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Música de madera

El sonido de la motosierra se apodera de la plaza que se encuentra detrás de la Casa de las Culturas de La Paz. Mientras uno de los artesanos sostiene la figura de casi dos metros, otro utiliza la máquina eléctrica para cortar parte de la base, con el objetivo de que se asiente bien en el suelo, ante la presencia pasiva de los transeúntes, quienes se quedan a admirar el trabajo, aunque otros se quitan el miedo para tomarse una fotografía con la obra.

La explanada ha sido tomada por 50 artesanos que con motosierras, escofinas, gubias y mazos dan forma a madera vieja, para que pronto se convierta en música, a través del VI Encuentro de Talladores en Madera. Edwin Méndez detiene un momento sus actividades de organizador de esta reunión para contar que la primera versión se llevó a cabo en 2011 en la Plaza de la Loba (Obrajes), donde encontraron árboles viejos y secos que pronto iban a ser talados y luego desechados. A pesar de que la madera estaba en malas condiciones, los 20 artistas que se reunieron entonces tomaron como un reto subsanar estas dificultades.

Nada más al empezar su trabajo, vecinos de Obrajes se opusieron a que cortaran aquellos árboles con el argumento de que tenían cientos de años. Al final, los artesanos explicaron que los arbustos estaban secos e incluso podridos, por lo que trabajar con este material iba a ser difícil, tanto que se volvió en un desafío, pero después de 10 días convirtieron estos troncos en figuras que en la actualidad siguen atrayendo a la gente que pasa por ese espacio de la zona Sur. Los habitantes que se oponían en un principio a este proyecto, al ver los trabajos concluidos solicitaron que regresaran el año siguiente, en tanto que se acercaban personas que deseaban donar troncos para que fueran transformados en obras, lo que posibilitó que los artistas obtuvieran trabajo extra para finales de aquel año.

La Secretaría Municipal de Culturas, dependiente del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz (GAMLP), organizó el segundo encuentro en la plaza de San Francisco, con el objetivo de que los artesanos mostraran y vendieran sus obras. “El turista quería ver, conocer y saber cómo se hacen las artesanías”, rememora Edwin con respecto a la notoriedad que alcanzó esta actividad que muestra el proceso de transformación de la materia prima.

Noviembre es el preámbulo de la Navidad, así que el año pasado se reunieron otra vez artesanos de varios sectores, entre ellos estudiantes de la Academia Nacional de Bellas Artes Hernando Siles (ANBA) y de la Universidad Pública de El Alto (UPEA), con el objetivo de armar un pesebre con el Niño Jesús, María y José, los Reyes Magos y ángeles, que después de una semana fueron expuestos en la Plaza de las Culturas. El nacimiento es una fiesta cristiana que va acompañada de melodías de villancicos que empiezan a sonar en las calles del país, así es que el VI Encuentro de Talladores se impuso como nuevo reto crear figuras de músicos. La labor de este año comenzó el lunes 21 de noviembre, con cerca de 50 artistas que se apropiaron de la explanada detrás de la Casa de las Culturas, por donde pasan en su mayoría litigantes y abogados. Esa misma gente se detiene un instante para observar el trabajo de los artesanos, ante el sonido de la motosierra que se apropia de la esquina Genaro Sanjinés y Potosí. Después de tender la escultura de dos metros en el suelo, uno de los artistas la sostiene por la cabeza, mientras su compañero corta parte de la base para que la obra se asiente bien en el suelo.

Escultores de música

“Quien egresaba de ese colegio tenía empleo”. Rubén Mamani, integrante de la Asociación Familia de Artesanos Don Bosco de Escoma, es quien sostiene la testa de un sikuri hecho de madera. La figura es casi perfecta. Con sombrero, llucho y poncho, el músico sostiene con la mano izquierda una zampoña, mientras que con la otra toca el bombo.

“Se pasaban las clases normales en la mañana y en la noche, y lo demás era práctica durante el día”, explica el tallador sobre los siete años que estuvo en un internado que era administrado por sacerdotes italianos, donde los estudiantes eran capacitados para dedicarse a la escultura o la pintura. Por esa razón es que Rubén afirma que cuando egresaban del colegio podían conseguir empleo, ya que el trabajo de los 20 escomeños de la agrupación es requerido en la actualidad en ciudades como Sucre, Santa Cruz, Oruro y Cochabamba.

A los pies del sikuri, Franco Chávez apoya una de sus rodillas en el suelo, mientras que hunde la escofina en el tronco, con la ayuda de un mazo, para dar forma a su nueva creación. Por un instante sale de su concentración para rememorar que de niño le gustaba pintar y manipular la arcilla, juegos que desembocaron en su afición por las manifestaciones artísticas. Al contrario de Rubén, Franco no sabía a qué se iba a dedicar en la vida. “Mi mamá quería que estudie Derecho”, por ello se inscribió en los prefacultativos, “pero siempre me atrajo el arte”, así es que después de trabajar con artesanos estudió en la Escuela Taller La Paz. Hasta el momento no se puede quejar de nada, pues si bien no “me he profesionalizado”, está tranquilo porque puede mantenerse gracias a las esculturas. “Estos eventos sirven para mostrar nuestro trabajo y mostrarnos a la gente”, concluye y otra vez se ensimisma en su labor de dar forma a su obra.

Charanguistas, zampoñistas, intérpretes de bombos, quenas y pututus. Casi todas la figuras de madera son varones, con excepción de la escultura de Raúl Alvarado, quien decidió convertir el pedazo de tronco en una bella musa que sostiene el arco para interpretar un violonchelo. “Me parece que la madera es el material más noble para trabajar”, comenta Raúl, un joven cruceño que cuando vino a pasar sus vacaciones en la sede de gobierno se dio cuenta de la amplitud del arte, por lo que se inscribió en la Academia de Bellas Artes Hernando Siles y egresó con una mención en escultura.

“El arte es un camino sinuoso, al menos aquí en Bolivia; pero si vences todos esos obstáculos, el arte te dará grandes satisfacciones”, asevera el artista que por momentos tuvo que dedicarse a otras actividades para sobrevivir, “pero gracias a Dios sigo y ahora vivo del arte”. Con 15 años de experiencia, Raúl demuestra su perfeccionismo en los toques para que su musa sea aún más bella, con la ayuda de María Luisa Luna, quien con una gubia mejora las curvas del instrumento de cuerda. Lo mismo que la escultura, es de las pocas mujeres que participan en este encuentro, aunque está segura de que su trabajo también será único.

La escofina, la gubia y el formador que sacan astillas con ayuda del mazo y la motosierra que corta el silencio de la Plaza de las Culturas parecen formar una melodía de formas que tuvieron como resultado 20 esculturas de músicos tradicionales, quienes interpretarán en el pesebre de Navidad unas melodías de madera para celebrar el nacimiento del niño Jesús.