Icono del sitio La Razón

Shadia Dueri

Ganadora de once medallas en competiciones de tenis del Special Olympics en Sucre, Trinidad, Santa Cruz y La Paz, Shadia Dueri, de 27 años, las expone y las muestra orgullosa. Su travesía en este deporte comenzó el anteaño pasado gracias a su inspiración, el español laureado y número uno Rafael Nadal.
Con la mano izquierda lanza la pelota hacia arriba y luego hace contacto con la raqueta logrando espectaculares saques. Ésta es su rutina creada a manera de entrenamiento tres veces a la semana, una hora por día, en el Club de Tenis La Paz de la zona sur.

Shadia llegó a Special Olympics en 2010 gracias a una de sus mejores amigas junto a quien practicaba este deporte en el Club de Tenis; ella la ayudó a inscribirse para que participara en los juegos olímpicos. “Special Olympics es importante para mí porque me ha ayudado a tener nuevos amigos. Mi familia está muy contenta con eso y por eso me acompaña en mis partidos, me apoyan en todo, se ponen felices si gano o si pierdo, porque lo fundamental es divertirse y hacer amigos”, dice la campeona dentro y fuera de la cancha. Los deportes que también realiza, pero más por pasatiempo que para competición, como ella misma dice, son equitación y natación. “Los sábados salimos con mi familia de Valencia a galopar o simplemente a trotar en los caballos. Esta actividad me encanta porque disfruto del paisaje, de las montañas, de los ríos, creación de Dios que no se puede apreciar en la ciudad”, señala. Shadia cuenta además que le gusta nadar, pero confiesa que aunque trata de hacerlo todos los días, muchas veces no le da el tiempo por el trabajo que efectúa en el hotel Presidente como supervisora y por sus estudios en la Escuela Hotelera, donde tiene profesores que le explican pacientemente lo que no entiende con facilidad a diferencia de los demás. “Escogí esta carrera para ayudar a mi familia en la parte de hotelería en el hotel Presidente del que son dueños, es decir, para mejorar la administración y los servicios”, explica.

Shadia concluye su ajetreado día con una buena película o escuchando música clásica en el Centro Sinfónico, donde asiste con su abuelo. “Cuando voy ahí me relajo, siento que vuelo con esa música del director Mauricio Otazo”, señala.