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Protectores de animales

Algunos países europeos son la avanzada y contemplan a los animales, en sus códigos civiles, como seres que sienten y no como bienes. La Unión Europea ya se ha puesto las pilas y, en su normativa (Tratado de Funcionamiento de la UE), “reconoce a los animales la capacidad de sentir, y se insta a los Estados miembros a que adapten la legislación para proteger a los animales de su maltrato, asegurando su bienestar”, explica Silvia Barquero, presidenta del Partido Animalista PACMA.

Matar a un caballo a garrotazos o dejar morir de hambre a un perro no era delito en países como España hasta julio, cuando entró en vigor la reforma del Código Penal en materia de protección animal. ¿Resultados? A finales de octubre, los medios de comunicación informaban de los dos primeros ingresos en prisión por maltrato y abandono animal con resultado de muerte en el país ibérico.

Para la catedrática Teresa Giménez, directora del primer máster de Derecho Animal en España, que imparte la Universidad Autónoma de Barcelona, las sentencias responden a la nueva legislación nacida de la mayor sensibilidad hacia los derechos de los animales, tanto en la sociedad como en el ámbito jurídico.

“El animal pasa así a ser un objeto de protección jurídica, un bien jurídico por él mismo, y no solo porque forma parte del medioambiente, que era la corriente doctrinal anterior”.

Maltratar no es solo infringir daño físico o privar de necesidades básicas a los animales, recuerda Barquero. También lo es el abandono. “Abandonar significa provocar una muerte segura, pues no pueden procurarse ellos mismos el alimento y el bienestar.

Tampoco hay en ninguna Comunidad Autónoma una ley que prohíba el sacrificio de animales sanos en perreras. No tiene sentido permitir la venta cuando otros están en el corredor de la muerte de las perreras. Si  en varias legislaciones los reconocen como seres sintientes y no bienes inmuebles, es lamentable que aquí los vendamos y compremos”, dice Barquero.

Los británicos fueron los primeros en tipificar el maltrato animal como delito. Las peleas de perros en público fueron prohibidas ya en 1902, y en 1822 la llamada Ley Martin recogió por primera vez la jurisprudencia que, desde el siglo XVIII, reconocía la protección de los derechos del ganado y del caballo, complementándose con otra ley de 1900 en relación con los animales domésticos.

“Fue un hito en la época, al combinar el criterio de bienestar de los animales con la moralidad del comportamiento humano tan propio del siglo XIX”, apunta Giménez. “Otro hito fue la publicación del libro Animal Machines, de la activista Ruth Harrison, en los años 60, que puso por primera vez en la alerta social la producción intensiva de los animales en las granjas”.

Asimismo, el artículo 20 de la Constitución alemana contempla desde 2002 que el Estado “tiene la obligación de proteger los fundamentos naturales de la vida y de los animales en el interés de futuras generaciones”. La ley especial Tierschutzgesetz castiga con penas de prisión de hasta tres años o multa a quien mate sin causa razonable a un animal vertebrado, que le provoque graves dolores o sufrimientos, o que les someta a ellos durante largo tiempo o de forma reiterada.

“El Código Penal alemán ha reforzado las penas de forma progresiva considerando a los animales un bien jurídico por sí mismo. Y Alemania es, junto a Holanda y Dinamarca, pionero en penar la explotación sexual de los animales”, señala la directora del máster de Derecho Animal de la UAB.

Suiza cuenta con una de las leyes más completas del mundo. En caso de maltrato cruel, los animales pueden llegar a tener un abogado proporcionado por el Gobierno. El maltrato cruel e intencionado se castiga con penas de hasta tres años y cerca de 20.000 dólares.

Las leyes especiales, como la Tierschutzverordnung de 1981 y la Tierschutzgesetz de 1978, prohíben el maltrato y castigan con penas de multa o cárcel casos que van desde el descuido grave o las molestias innecesarias hacia cualquier animal, hasta la muerte cruel; disparar a animales domésticos; emplearlos para espectáculos o anuncios en caso de suponerles dolor o sufrimiento; dejarlos expuestos a algún peligro por abandono; la amputación o destrucción de algún miembro del cuerpo; o doparlos para actividades deportivas.

Asimismo, la máxima pena en Francia no supera los dos años de prisión y 30.000 dólares de multa. Castiga con pena de cárcel o multa el ensañamiento grave o de carácter sexual y los actos de crueldad hacia animales domésticos, amansados o en cautividad, incluyendo el abandono, considerándolos como actos realizados de forma intencionada, con maldad y con ánimo de infringir sufrimientos. También sanciona, con multas, el atentado involuntario o doloso contra la vida de un animal.

Desde 1993, Italia también castiga con pena de prisión hasta un año o multa a quien mate o haga inservibles animales de terceros, con especiales agravaciones en caso de uso de medios especialmente peligrosos, y a quien hace trabajar duramente sin necesidad al animal, le tortura u obliga a efectuar labores inapropiadas por su edad o enfermedad.

Se penaliza toda forma de maltrato como el abandono, organizar espectáculos donde se dañe al animal, captura o tenencia de pájaros o gatos en jaulas pequeñas, tenencia de perros con infecciones o desnutridos o —eso tan extendido a veces— de dejarlos durante el verano encerrados en vehículos. También es interesante la protección de los animales en experimentación.

“Pero, sobre todo, es admirable que la propia república italiana recoja en su Constitución el respeto por los animales como un elemento de la propia vida de las personas”, expresa Giménez.

La pena más dura

En el caso de Estados Unidos, las leyes de protección animal pertenecen al ámbito local, lo que la hace muy desigual entre Estados. Nueva York multa con 1.000 dólares o penaliza con un año de prisión la crueldad, tortura, maltrato, muerte o no alimentar lo suficiente a un animal. Cuando el maltrato incluye prácticas sádicas o depravadas, la multa puede elevarse a 5.000 dólares, y la pena puede alcanzar los cinco años de prisión.

La sentencia condenatoria más alta por maltrato animal se produjo en Alabama, con 75 cargos de crueldad animal y fraude y 99 años de prisión. Según un informe de la Coordinadora de Profesionales por la Prevención de Abusos (CoPPA), el gobierno federal, y la mayor parte de los Estados, cuentan con normas que incluyen el abuso sexual a animales en el mismo marco que los delitos sexuales en general.

Heredera de la normativa británica, Australia también sanciona el abandono de animales domésticos con penas de hasta cinco años de cárcel y multas de 100.000 dólares. Cinco de los ocho estados de Australia incluyen de forma explícita el maltrato animal entre los delitos de violencia doméstica, y hay restricciones sobre el tipo de mascotas que se pueden tener en casa (solo perros, gatos, conejos, caballos, cerdos, palomas, cabras y abejas).

“Australia y Nueva Zelanda están entre los países más avanzados en materia de protección animal, gracias a iniciativas como Proyecto Gran Simio, que promueve el derecho a la vida y la libertad de los grandes simios”, explica Barquero.

Por otro lado, el Código Penal tipifica el delito de maltrato a un animal, que significa: maltratarlo cruelmente o torturarlo innecesariamente y se castiga con pena de prisión de hasta un año o multa. También su Código Civil establece desde 1998 que los animales “no son cosas, sino que se les protege a través de normas especiales”. Esto es importante, ya que las normas relativas a las cosas son aplicables a los animales mientras no exista disposición al respecto, y desde 2000, se les otorga un estado jurídico distinto del de simple res.

La legislación boliviana

El 1 de junio de este año entró en vigencia en Bolivia la Ley para la Defensa de los Animales contra Actos de Crueldad y Maltrato, que tipifica y sanciona el trato cruel y el biocidio. Con la nueva norma, ambas figuras son incorporadas al Código Penal.

Según las disposiciones de la Ley 700, en los casos de trato cruel se sancionará con privación de libertad de seis (6) meses a un (1) año, y multa de treinta (30) a sesenta (60) días o prestación de trabajo de tres (3) a seis (6) meses, a quien:

• Ocasionare, con ensañamiento o motivos fútiles, sufrimiento grave y daño que provoque la pérdida total o parcial de un sentido, de parte de su fisonomía o de un órgano, a un animal.

• Utilizare a un animal para práctica sexual.

El castigo será agravado en un tercio de la pena máxima, si producto del trato cruel, el animal muere.

En cuanto al biocidio, se sancionará con privación de libertad de dos (2) años a cinco (5) años y multa de treinta (30) a ciento ochenta (180) días, a quien matare con ensañamiento o con motivos fútiles a un animal.

La sanción será agravada en un tercio de la pena máxima, si se matare a más de un animal.

Se exime de la aplicación de la ley, el uso de animales en actos de la medicina tradicional y ritos que se rigen conforme a la cultura y tradiciones de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, debiendo realizarse evitando el sufrimiento innecesario y agonía prolongada.

Asimismo, la norma excluye las disposiciones referentes a la fauna silvestre, que serán reguladas por preceptos específicos.

Salvado por su mascota

El actor estadounidense Mickey Rourke confesó lo cerca que estuvo de poner fin a su vida si no hubiera sido por una de sus mascotas. “Me estaba haciendo daño y un día me senté en el armario. No podía soportarlo más y tomé una pistola”, declaró el actor, durante la proyección del documental Eating Happiness.

“Estaba pasando por un momento muy difícil”, recordó visiblemente emocionado el boxeador de 63 años, añadiendo lo importante que sus mascotas son para él, según publica Page Six. Fue uno de sus perros el que consiguió que el actor no se suicidara: “Estaba decidiendo en qué parte de mi cabeza ponerla (la pistola) y mi perro, Beau Jack, me miró sollozando y me dijo con sus ojos: ‘¿Quién va a cuidar de mí?’, y me hizo bajar el arma. Estaba listo para irme”.