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Martín Céspedes

Apostó por el arte desde adolescente, pues sentía que la capacidad de transmitir mensajes positivos puede cambiar la forma de pensar y sentir de las personas. Martín Céspedes nació en 1975 en La Paz, estudió en el colegio Don Bosco, donde empezó con sus primeras lecciones sobre comunicación social y fue en esa faena donde descubrió el mundo del teatro, al cual se abocó de lleno. Una vez egresado comenzó con la actuación en el Taller Cultural de Derecho de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), donde fue afianzando su idea apasionada “sobre el arte de decir cosas, de poder expresarme”.

Ya por aquellos años, década de los 90, acompañó la iniciativa de construir una sede para las expresiones culturales dentro de la misma facultad, recinto donde se estrenaron grupos de pop-rock como Deszaire o el Ballet Folklórico ADAF Bolivia. Hacia 1999 descubrió esa rama del teatro que académicamente se define como Narración oral y que coloquialmente se conoce como Cuentacuentos. “Fue un descubrimiento y un reto. Hablando en términos de marketing o administración, era un nicho en el mercado paceño y boliviano”, explica. Con las herramientas básicas, se fascinó con la posibilidad de crear, de contar cosas de una manera diferente, “de una forma sencilla, pero no simple. Solo la palabra, dejando en un segundo plano la parafernalia escenográfica, las luces o los efectos”. Martín asegura que se trata de un arte escénico en pleno desarrollo. “De hecho, con relación a las artes clásicas, aún falta la construcción de fundamentos teóricos; la tradición oral es antiquí- sima, pero como arte escénico está en construcción”.

También dice que en los últimos años analiza y reflexiona sobre los fundamentos ideológicos y filosóficos de la narración de cuentos. “Cada vez que viajo o llega alguien de afuera, busco conversar y deshilar”.

Para Martín, la relación del escenario debería ampliarse para incluir a los narradores-escuchas, según define. “Ese creo que sería el ideal en una narración de cuentos”. En sus encuentros, le gusta citar una frase anónima que resume su amor por lo que hace: “Los cuentos, más que para dormir a los niños, sobre todo sirven para despertar a los adultos”.