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Hogar del niño

La infancia de María Cutili Huanca fue muy dolorosa. Cuando la recuerda, los ojos se le ponen vidriosos, su respiración se hace lenta y sus labios empiezan a temblar. Creció en un hogar inestable pues fue abandonada por su padre cuando tenía apenas meses de vida, entonces quedó a cargo de su madre que hizo de todo para sobrevivir junto a ella y sus otras dos hijas. Lavandera, ayudante de albañil, cocinera, ama de casa, todas las labores posibles para hacer más llevadera la vida. Pero las carencias también eran pan diario en aquella humilde casa de la ladera oeste de la ciudad de La Paz, un barrio naciente bautizado como Las Lomas, que por aquel entonces se construía gracias al esfuerzo de migrantes del área rural en su mayoría.

La madre y sostén del hogar se enteró de que en el suburbio existía un albergue donde podía dejar a su hija, mientras ella asistía a su duro trabajo de la construcción. Entonces la pequeña María, de tan solo cinco años, fue a parar al Centro Integral San José Las Lomas, donde había muchos niños como ella.Allí le enseñaron las normas de trato social, tuvo sus primeras clases de escuela y recibió mucho amor de parte de los guías del lugar. Allí vivió esa extensión de su hogar y su familia cerca de 20 años. “Mi madre salía a trabajar a las 06.00 y me traía aquí, estaba hasta el mediodía que me tocaba ir al colegio, pero era aquí donde me controlaban las tareas”.

Posteriormente María, una vez bachiller y con el apoyo del centro que le consiguió media beca, logró estudiar y recibirse de enfermera. Una vez profesional, se casó, pero su hogar siguió la misma suerte que el de sus padres. Se separó y desde aquel día María y su pequeña pasan sus jornadas en el centro, ella trabajando en la enfermería y la niña, por ahora, cursando el prekínder. “Mi hija es mi razón de vida”, cuenta la madre sentada en su escritorio y con los ojos vidriosos. Vidriosos pero de alegría.

La Sociedad Católica de San José trabaja desde 1878 apoyando el accionar pedagógico como una forma primordial de ayuda al desarrollo de las comunidades necesitadas. Y bajo esa premisa creó el Centro Integral San José Las Lomas en 1988, cuyo objetivo institucional es apoyar a los participantes a ejercer sus derechos a la vida, salud y educación, brindándoles oportunidades para participar en actividades de prevención y atención integral, fortaleciendo actitudes que les permitan elevar su calidad de vida y su aptitud de vivir en armonía con la sociedad y su entorno. Así lo explica Mónica Zalles Flossbach, directora ejecutiva del centro.

“El mandato de la institución se concreta en el servicio de apoyo a las comunidades de las zonas de Las Lomas y Alpacoma a través de la estimulación a niños y niñas de seis meses a seis años; apoyo escolar a niños, niñas y adolescentes de 7 a 18 años; capacitación a madres y padres de familia de manera preventiva; servicios de salud y odontología, y acceso a bibliotecas e internet para la comunidad en general”, explica Zalles.

El centro tiene una cobertura de 827 niños de 415 familias que viven en la zona de Las Lomas y diez zonas aledañas a la institución, e indirectamente con algunos servicios a 45.370 habitantes de la zona, de acuerdo con los datos demográficos de la Subalcaldía de Cotahuma. La oficina de la Sociedad Católica de San José queda en la calle Almirante Grau 170, donde administra un estacionamiento cuyos fondos se destinan a la obra social del centro.

La institución tiene diversas modalidades de enseñanza para con sus beneficiarios. La de Creatividad Preescolar Base Centro está dirigida a niños y niñas menores de seis años, está organizada en tres grupos: 1) Cunas A, niños de seis meses a dos años, 2) Cunas B, niños de dos a tres años y medio, y 3) Transición, niños de tres años siete meses a cinco años 11 meses. A estos grupos se brinda atención integral con base en dos componentes: estimulación temprana y salud-nutrición, ámbitos que se relacionan con el desarrollo y crecimiento. “El Preescolar Base Hogar se basa en la atención en el hogar, su objetivo es promover, en madres, padres y primeros cuidadores, una comprensión sobre la importancia de su papel como principales cuidadores de sus niños y niñas menores de seis años, para que apoyen su crecimiento y desarrollo, reconociendo que el mejor ambiente educativo para ellos es la familia inmediata”, explica Zalles Flossbach.

Por último, el Apoyo Pedagógico y Escolar está dirigido a niños, niñas y adolescentes de seis hasta 18 años, y tiene como principal objetivo mejorar su aprendizaje escolar, además de fortalecer sus habilidades sociales y cognitivas mediante la participación en diferentes actividades de desarrollo personal y recreación.

Wilfredo Castro es el director del centro en Las Lomas. Él revela que desde la gestión 2013 se ha implementado en la sede el proyecto de Seguridad Alimentaria en el que los niños empiezan a producir alimentos que son altamente nutritivos. “Ellos se involucran en la preparación de la tierra, la siembra y la cosecha, además del manejo del huerto. Los niños tienen sesiones de capacitación a través de juegos en las que se les insta a comer alimentos saludables, como vegetales y frutas, y en los horarios correspondientes”, señala Castro.

Además de los niños también participan sus padres, quienes son adiestrados en la manipulación y preparación de comidas. “El trabajo debe ser integral, tratamos de involucrar a toda la familia. Lo más importante es que muchos de los niños beneficiarios que pasan sus años aquí se realizan profesionalmente; tuvimos el caso de un médico que viajó a estudiar al exterior y cuando volvió nos brindó asesoramiento”, dice el director de la institución.

Iver Poma Mamani vivió gran parte de su vida en el Centro Integral San José Las Lomas. Hace poco egresó de la carrera de Ciencias de la Educación de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y pidió realizar sus prácticas guiadas en el lugar donde pasó, dice, los mejores años de su niñez. “Aquí se trabaja pedagógicamente para mejorar las condiciones y aptitudes de los niños”. Iver, quien sigue viviendo en Las Lomas, recuerda que recibió gran ayuda de parte de los guías del centro para sobresalir y finalmente egresar de la carrera que lo apasiona. “Así como me ayudaron, yo también quiero ayudar a quienes lo necesitan. Yo no tenía acceso a libros ni biblioteca, aquí encontramos esa ayuda”.

“En esta zona aún se viven problemas económicos y el centro no solo brinda apoyo pedagógico sino también económico. Tengo tres hermanos, los cuatro nos hemos criado aquí; yo soy el mayor y quienes me siguen también han logrado terminar el colegio”, explica el futuro pedagogo.

Mónica Zalles Flossbach señala que el centro cuenta con el programa de becas Saavedra “para dotar de estudios técnicos a los chicos que salen bachilleres con buenas notas. En contraparte, estos jóvenes deben trabajar de entre tres a cuatro horas diarias en nuestros centros integrales. Una vez que terminan con sus estudios, se los contrata como funcionarios de la institución”, apunta.

Los requisitos que cumplen los beneficiarios son situación de extrema pobreza, madres jefas de hogar que necesitan trabajar para sustentar a su familia, vivir en la zona, contar con un ingreso mínimo que no cubra las necesidades básicas de una familia y niños con riesgo de desnutrición.

Mireya Quispe es otra de las mamás que lleva a su hijo Camilo al centro para que lo cuiden, mientras ella y su marido trabajan. Dice que se enteró de la existencia de la institución a través de unas educadoras que visitaron su casa. “Mi marido es carpintero y yo cocino para vender a la gente. Éste es un buen lugar para Camilo, para que se ambiente y tenga amigos. Juega y estudia y después viene con nosotros”, señala Mireya, quien ve cómo su pequeño comparte con el resto de los niños, entre ellos la hija de la enfermera María, quien sonríe y no oculta su felicidad de tener a sus amiguitos y a su madre en un mismo “hogar”. Cae la tarde en Las Lomas. Es hora de volver a casa.