una selección de 20 diálogos con personalidades de la política, la ciencia, la cultura, el deporte y otros ámbitos, que dejaron huella e hicieron historia. La sexta entrega de la colección, que de seguro usted querrá tener en su biblioteca, está dedicada a Albert Einstein; el texto íntegro lo podrá encontrar en la edición impresa de la revista Escape correspondiente a la fecha.