El secreto de la Piedra misteriosa
Restos pétreos en Incahuara, a más de 290 kilómetros de La Paz, aún no encuentran explicación alguna sobre su origen y su significado.
Asombro. Ésa es la primera sensación al observar la piedra de al menos un metro y medio de altura —escondida entre árboles y cerca de un acantilado que lleva al río Kaka—. En ese momento se tiene la certeza de que valieron la pena las más de diez horas de viaje desde la sede de gobierno hasta Teoponte, y queda como reto saber, o tratar de conocer, el significado de esos jeroglíficos.
Se trata de restos pétreos que se encuentran en la comunidad Incahuara, en el cantón Mayaya del municipio de Teoponte, provincia Larecaja, a más de 290 kilómetros de la ciudad de La Paz.
Llegar a donde está ubicada la piedra labrada no es una tarea fácil debido, principalmente, a que la carretera a este sector de los Yungas es interrumpida desde las 07.00 hasta las 17.00, de lunes a sábado, por los trabajos para habilitar la vía Santa Bárbara-Caranavi-Quiquibey, que forma parte del Corredor Amazónico y que unirá el norte de La Paz con Beni y Pando.
Para arribar a Teoponte se tiene que seguir el camino hacia Guanay, donde el puente Coroico indica el desvío que conduce al municipio conocido por la incursión, en la década de los años 70, de 67 jóvenes pertenecientes al Ejército de Liberación Nacional (ELN) —seguidores de la doctrina socialista de Ernesto “Che” Guevara—, quienes llegaron a estas tierras para iniciar una insurrección que terminó con la muerte de casi todos sus miembros en manos del Ejército boliviano.
45 años después de estos hechos, la Unidad de Turismo, Cultura y Deportes, dependiente del Gobierno Autónomo Municipal de Teoponte, organizó una visita al territorio con el fin de mostrar su riqueza natural, además de presentar y promocionar sus sitios arqueológicos.
En el viaje para llegar al yacimiento, el camino seco y polvoriento impide que se puedan abrir las ventanas del vehículo. Es una tarde de finales de septiembre, la temperatura ambiente sobrepasa los 35 grados, así que la sensación térmica dentro del motorizado se acerca a los 40 grados.
Luego de casi una hora de recorrido, 15 minutos antes de arribar a Mayaya —donde está el puerto que permite navegar por el río Kaka, que es el ingreso al Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Madidi—, una colina poblada de árboles muestra la ubicación de Incahuara.
Para llegar a los restos es necesario caminar por un sendero en zigzag que lleva a lo alto de la loma. La humedad aumenta cuanto más se adentra en la arboleda, pero ello no impide encontrarse con la riqueza arqueológica. El agua de coco que proveen los lugareños a los visitantes es un aliciente para continuar la caminata. A la orilla del acantilado que lleva al río Kaka se observan cuatro piedras de más de un metro y medio amontonadas en un costado. Pero una se diferencia porque es la única que tiene grabadas figuras de soles, lunas, estampas antropomorfas y flores, además de líneas que hasta ahora no encuentran explicación acerca de su significado.
“La roca no estaba en esa posición”, comenta Juan Mollo, vecino de Incahuara, quien recuerda que desde la fundación de la comunidad, en la década de los 90, ya se hablaba de la existencia de esta pieza arqueológica. “Las figuras de la roca eran más visibles, pero se están perdiendo según van pasando los años. Antes se notaban monitos y más flores”. Como consecuencia del transcurrir del tiempo, la pieza luce entre marrón y verde, como si una especie de musgo quisiera esconder para siempre sus secretos.
Según Beymar Oliver, jefe de la Unidad de Turismo, Cultura y Deportes, en Incahuara había más rocas labradas, pero los mineros cooperativistas de la región, en su constante labor de búsqueda de oro, cubrieron con tierra casi todos los vestigios pétreos de la historia de Teoponte. “Han trabajado en el lugar y no han tenido el cuidado de proteger las piedras”, se lamenta.
Según uno de los pobladores, un geólogo aseguró que la piedra contiene el mapa de yacimientos auríferos. Es por ello que en los alrededores hay varios hoyos, como cavados por roedores, que son la muestra de que hace poco intentaron hallar el metal precioso. “La piedra ha sido maltratada por gente que pensaba que debajo había un tesoro; no obstante, la han puesto en su lugar por gestiones de la comunidad y el distrito de Mayaya”, dice Beymar. Una explicación preliminar la otorga el historiador Carlos Ostermann, quien afirma que los restos son prehispánicos, relacionados con la cultura incaica. “Es una región bastante importante dentro del incario, porque en esa zona en particular hubo presencia de los incas mucho más larga en el tiempo, pues en otras regiones de Bolivia solo estuvieron 70 años antes de que llegaran los españoles”.
El arqueólogo Jédu Sagárnaga explica que se trata de un petroglifo, es decir una roca en la que se han grabado algunos motivos, en este caso, geométricos.
“Estas manifestaciones son muy frecuentes en tierras bajas. No se tiene certeza de la época a la cual se refieren, pero parecen ser tardíos, tal vez entre 1.100 y 1.400 d.C. Tampoco se sabe su significado, pero el hecho de que siempre estén asociados a importantes cursos de agua nos estarían indicando que se trata de señales relacionadas a la navegación y/o a la pesca”.
El especialista lamenta que las investigaciones arqueológicas no tengan el apoyo del Gobierno central, “pues estamos presenciando la pérdida de esa riqueza”. Es por ello que el Concejo Municipal de Teoponte aprobó una ley de protección a este sitio arqueológico, además de que el gobierno municipal logró financiamiento, a través del ex Fondo Indígena Originario Campesino (Fondioc), de Bs 890.280 para llevar a cabo estudios que revelen el significado de estas piedras. Sin embargo, hasta el momento se desconoce la etapa en la que se encuentra el trámite.
Mientras algunos comunarios vuelven a mirar fijamente la piedra para intentar desvelar el secreto de las figuras, Juan asegura que antiguamente este espacio era empleado por los incas para su descanso. Un par de metros cerca de la piedra labrada, otras dos piezas llaman la atención por su forma singular. Se trata de una roca que parece tina, con asientos para dos personas. De acuerdo con los lugareños, los viajeros incas llegaban a este espacio para descansar, por lo que forjaron la roca hasta convertirla en un recipiente de agua. Casi al lado, otra pieza muestra los resquicios de un canal que, al parecer, llevaba el agua hasta el recipiente de piedra.
Otros pobladores comentan que existe una cueva donde los caminantes solían descansar. Para ello, bajan a través de un sendero de medio metro de ancho con ramas y hojas que dificultan la caminata. “Si te resbalas te puedes caer al río Kaka”, previene uno de ellos, así es que se aguzan los sentidos para evitar cualquier accidente en un descenso de aproximadamente 20 metros. Cinco metros debajo de la piedra labrada, una cueva de cuatro metros de ingreso y tres de profundidad muestra un espacio donde posiblemente reposaban quienes llegaban hasta este territorio paceño. “Este espacio era grande, como si pasara al otro lado del cerro”, afirma Lucio Otoya, poblador de Incahuara, quien considera que había un túnel que salía a otra área cercana; no obstante, lamenta que la crecida del río tapara con arena este orificio. Los especialistas aseguran que parte de la historia de Teoponte y del país se encuentra en una piedra de un metro y medio, que con la investigación adecuada puede asombrar aún más a los visitantes y lugareños de Incahuara.
Normas de protección
Con el fin de salvaguardar los restos arqueológicos ubicados en la comunidad de Incahuara, el Concejo Municipal de Teoponte aprobó en julio de este año la Resolución Municipal 55/2015, que en sus partes principales indica:
Artículo primero.- Por mayoría de concejales se aprueba la protección municipal del patrimonio cultural arqueológico en todos los distritos del municipio, amparados en la Ley 530, Ley del 24 de mayo de 2014, Ley del Patrimonio Cultural Boliviano y reglamentos del Estado Plurinacional de Bolivia.
Artículo segundo.- Se deberá respetar y hacer estricto cumplimiento del: Artículo 14. (Tenencia del patrimonio cultural arqueológico, paleontológico y subacuático). I. El patrimonio arqueológico, paleontológico y subacuático boliviano pertenece al Estado; esta propiedad es colectiva e incluye a todos los bolivianos del presente y de las generaciones futuras. Ninguna persona o institución privada o pública puede reclamar la misma a título personal. II. Se reconoce el derecho de tenencia, a toda persona que tenga objetos del patrimonio arqueológico, paleontológico y subacuático, con la obligación de cumplir con su registro, conservación, protección y salvaguarda. III. Los bienes arqueológicos, paleontológicos y subacuáticos, que a la promulgación de la presente ley no hubieran sido descubiertos, son de propiedad del Estado.
Artículo tercero.- El Gobierno Autónomo Municipal de Teoponte sancionará de acuerdo con las normas vigentes cualquier daño ocasionado al legado arqueológico del municipio de Teoponte, además se dará estricto cumplimiento a la Ley 530, Ley del 24 de mayo de 2014, Ley del Patrimonio Cultural Boliviano con todos los artículos que intervengan dentro de esta Resolución.