La chica poderosa
Ivanka Trump es la hija preferida del Presidente de Estados Unidos, cuyas decisiones siempre toman en cuenta la opinión de la rubia bella.
En su momento saborearon los privilegios de ser las “mimadas del poder”. Y también heredaron la posibilidad de tomar decisiones e influir en éstas. La lista es larga y, por cercanía, en ella se puede incluir a la peruana Keiko Fujimori, hija de Alberto Fujimori, cuya gran aparición en la política se produjo en agosto de 1994, cuando se convirtió en la primera dama del país tras el divorcio de sus padres. Tenía tan solo 19 años y mucho, pero mucho poder. Estudió Administraciónen Estados Unidos; en 2005 regresó a un Perú menos convulsionado que el de los 90, y al año siguiente fue elegida diputada, transformándose en la líder indiscutida del fujimorismo. Posteriormente postuló a la presidencia de su país en las elecciones de 2011 y 2016, siendo también la primera mujer en llegar a una segunda vuelta en la historia de Perú y ocupar el segundo lugar en ambas ocasiones.
Del otro lado del Atlántico, la historia de Marion Anne Perrine Le Pen se resume al reconocer el apodo con el que la había rebautizado su propio padre: “La pequeña burguesa”. Hija del expresidente francés Jean-Marie Le Pen, también llamado “el viejo demonio”, Marion tuvo una infancia difícil, llena de traumas por la reclamada ausencia de sus padres, pero no por ello alejada de las generosidades y beneplácitos que otorga la venia del poder.
El 16 de enero de 2011, tras una votación entre los militantes de su partido, la más destacada de la familia Le Pen fue elegida presidenta del ultraderechista, xenófobo y antisemita Frente Nacional (FN), tomando el relevo a su padre fundador del partido. Esta abogada de 47 años es en la actualidad la candidata presidenciable por el FN, que tiene en las elecciones de este 2017 la gran posibilidad de llegar a ser gobierno, pese al marcado perfil segregacionista de Marion, quien en julio de 2013 sufrió la censura de parte de la Eurocámara, que decidió retirarle la inmunidad parlamentaria por “incitación al odio racial”.
Trompazo
Pero la bella Ivanka Trump, la hija mayor del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, deja a las nombradas “chiquititas” al ser la encarnación del “sueño americano”. Lujos, ostentación, poder en el primer país del mundo. Todo el combo a sus pies. Esta multimillonaria mujer (35), que ha heredado la hermosura de su madre Ivana (primera esposa de Donald), es una brillante empresaria y también exmodelo, ocupación que la ha llevado a pisar las pasarelas más importantes desfilando para Versace, Marc Bouwer y Thierry Mugler, y además a realizar campañas publicitarias para Tommy Hilfiger y Sassoon Jeans. Se dice que ella es el poder detrás del poder.
- Ivanka y Jared Kushner, hijo de un magnate inmobiliario, se casaron en 2009 y actualmente tienen tres hijos. Foto: nydailynews.com
Sucede que en los últimos años, Ivanka cambió su época más exuberante y abandonó el mundo de la moda para dedicarse a los negocios de su padre, siendo actualmente la vicepresidenta de Real Estate Development and Acquisitions de la Trump Organization. Muchos medios la han comparado con Paris Hilton, algo que a ella no le gusta para nada, pues se considera más bien una socialité que acude a las fiestas y alfombras rojas más importantes con un estilo sencillo e impecable.
Además es muy activa en las redes sociales. Tiene 1,4 millones de seguidores en Instagram y cuenta con una web propia donde habla de todo: desde sus viajes, pasando por la familia y hasta propuestas de estilo de vida. Ahora que su progenitor (70) ha sido elegido gobernante del país más importante del planeta, se prepara para el reto más transcendental de su vida: ejercer de primera dama en la sombra, manejar el imperio empresarial de Donald Trump y, quizá, iniciar su propia carrera política. Méritos no le faltan a esta neoyorquina para asumir estos proyectos, aunque tal vez el más sustancial radique en la influencia que ha sabido ejercer sobre su padre.
Y es que los medios estadounidenses sostienen que es la única persona a la que Donald Trump verdaderame nte escucha, la única capaz de “domar a la fiera”. Ha quedado demostrado que la hija favorita del Presidente estadounidense fue ganando protagonismo gracias al buen resultado de su intervención durante la convención republicana, en la que lanzó un mensaje feminista con un acento muy demócrata, reivindicando la igualdad salarial para las mujeres. “Las familias estadounidenses necesitan alivio. Las políticas que permiten que las mujeres con hijos prosperen no deberían ser una novedad, sino la norma”. Tras pronunciar aquella frase, Ivanka se metió a la opinión pública estadounidense en su sofisticada cartera.
Diversos analistas aseguran que ha sido una de las personas más importantes en la carrera de Trump, por su calidez, su discurso racional, tranquilo y articulado.
“Ivanka es lo contrario de su padre”, publicaba The Independent, que la describía como el contrapunto a las diatribas del entonces candidato y a las acusaciones de plagio contra el primer discurso de su señora esposa de acento foráneo.
La revista Vanity Fair llegaba incluso a situarla como una primera dama “apoderada”, debido a que Melania, la tercera y actual mujer de Donald Trump, tampoco cuenta con la imagen de esposa tradicional de un inquilino de la Casa Blanca. Su perfil dista mucho de los tradicionales de Laura Bush o Ann Romney, y tampoco encaja en el molde de mujeres profesionales demócratas, como Michelle Obama o la propia Hillary Clinton en 1992. Su inglés, además, arrastra todavía una fuerte modulación extranjera, que a juicio de algunos expertos podía chocar con los planes de inmigración de su marido. Por ello, su presencia en los actos electorales ha sido escasa, mientras que el equipo de campaña se sentía más cómodo con Ivanka.
En julio de 2016 la revista Quartz ya la definía como “el arma secreta” de su padre, y la mujer que podría ejercer de “primera dama real”. Facultades no le faltan. Ello quedó en evidencia cuando en un mitin en Carolina del Sur agarró el micrófono para dirigirse al público, mientras que Melania se resistía a salir al estrado. No en vano, Ivanka cuenta con los elementos que gustan a la prensa estadounidense.
Físicamente seductora, empresarialmente poderosa, muy trabajadora, madre y esposa dedicada, Ivanka pasará también a los libros de historia estadounidenses por otra llamativa circunstancia: ser la primera hija de presidente judía, ya que pese a haber sido criada en la fe presbiteriana, en 2009 no tuvo inconveniente en convertirse al judaísmo para poder casarse con el hombre que ama, el millonario Jared Kushner (35), aunque algunos medios tachan de algo light la forma en la que el poderoso matrimonio profesa su fe, al no vestir ninguno de los elementos de esta tradición.
- Poder. Diversos analistas sostienen que muchas de las decisiones del Presidente de Estados Unidos pasan por la bella Ivanka. Foto: cnbc.com
De lo que no hay duda es que Ivanka frenará o hará reflexionar al magnate antes de que tome, de manera impulsiva, cualquier decisión que afecte las políticas del país y del mundo. Cuando el año pasado se le preguntó a Donald Trump quién era la persona más importante en su vida, Ivanka fue la primera que mencionó.
“Creo que su padre realmente la escucha, la respeta mucho, y no solo porque es su hija”, explica Carl Icahn, un viejo amigo de la familia Trump. Su influencia es tal que su joven marido fue nombrado asesor especial del Presidente del país más poderoso del orbe, un puesto que ni siquiera requiere confirmación del Senado, que no cobra sueldo y cuenta con acceso directo al Despacho Oval y capacidad de influir en las decisiones que afectarían a los ciudadanos de todo el planeta. Un miembro del equipo de campaña comentó al New York Times que Ivanka es “una de las pocas personas que pueden influir y mucho en el pensamiento de Donald”.
El mundo espera que sea para bien.