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La ruta de la Niebla

Después de comer un pedazo de chocolate, Filiberto Patzi levanta su vaso y bebe del elíxir. Al principio no siente el sabor, como si el paladar y la lengua hubiesen sido forrados con la pasta del cacao, pero en cuanto el líquido pasa por su garganta asegura percibir el gusto amargo y agradable de la cerveza artesanal. Ésa es una de las mejores experiencias del recorrido turístico por la planta Niebla Boliviana. En los países vecinos hay una variedad de recorridos por fábricas de cerveza que tienen como objetivo ofrecer nuevas experiencias. Buenos Aires Beer Tour, en Argentina; Tour Amantes de la Cerveza Altamira en Valparaíso, Chile, y Tour Cervecero de Teach en Lima, Perú, son solo algunos ejemplos.

En sintonía con esta tendencia cada vez mayor, la empresa Niebla Boliviana abre las puertas de su planta para mostrar el proceso de elaboración de al menos tres variedades de cerveza, que se inicia con un viaje de una hora y media desde la plaza San Francisco hasta la industria ubicada en Viacha, capital de la provincia Ingavi, a 36 kilómetros de la sede de gobierno. Filiberto, iniciador de este emprendimiento —quien prefiere el diminutivo Betto—, afirma que una de las motivaciones principales para instalarse en esta urbe es que la primera cerveza en el país fue preparada en Viacha, cuando inversionistas alemanes descubrieron que la mejor agua para elaborar la bebida está en este lugar. “El líquido es de fundamental importancia. Todos buscan un tipo de agua que sea muy blanda, de parámetro neutro y que tenga bastante calcio, aunque natural. Ésa es agua cervecera”, explica Betto, quien acompaña a la delegación desde La Paz y que antes del ingreso a Viacha señala una pared blanca del actual depósito de la Sociedad Boliviana de Cemento (Soboce), donde estaba la compañía germana.

Niebla es la culminación feliz de un sueño que nació a finales de los años 80, cuando unos amigos que estudiaban ingeniería agrónoma en Alemania le propusieron elaborar cerveza. Él recuerda que su familia se dedicaba por aquellos años a la producción lechera, en tanto, el grupo de futuros ingenieros había descubierto, como parte de los recorridos por sectores agrícolas del país europeo, que en las granjas elaboraban su propia bebida a base de cebada.

Cuando volvieron al país, los becarios le plantearon a Betto la elaboración de esta bebida en su propia casa. “En un principio no les creía que se podía hacer cerveza, porque pensaba que era un procedimiento muy complicado y costoso”.

Emprendimiento

No muy convencido del todo, Betto y sus socios compraron la malta, pero no pudieron conseguir el lúpulo, otra de las materias primas para producir el licor.

Éste no era el único imponderable, ya que los bancos les negaron un préstamo para continuar con el emprendimiento. Estos problemas ocasionaron que el plan se diluyera, en apariencia, para siempre. Para aquella época, José, Iván y Boris —los hijos de Betto— eran menores de edad y solo presenciaban la tristeza de su padre por no materializar su idea. Varios años después, José —el hijo mayor de la familia Patzi— fue a trabajar a Santiago de Chile como ingeniero industrial. En esa urbe descubrió que varios restaurantes ofrecían una cerveza hecha en casa. Tras un tiempo, sus otros hermanos también viajaron al país transandino para cursar estudios postuniversitarios y se dieron cuenta de que era posible la elaboración de cerveza artesanal en La Paz.

Para madurar la idea, los hermanos experimentaron en los tours que organizaban compañías como Kross, Kunstmann y Altamira del vecino país.

Cuando retornaron a Bolivia para pasar sus vacaciones, los tres hermanos recordaron a su padre el proyecto frustrado, con la novedad de que ahora sí podía hacerse efectivo, esta vez a través de una sociedad familiar. Al poco tiempo, Betto viajó a Santiago a pasar cursos de elaboración de cerveza y adquirió los elementos esenciales para preparar el espumoso brebaje.

Tras varias pruebas y experimentos, el padre de los Patzi consiguió la cerveza artesanal que quería, así es que invitaba a amigos y familiares para que degustaran su creación. Fue tal el éxito que la familia empezó a recibir pedidos de propios y extraños hasta que los hermanos convencieron a su papá Betto y a su mamá María Inés de instalar una fábrica en su casa de Viacha. Los registros del Senasag (Servicio Nacional de Seguridad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria), la importación de las máquinas y los contactos con los proveedores fueron los últimos obstáculos que, en esta ocasión, no iban a impedir hacer realidad el sueño de los Patzi.

Uno de los problemas finales y más complicados fue dar nombre al producto, ya que hubo más de medio centenar de alternativas y diseños. Una madrugada, mientras los hermanos se trasladaban de Viacha a La Paz, se encontraron con una niebla espesa que impedía observar a más de unos cuantos metros. “La niebla es una de las aguas más puras para el consumo, pues no es ácida, no tiene sales”, explica Boris, con quien coincidieron sus hermanos para bautizar el nuevo producto como Niebla Boliviana. Con una inversión de aproximadamente $us 80.000, los Patzi hicieron realidad el sueño de más de 20 años, por lo que ahora, con la tendencia de los tours en países vecinos, iniciaron recorridos turísticos a través del nuevo emprendimiento.

Ubicada a dos cuadras de la plaza principal de Viacha, los visitantes son recibidos en la planta por las salteñas del lugar, conocidas por su gran tamaño y gigote dulce. Con una polera negra que en el pecho tiene un logotipo vistoso (15 espigas sobre tres líneas onduladas que simbolizan una niebla), el encargado de explicar la historia de la cerveza y de Niebla es Diego Venegas, un técnico que llegó desde Chile. Él explica que el proceso para la elaboración de la cerveza comienza con el molido de los granos de cebada, que luego son llevados a unas ollas de acero inoxidable, donde después se le agrega el lúpulo, que otorga amargor, sabor y aroma.

Al llegar al salón donde están los envases de fermentado, los invitados prueban una cerveza de color anaranjado, parecida a la chicha de maíz, aunque con una consistencia agradable y un sabor sin igual. Como parte de la experiencia, los visitantes degustan los granos de cebada, mientras Juan Carlos Cruz, uno de los empleados de la cervecera, explica sobre las variedades y los secretos de esta materia prima.

Una novedad del recorrido turístico es la presentación de la cerveza Pilsener y el barley wine, un vino de cebada que deja un sabor agradable, que se sumarán en estos días a la oferta de la stout, pale ale y red ale, disponibles en botellas de 330 y 750 cc, además de barriles de 30 y 50 litros.

Posteriormente se enseña la combinación de las cervezas con algunos alimentos. Por ejemplo, la mezcla de la bebida stout —o cerveza negra— con chocolate, la red ale con embutidos y la red ale con queso.

Mientras comparte con los visitantes, Betto se muestra feliz por haber concluido un sueño de hace más de 20 años, que ahora se convierte en el tour de una niebla espumosa.

Tres tipos de niebla

‘Stout’

Stout es el nombre de un estilo de cerveza tipo ale, originario de las Islas Británicas. Es una bebida oscura, incluso negra, densa, algo dulzona, de fermentación alta y fabricada con malta tostada al fuego. La recomendación de Niebla es comer un pedazo de chocolate o carne con salsas fuertes antes de degustar la bebida. En el caso del postre, da la sensación de cubrir el paladar y la lengua para sentir el sabor en la garganta.

‘Pale Ale’

Es una cerveza pálida, amarga y normalmente envasada en botella. En el Reino Unido, hasta antes de la Revolución Industrial, la mayoría de las cervezas eran oscuras. Cuando se introdujo un estilo de cerveza más pálido, se le llamó pale ale, aunque normalmente tienen un color ámbar o bronce.
Expertos en la materia recomiendan tomarla acompañada con quesos maduros, comida mexicana, mariscos o pizzas.

‘Red Ale’

Conocida también como irish red ale, es un tipo de cerveza tradicional de Irlanda hoy casi desaparecido. Su ligero color rojo se debe al tostado de la cebada además de la malta. La maltosidad y color logrados provienen mayormente del uso de tradicionales maltas brown, cebada tostada y almíbar de azúcar. Para apreciar mejor el sabor de esta bebida se aconseja acompañar con pastas, jamón, hamburguesas y cerdo a la parrilla.