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‘Nuestra muerte era la noticia del día’

Historias que se viven alrededor del gramado del templo futbolero

/ 4 de junio de 2017 / 04:00

El periodismo deportivo no es un trabajo sencillo —¿algún oficio lo es?— porque exige que no solamente la voz o los oídos estén al acecho, implica también que los ojos, y la memoria, hayan aprendido a moverse a la velocidad de los movimientos de los deportistas. Y es que el periodismo deportivo le exige a quien lo ejerce que tenga, también, espíritu de atleta. “Es un oficio veloz”, dice Eduardo Lima, quien será puesto de cancha en la transmisión del popular programa radial Futbolmanía en el clásico de este domingo de sol. Bolívar vs. The Strongest es, históricamente, el partido más importante del fútbol nacional. Tal rivalidad amerita que los protagonistas se preparen para un evento mayor. Y más ahora que puede que el resultado permita vislumbrar al próximo campeón.

Se preparan los futbolistas, hace una semana, con miras a este juego. Se han preparado los periodistas que cubrirán el partido de una manera similar a los jugadores: los días previos han tenido en mente el clásico. Eduardo, junto a otros trabajadores de distintos medios —televisivos, escritos, radiales—, espera la llegada de los jugadores en el túnel que antecede a la puerta cuatro del estadio Hernando Siles. Hace un frío que contrasta con el sol que brilla afuera. Sostiene el micrófono mientras escucha la transmisión en su celular. Las cabinas viven su propio partido. El público ha llenado las tribunas. El ruido de algunos gritos extraviados y del ensayo de los cánticos de la hinchada desciende, leve, hasta este pasillo.

Un clásico es un cuento más en una sucesión de historias. Antes de este juego ha habido muchos otros y después habrá más. Eduardo recuerda un viaje a Uruguay, “es algo que me ha marcado la vida”, aclara, antes de contar la anécdota. El 29 de abril de 2014, The Strongest jugaba su clasificación ante el equipo violeta de Montevideo, Defensor Sporting. “Es algo que siempre recuerdo”, insiste Eduardo. Y así como la vida de un ser humano podría verse como la repetición de otras vidas, un partido de fútbol es la repetición de otros. Pero cada vida es distinta, lo sabemos, y cada partido también lo es.

Los futbolistas bajan del bus que los trajo al estadio y los periodistas se arremolinan, corren, buscan la voz, persiguen imágenes, anuncian. Cuando los protagonistas entran a los camerinos, retorna la calma expectante que reinaba antes de su llegada. Esperan las alineaciones. A Eduardo le ha tocado cubrir a Bolívar y recibe una hoja con los nombres de los futbolistas que irán a la cancha y a la banca de suplentes. Un par de días antes, él aventuró la alineación celeste: acertó. Este hombre trabaja en las transmisiones de Futbolmanía y es el director de contenidos y conductor del programa CD7, de Bolivia TV, el canal televisivo estatal. Le tomó poco más de diez años de esfuerzo llegar hasta este momento. Cuando salió del colegio, cuenta, siempre tuvo claro qué es lo que quería hacer.

Por eso, buscó un instituto donde enseñaban periodismo. Allí, el docente era un apasionado del deporte y transmitía partidos para una frecuencia AM. La primera vez que pisó el estadio, desde otra perspectiva, porque, como espectador, asistía a menudo, fue gracias a una invitación de este profesor. “Me hacía cargar cosas”, rememora, “una vez hasta me hizo sacar una credencial falsificada. Recuerdo como cinco años sin haber tenido ninguna paga”, dice, mientras cuenta que, en ese lapso de tiempo, ha estado en distintas radios, siempre intentando estar cerca de los acontecimientos deportivos. “Lo primero que gané gracias al periodismo han sido 150 Bs”, recuerda, “cuando me invitaron a hacer puesto de cancha”. “¿Te pagaban esa cantidad por partido?”, le pregunta quien escribe. “No, no”, dice Eduardo, “era mi paga mensual”, y sonríe.

En el estadio Franzini, de Montevideo, Defensor Sporting derrotaba por dos goles a cero a The Strongest, con lo que empataba la llave —el aurinegro había ganado por el mismo resultado en La Paz— y forzaba a dirimir en penales al clasificado a cuartos de final de la Copa Libertadores. En las tribunas, estaba Eduardo. “Llovía”, recuerda, “y esa vez no nos dieron ni siquiera una cabina, así que teníamos que relatar desde las graderías”. Sin embargo, recuerda con admiración los estadios argentinos ya que allí “al fútbol no lo tratan como a un partido más”, adonde Código Fútbol, su emprendimiento personal, habría de llevarlo. “Yo había alistado mis apuntes, como hago aquí, pero allá te dan todo, desde las alineaciones hasta la historia del club, los logros, lo que han hecho en la semana”, dice Eduardo cuando recuerda su paso por las canchas de Vélez Sarsfield y River Plate, en Buenos Aires, la capital argentina.

Periodista. Con los ojos atentos en el papel y la voz pronta y clara, Eduardo Lima, como puesto de cancha, informa todo aquello que acontece en la intimidad de la cancha. La cercanía con los protagonistas del juego le da una perspectiva distinta a la que viven los espectadores e incluso los relatores y comentaristas de su programa radial.

Después de haberse entonado el himno paceño, el pitazo inicial no fue vivido de la misma manera por los protagonistas —muchos de ellos llevaban la mano al césped y miraban al cielo pidiendo alguna iluminación— ni por los espectadores —que aplaudían a sus equipos— ni por los periodistas —que adoptaban una postura más rígida, los ojos bien abiertos, los bolígrafos listos para el apunte y los micrófonos listos—. La pelota rodaba de un pie a otro mientras un dron se elevaba por los aires.

Entonces Leonel Justiniano recibió la pelota a poco de ingresar al área rival, hizo un amague para deshacerse de los defensas que lo perseguían y remató, su disparo se coló por debajo del cuerpo del guardameta Daniel Vaca y se introdujo en las redes. Algunos de los periodistas que también hacían puesto de cancha apretaron los puños, haciendo lo posible por disimular su alegría. Los pasapelotas —todos ellos de las escuelas de fútbol académicas— celebraban saltando. Muchos policías, cuya misión es vigilar a los espectadores, no resistieron la tentación y desviaron la mirada hacia la celebración. Es curiosa la sensación de totalidad que se siente desde el borde de la cancha, esa orilla hacia el breve océano verde donde todo sucede. Si el césped puede ser un pequeño mar, las graderías llenas son como el cielo. Llegó el gol de Bolívar y el cielo se dividió en dos. Por una parte, la algarabía celeste y, por otra, el silencio aurinegro.

  • El error

“¡Terrible error de Vaca!”, decía otro puesto de cancha subrayando las eres, “¡Terrrrrrrrrible!”. “La gente no entiende que los jugadores tienen familia, tienen sentimientos, tienen problemas como tú o yo”, dice Eduardo después. También menciona a los jugadores extranjeros, “no todos, claro”, dice, “solo vienen a extender la mano para cobrar”, en cambio, “los jugadores bolivianos lo viven de una manera distinta”, explica, “muchos de ellos son igual a nosotros, a pesar de su recorrido y aunque tengan plata, autos y mujeres”.

Justiniano se dejó caer el suelo cuando celebraba. Su hermana había fallecido hace poco y las lágrimas lo inundaron. Sus compañeros lo levantaron del suelo, el partido, como la vida, debía continuar. A poco de que Bolívar anotara el primer gol, The Strongest se lanzó al ataque y, a raíz de un tiro libre desde un sector próximo al área grande, Wálter Veizaga anotó el empate… o eso parecía. La curva sur del Siles ya empezaba la celebración cuando se vino un silencio plagado de murmullos: el banderín del juez de línea estaba levantado.

No se supo, en ese momento (ni después) por qué se había anulado el gol. En las repeticiones televisivas no se puede advertir que haya existido un off side o una falta. “Era un gol legítimo”, dice Eduardo, un día después y acota: “Eso es lo lindo del fútbol boliviano, es rústico, no es como la Champions donde todo es perfecto y tienen árbitros hasta detrás del arco, ver la Champions es como jugar en el Play Station, pero, en el fútbol nacional, puedes quedarte discutiendo una semana si el gol anulado estuvo bien anulado o no”. Jorge Flores se apresuró en un saque lateral y, tras un rebote, la pelota le llegó a Ronnie Fernández, que aguantó la marca antes de darse media vuelta y fusilar a Vaca con un violento remate esquinado. El ritual de los sonidos se repitió, la división del estadio.

Eduardo informa, desde su perspectiva, qué es lo que ha podido observar de esta jugada. “Futbolmanía es una escuela”, cuenta, cuando se refiere a su actual fuente de trabajo, “Gonzalo es muy buena persona”. Gonzalo Cobo es el conocido relator de fútbol que dirige este programa, el “Sísísísísí” con el que grita sus goles es una marca registrada. “Aquí aprendí mucho, siempre digo que hay que ser agradecido con lo que uno recibe”, insiste Eduardo.

Una pelota perdida en el mediocampo propició un centro al área que Alejandro Chumacero aprovechó para, adelantándose a Edemir Rodríguez, anotar el descuento con un violento cabezazo. Mientras el autor del tanto corría con la pelota en brazos hacia el medio para apurar la reanudación del juego, el ritual en el estadio se repitió: el silencio se trasladó a la mitad norte del estadio mientras en el sur se celebraba.

Pasapelotas. Los encargados de apresurar el juego también viven su propio partido. Venidos de las escuelas bolivaristas, tienen la misión de obedecer a los jugadores celestes, quienes, cuando van ganando, les dicen que aireen el juego con pausas. En esta ocasión, los aurinegros los apremiaban para que actúen.

“Siento un cariño especial por el Strongest”, dice Eduardo, “sobre todo por lo que me dio, la oportunidad de conocer Sudamérica”. The Strongest, en ese partido de abril de 2014 al que ya nos hemos referido, quedó eliminado en la tanda de penales. “A mí me tocaba cubrir al Tigre”, recuerda Eduardo, “los veía cada día a los jugadores, y te identificas un poco, compartes sus alegrías, compartes sus tristezas”. Cuando retornaban de aquel viaje, en un vuelo chárter, y a la hora y media del recorrido, el avión empezó a hacer movimientos bruscos. “Estábamos todos dormidos”, cuenta Eduardo, “y empezamos a sentir olor a quemado”.

En la cancha, en este clásico, al calor del dos a uno, que, según tantos técnicos, es el resultado más peligroso en un partido por el cansancio del provisional vencedor y el renacer de la esperanza del momentáneo derrotado, Juan Carlos Arce está en el suelo. Desde el borde de la cancha no se puede ver bien qué sucede. Arce se levanta y le pega un cabezazo a Luis Maldonado. El árbitro le saca la tarjeta roja.

El técnico aurinegro decide cambiar al agredido. Ambos jugadores se aproximan al túnel y hacen el amague de continuar la pelea. La Policía interviene. Los periodistas se aproximan al lugar del pleito. Hay intercambio de gritos, estamos cerca, pero se escucha poco, la tribuna es todo ruido. Sin embargo, ¡qué pequeña se ve cualquier pelea cuando se recuerda que estuviste en un avión a punto de caer!

En el avión, el olor a algo quemándose y, después, la caída de las máscaras de oxígeno y las indicaciones de las azafatas nerviosas, han contagiado de pánico a los temporales habitantes de la nave. “Lo único que haces en ese momento es orar, pensar en tu familia, en las cosas malas que has hecho, el avión subía y bajaba, era una montaña rusa”, cuenta Eduardo, “uno que otro se animó a sacar una selfi, tienes que hacer algo para olvidar, todos reaccionan distinto, otros tomaban alcohol, a mí se me vino a la mente Viloco, gritaban, las azafatas no sabían qué hacer”. Tras media hora en esta turbulencia, el avión descendió en Cochabamba. Supieron que un motor se había quemado. Se salvaron de la tragedia por poco. “El avión aterrizó y todos aplaudieron”.

Se quedaron un par de horas en el aeropuerto cochabambino. Pero los periodistas no podían relajarse, “nuestra muerte era la noticia del día”, explica Eduardo. Debían enviar informes a sus canales, hacer entrevistas a los jugadores, que no deseaban hablar en ese momento. Tomaron otro avión hacia La Paz, en el aire sufrió el vaivén de la turbulencia, pero era un pequeño recordatorio del susto, nada más, no era nada tan grave como la ausencia del motor. “Llegamos a las siete de la mañana, nos esperaba una cadena grande de noticias, nosotros éramos los sobrevivientes”, recuerda Eduardo, “nadie se fue a su casa, todos se fueron a sus canales para contar lo que había sucedido”.

Un pase en profundidad de Ronald Raldes fue recibido por Leonel Justiniano —la figura del clásico 205 de la historia liguera— quien, con el cintillo de capitán tras la lesión de William Ferreira, amagó para que el defensor aurinegro Fernando Marteli pasara de largo, amagó una vez más para confundir a Daniel Vaca y anotó con un disparo decidido el tercer gol, el definitivo. Desde la casamata, el otrora capitán celeste y símbolo, Wálter Flores, salió con los puños en alto para celebrar el gol abrazando a Justiniano. No tardó en acabar el partido. Los jugadores de The Strongest se fueron veloces a los camerinos. Solo había espacio para los vencedores sobre el césped. Y los periodistas entraron al campo de juego para conseguir notas con esos rostros sonrientes que fueron hacia la curva norte para agradecer el aliento de la hinchada festiva.

Un clásico no se gana todos los días. Ni siquiera aunque éste signifique, en apariencia, un número más acotado a la tradición, el triunfo 85 ante 51 de The Strongest sin contar los datos anteriores a la existencia de la Liga. Los hinchas de The Strongest buscan consuelo en el antepenúltimo clásico, el que les dio el título del último campeonato de 2016, mientras salen del estadio. En el fútbol, como en la vida, siempre hay revanchas.
Eduardo tenía un proyecto ambicioso, que se denominó Código Fútbol, un programa radial que buscaba “competir de verdad”, es decir “hacer transmisiones no solo de fútbol, y tener programas diarios”. Por un tiempo se alejó de Futbolmanía para darle vida a este emprendimiento. “Pero pagué mi derecho de piso”, dice, rememorando los inicios, la inversión, la estación radial “trucha” que le cobraba bastante. Hasta que pudo transmitir en la radio Cruz del Sur, un medio legal, de trayectoria, y los ingresos por publicidad empezaron a mejorar. Pero el déficit era incontrolable para su economía, “debía como 20.000 Bs, entonces, decidí parar”. Fue una pequeña derrota cerrar su proyecto, “pero lo intenté”, dice, orgulloso, “supe qué es ser jefe por dos años y medio”.

Eduardo sabe que las derrotas, como las victorias, son efímeras, y que, aunque no quiera pensar en eso de momento, quizás el futuro le aguarde la realización de su sueño, “un programa propio”. “Estamos en Bolivia”, finaliza, “y Bolivia es el país de las oportunidades”. l

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La Sustancia

El reconocido crítico de cine, Pedro Susz, analiza la exitosa película protagonizada por Demi Moore.

/ 5 de octubre de 2024 / 23:01

Siete años transcurrieron desde que la directora/guionista Coralie Fargeat conmocionó el ambiente con Revenge, su opera prima, y hace algunos meses volvió a sacudirlo con la presentación en el Festival de Cannes de La sustancia su segundo largometraje, finalmente galardonado con el premio a mejor guion, aunque podría eventualmente haber conseguido algunos más si el jurado no hubiese temido ser tildado de haber perdido la chaveta por haber osado a laurear una película que no escatima escenas de una extrema visceralidad sangrienta.

En esta atrevida realización inscrita en el género del body horror, o sea horror corporal, Fargeat se propuso entregarnos una ácida, satírica, requisitoria contra la devastadora manipulación por los medios, y con especial acento en los nuevos medios digitales, de los estereotipos de belleza, impregnados de una misoginia patriarcal aplastante y aparejados a un desorbitado pánico de las mujeres en particular, a envejecer y, por ende, a que estas se sientan, temprano en sus vidas, superfluas en un modelo de sociedad que hace de la notoriedad, así sea muy pasajera, el circense objetivo primordial, para alcanzar el cual vale cualquier recurso, sin importar las averías colaterales que traiga consigo. Ejemplo: los irreversibles daños provocadas por los implantes de piel, de silicona, la liposucción y otras intervenciones quirúrgicas propiciadas por la extendida manía de verse siempre como quinceañeras a que son empujadas principalmente ellas.   

Historia

Demi Moore, asume el papel de Elizabeth Sparkle, apellido que en inglés significa centelleante, quien fuera en su momento, en los años 80` del siglo pasado célebre estrella hollywoodense ganadora de un Oscar y del derecho a dejar sus huellas en el Paseo de la Fama, reservado a quiénes la industria considera acreedoras a esa suerte de rastro garante de la inmortalidad. Sin embargo, los años no pasaron en vano y dejada de lado en las selecciones para roles protagónicos, en la actualidad es la conductora de un programa televisivo matutino de fitness.

Cierta mañana al concluir su programa Elizabeth, urgida de acceder al servicio higiénico, advierte que el baño de mujeres se encuentra cerrado. Ingresa entonces al de varones, donde igualmente satisface en ese momento sus necesidades Harvey, prepotente productor del programa, quién habla por su móvil, sin percatarse de la presencia de ella, haciéndole saber a su interlocutor que ya llegó la hora de sustituir a esa “vieja vaca” dice, por una conductora más joven y apetitosa.

Dicho sea de paso, el nombre del inescrupuloso y lascivo productor en cuestión no fue elegido por azar por la directora y asimismo guionista de La sustancia.  Alude sin disimulo a Harvey Weinstein, ex capitoste de la productora Miramax, recientemente enjuiciado a causa de múltiples acosos y abusos sexuales denunciados por otras tantas aspirantes a la fama y actrices que trabajaron en películas producidas por dicha empresa.  

La Sustancia

El hecho es que Sparkle se siente devastada. Pero poco después de sufrir un accidente de tránsito, recibe un mensaje del enfermero de la clínica donde fue curada, ofreciéndole un novedoso producto, proveniente del mercado ilegal, que supuestamente le permitirá volver a “una mejor versión de sí misma” inyectándose la sustancia, suero reproductivo gracias al cual podrá producir, un avatar de sí misma mucho menos entrada en años y más guapa.

Elizabeth acepta la oferta, procede a inyectarse y de su médula espinal desgarrada nacerá Sue, atrayente, de acuerdo a los cánones instituidos, veinteañera. Pero el tratamiento, irónica referencia, al pedestre lugar común, que hace sinónimos de juventud y belleza, está sujeto a una implacable condición: cada siete días, el dúo deberá proceder a una mutua transfusión de sangre, permitiendo así solo a una de ellas salir alternativamente del lujoso apartamento de Elizabeth a lucirse en la vida pública, mientras la otra permanece desmayada, agonizando, en el piso del baño. Pasado ese estricto lapso de tiempo, de la agonía, la que aguardaba su turno pasa, literalmente, a pudrirse.

Desarrollo

Y ello comienza a acaecer con Elizabeth cuando Sue, quien ya sustituye a su otro yo en el programa televisivo, embelesada por los halagos y la fama, incumple la referida obligación. Peor todavía en el momento en el cual Harvey resuelve encargarle la conducción del show televisivo de gala especial de fin de año, pues en esa instancia la demora se extiende por muchos días, a lo largo de los cuales, el cuerpo de la entonces ya cincuentañera se va gangrenando sin posibilidad de vuelta atrás. Es, obviamente, un guiño del guion a la actual sustitución de los humanos reales por sus réplicas virtuales.  Pero es, de igual manera, la versión actualizada del drama narrado por Robert Stevenson en su novela publicada en 1886 con el título de “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”, abordando la historia de un científico, inventor de cierto jarabe cuya ingestión permite desdoblar la persona en su faceta más humana y sus rasgos más siniestros.

No es esa la única fuente de inspiración de Fargeat puesto que, en todos los casos las alusiones a célebres escritos y filmaciones son actualizadas con un giro feminista, apuntando a interpelar la vigencia de las hormas misóginas provocadoras de la delirante manía de ver detenerse el transcurrir de los años, activada por el star system, las burradas de Tik Tok, etc., al punto de haber dado vuelta el alcance disuasivo de la sentencia: las apariencias engañan , convirtiéndola en la receta perfecta, de la cual resultan rehenes con especial énfasis sobre todo las féminas en su intento de sobresalir hoy.

Referencias

Son entonces por cierto inocultables de igual manera las referencias a “El retrato de Dorian Gray” de Oscar Wilde, al igual que a una larga lista de películas de suspenso y terror, en las cuales abreva Fargeat, entre otras: Vértigo (Alfred Hitchcock/1958), Crímenes del futuro (David Cronenberg/1970), La muerte le sienta bien (Robert Zemeckis/1992), Sueños, misterios y secretos (David Lynch/2001); Pero, ante todo, resaltan  las huellas del cine de Kubrick en una puesta en imagen que hace abundante uso de los lentes gran angulares a fin de distorsionar las perspectivas y crear un clima opresivo al extremo.

Sin la menor duda la interpretación de Demi Moore es uno de los soportes esenciales de La substancia merced a la convicción que imprime en la personificación de Elizabeth, con cuyos altibajos existenciales se sintió claramente identificada puesto que a sus 61 años ha sido hace buen rato dejada de lado por la industria limitándose a ofrecerle papeles de escasa relevancia no obstante mantener intactas sus cualidades interpretativas, así cómo buena parte de sus atractivos físicos, aun cuando en el medio corría la voz de que ello se debía a múltiples, excesivas se juzgaba, operaciones para preservar la perfección física.

Actuaciones

De igual manera destaca la tarea de Denis Quaid en el rol de Harvey, aun cuando por momentos parezca rozar la sobreactuación debido a los efectos visuales utilizados para subrayar al máximo la pedantería del personaje fotografiado invariablemente recurriendo a encuadres y ángulos que acentúan, al extremo la ridiculización de ese individuo atenido, al pie de la letra a la máxima de que envejecimiento y fealdad son sinónimos.

Tales hincapiés son subrayados por la fotografía de colores saltones de Benjamìn Kracun, la estridencia de los efectos de sonido y la música pegadiza de Raffertie, ingredientes que, a su vez, potencian al máximo el atrevimiento de la directora, quien no duda en explicitar las progresivas deformidades corporales provocadas por la sustancia, ni escatima tampoco escenas bañadas en hectolitros de sangre, ni primeros planos de los órganos en trance de descomposición, o imágenes de desnudo total -incluidas algunas de Moore-, desprovistas de cualquier intención erótica, mas bien enfocadas en el enfrentamiento del espectador con sus prejuicios, alimentados por los agraviantes cánones de la sociedad del espectáculo.

Crítica

Se podría pensar que las innúmeras citas a las antes mencionadas obras literarias y fílmicas derivan en una hechura con escasa sustancia propia. Y en efecto ello se advierte en varios tramos del relato donde el afán de la directora por provocar el sacudimiento, el asco incluso, de la platea, acaba velando en parte la carga cuestionadora de su mirada hacia la manipulación de los colectivos, enredados en las mentirosas premisas del sistema. Solo la inopinable faena del personal, es probable que esta sea el papel cumbre de Moore, debido a la señalada coincidencia entre su autobiografía y el angustiante descenso de su personaje al infierno, y la fuerza misma del tratamiento, invariablemente transgresor, impreso por Fargeat a las situaciones narradas evita el desbarrancamiento total, si bien tampoco escasean las instancias en las cuales ese malabarismo con las pautas coquetea con el sermón aleccionador. 

Lástima empero que la realizadora, por lo demás desentendida de las recetas restrictivas a las que incluso las películas de terror se atienen, no haya podido tomar conciencia de cuan beneficioso hubiese sido evitar tropezar con el ya, hace rato, exasperante yerro de estirar en demasía el metraje. A los 140 minutos que se toma para desarrollar su historia le salen sobrando cuando menos 25 que podía haberse ahorrado en el tercio intermedio del relato, suerte de meseta narrativa exenta del vigor creativo del resto, con las salvedades apuntadas.

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Imaginando lo imposible: cien años de surrealismo

La Alianza Francesa, en La Paz, presenta una muestra que celebra al movimiento que cambió la estética y la cultura popular, cuyo impacto se vive hasta el presente.

/ 5 de octubre de 2024 / 22:48

La Galería de Arte de la Alianza Francesa en La Paz se viste de gala en una ocasión vibrante con la celebración del centenario del surrealismo. Este movimiento, que emergió en la década de 1920, ha dejado una huella indeleble no solo en el arte, sino también en la literatura, el cine y la cultura popular. Douglas Rivera, artista y curados de la exposición «100 Años de Surrealismo», ofrece una perspectiva única sobre cómo este legado se manifiesta en el arte contemporáneo boliviano.

A lo largo de la entrevista, Rivera aborda las diversas manifestaciones del surrealismo y su evolución a lo largo de los años. Desde las técnicas innovadoras utilizadas por los surrealistas originales hasta las reinterpretaciones actuales que integran elementos autóctonos y culturales, se revela cómo el surrealismo sigue siendo relevante y provocador. La exposición no solo celebra el movimiento artístico globalmente reconocido, sino que también destaca las contribuciones locales, reflejando así la riqueza cultural de Bolivia.

Además, Rivera comparte detalles sobre los desafíos que enfrentó al curar una mZuestra tan compleja y significativa. La tarea de equilibrar lo universal del surrealismo con el contexto boliviano presenta un reto que invita a la reflexión sobre la identidad cultural y artística. A través de esta entrevista, se invita al lector a explorar no solo las obras expuestas, sino también las ideas y emociones que el surrealismo continúa inspirando en nuevas generaciones de artistas.

¿Cómo se puede caracterizar al movimiento surrealista, en toda su inmensa riqueza, en las diversas manifestaciones culturales que abarcó?

El surrealismo se caracteriza por su profunda exploración del subconsciente y la irracionalidad, proponiendo una liberación de la imaginación que desafía las convenciones establecidas de la lógica. Este movimiento, que emergió en la década de 1920 precisamente en el mes de octubre en Francia, se manifiesta en una amplia gama de disciplinas, incluyendo la pintura, la literatura, el cine y la fotografía.

Los surrealistas, liderados por figuras como el escritor francés André Breton, buscaban desdibujar las fronteras entre el sueño y la realidad, utilizando técnicas como el automatismo y el collage para crear obras que invitan a la reflexión. Esta riqueza conceptual ha permitido que el surrealismo evolucione, absorbiendo influencias de diversas culturas y adaptándose a diferentes contextos sociales y políticos.

A través de sus diversas manifestaciones culturales, el surrealismo ha dejado una huella indeleble en la estética contemporánea. Desde las obras de Salvador Dalí y Max Ernst hasta la poesía de Paul Éluard, el movimiento ha desafiado no solo la percepción del arte, sino también la forma en que entendemos la experiencia humana. Esta riqueza se refleja en la habilidad del surrealismo para resonar con diferentes generaciones y contextos, ofreciendo una plataforma donde las emociones, los sueños y las inquietudes existenciales pueden ser expresadas y exploradas de maneras innovadoras y provocativas.

El surrealismo en el cine se desarrolló como una extensión natural de los principios del movimiento artístico, utilizando la narrativa visual para explorar lo onírico y lo irracional. Directores como Luis Buñuel y Salvador Dalí fueron pioneros en la creación de películas que desafiaban la lógica narrativa tradicional, como Un chien andalou (1929) y La edad de oro (1930). Estas obras empleaban imágenes impactantes y

secuencias absurdas para sumergir al espectador en un mundo de sueños desafiando las normas sociales y convencionales del cine de su época. La técnica del “montaje surrealista” se convirtió en un recurso fundamental, combinando elementos aparentemente dispares para provocar una respuesta emocional intensa y una reflexión sobre la naturaleza de la realidad.

En el arte y la literatura latinoamericanos, se le conoce como “El realismo mágico”, que adopta elementos de lo fantástico sin romper completamente con la lógica cotidiana, permitiendo que lo extraordinario se manifieste en escenarios comunes y cotidianos de América latina . A diferencia del surrealismo, que a menudo se sumerge en lo irracional y lo subconsciente, el realismo mágico integra lo insólito en un mundo que refleja las complejidades históricas y culturales de la región.

Para la Alianza Francesa de La Paz es un gran honor poder celebrar el centenario del surrealismo, bajo la visión de una veintena de artistas bolivianos de reconocida trayectoria y ver la interpretación y adaptación que tienen sobre el Surrealismo.

Más allá de los ámbitos estrictamente artísticos, el surrealismo impactó en un sentido más grande en la cultura popular. ¿Cuál es la relevancia de este movimiento en la estética, filosofía, moda y cultura pop?

La relevancia del surrealismo va más allá del arte; su influencia se ha sentido en diversas áreas. En la moda, por ejemplo, la fusión de elementos inesperados ha dejado huella en diseñadores contemporáneos.

Algunos de los diseñadores más destacados que han adoptado elementos surrealistas son Elsa Schiaparelli, quien colaboró con artistas como Salvador Dalí para crear piezas icónicas que desafiaban las convenciones de la moda. Uno de mis diseñadores favoritos es Alexander McQueen, a quien

definitivamente se le puede considerar un diseñador que incorporó aspectos surrealistas en su trabajo, aunque no se le clasifica estrictamente como un «diseñador surrealista». McQueen tenía la capacidad de fusionar la alta costura con narrativas provocativas y a menudo inquietantes. Sus desfiles eran auténticas performances artísticas, donde exploraba temas de la muerte, la identidad y la transformación, utilizando un lenguaje visual que resonaba con la estética surrealista.

En la filosofía, ha fomentado un pensamiento crítico que desafía las normas establecidas. Hablar de surrealismo es hablar del psicoanálisis de Sigmund Freud, ya que ambos se interesan profundamente por el subconsciente, los sueños y los deseos ocultos. Los surrealistas buscaban liberar la mente de las restricciones racionales y lógicas, proponiendo que el arte debería surgir de lo irracional y lo onírico. Esta liberación del pensamiento se convierte en un medio para explorar la naturaleza de la realidad y la experiencia subjetiva.

En el ámbito social y político, el surrealismo también encuentra relevancia hoy en día como una herramienta para criticar y subvertir el orden establecido. En un contexto global marcado por la incertidumbre, las crisis y las tensiones, el enfoque surrealista permite a los artistas expresar el caos, el desconcierto y las contradicciones inherentes a la experiencia humana contemporánea. Al igual que lo hizo en sus inicios

¿Cómo surgió la idea de organizar esta exposición en La Paz para conmemorar el centenario del surrealismo? ¿Cuáles fueron los criterios de selección para los artistas bolivianos participantes en la muestra?

La idea de organizar «100 Años de Surrealismo» surge como una manera de honrar un movimiento que ha influenciado profundamente la cultura global y local. La Alianza Francesa es la principal institución que difunde la cultura y lengua francesa en Bolivia y el resto del mundo. Para nosotros fue un honor y un desafío organizar esta exposición que también se celebrará en las principales capitales del mundo y sus museos.

Los criterios de selección para los artistas bolivianos incluyeron su capacidad para reinterpretar el surrealismo desde una perspectiva propia, así como su conexión con el contexto cultural boliviano.

Buscamos una diversidad de miradas que reflejen la complejidad del surrealismo en nuestra realidad.

¿De qué manera refleja esta exposición la influencia del surrealismo en el arte contemporáneo boliviano? ¿Podría hablarnos sobre algunas de las obras más destacadas que se presentarán en la exposición?

La exposición refleja cómo el surrealismo ha permeado el arte contemporáneo en Bolivia, presentando obras que fusionan elementos autóctonos con técnicas surrealistas. Entre las obras destacadas, podremos ver pinturas que evocan paisajes imaginarios inspirados en los entornos bolivianos.

Están presentes en esta exposición grandes maestros bolivianos de la talla del artista orureño Marcelo Suaznábar, quien actualmente radica en Canadá y es uno de nuestros principales referentes del artesurrealista en el mundo. También maestros como Mauricio Bayro, Froilan Cosme, José Luis Pomar, Mónica Rina Mamani, exhiben sus obras con una magnifica técnica.

Sin embargo decidimos también incluir nóveles artistas como Guido Quispe, Cathy Guibarra, Santiago Ayala, Rayza Ortiz entre otros, que desde una perspectiva fresca y desafiante presentaron obras con una gran calidad visual.

En la exposición encontrarán una amplia variedad de técnicas y estilos artísticos que denotan el alto nivel de artistas que posee Bolivia. Cada obra invita al espectador a un viaje introspectivo.

¿Cómo se relaciona esta muestra con las celebraciones del centenario del surrealismo que se están llevando a cabo en otros países?

Nuestra muestra se alinea con las celebraciones del centenario del surrealismo que se llevan a cabo en diversas partes del mundo. Al hacerlo, no solo contextualizamos el movimiento en un marco global, sino que también destacamos cómo Bolivia contribuye a este diálogo internacional, ofreciendo una visión única y local del surrealismo.

El Centro Pompidou de París expone a partir de septiembre de este año una gran selección de obras maestras del surrealismo con motivo del 100 aniversario de este movimiento artístico. Se dice que alrededor de 500 piezas serán exhibidos hasta el 13 de enero de 2025.

En Miami también se conmemora este 2024 el primer centenario del surrealismo con la muestra “Un siglo surrealista”, exposición que acoge la galería Cernuda de Coral Gablesque desde el mes de septiembre exhibe obras de una nómina inmejorable de artistas cubanos entre históricos y contemporáneos.

Otras ciudades también se suman a esta celebración. En Valencia, el Museo de Bellas Artes presentará una muestra con trabajos de Salvador Dalí, Joan Miró y otros artistas surrealistas de marzo a junio de 2024. El centenario del surrealismo será una oportunidad única para redescubrir y reflexionar sobre un movimiento que sigue siendo relevante en la actualidad, inspirando a nuevas generaciones de artistas y pensadores.

¿Qué actividades complementarias (charlas, talleres, visitas guiadas) se han planificado para acompañar la exposición?

En conmemoración del centenario del surrealismo, La Galerie organizará visitas para presentar la exposición de artes plásticas titulada “100 años del Surrealismo”. Las visitas ofrecerán a los asistentes

una inmersión profunda en los principios estéticos y conceptuales que hicieron de este movimiento una revolución en el arte.

Los visitantes podrán descubrir diferentes técnicas, el uso de símbolos y el enfoque en lo subconsciente. La Galerie estará disponible de lunes a viernes de 9:00 a 12 y de 14:30 a 19:00. La curaduría de las obras está diseñada para ofrecer una experiencia enriquecedora tanto a los conocedores del arte como a quienes descubren el surrealismo por primera vez.

¿Podría comentarnos sobre los desafíos que enfrentó al curar una exposición que abarca un movimiento artístico tan complejo como el surrealismo?

Curar una exposición sobre los “100 años del surrealismo” ha sido un desafío multifacético, dado que el surrealismo es un movimiento artístico complejo y con múltiples aspectos. Uno de los mayores retos ha sido adaptar un movimiento nacido en Europa, a un contexto latinoamericano y más específicamente, a la rica cultura boliviana. El surrealismo, tiene puntos de conexión con las tradiciones, en la incorporación de lo mítico y lo fantástico en su cosmovisión. La tarea ha sido encontrar ese equilibrio entre lo universal del surrealismo y lo local. Otro desafío significativo ha sido seleccionar obras que muestren cómo el movimiento ha evolucionado en el contexto contemporáneo. Esto incluyó identificar artistas actuales que han sido influenciados por el surrealismo y que reinterpretan sus principios de manera crítica.

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‘Fanático’, lo último de Lali Espósito, cruza rock, política y fama

Con su más reciente videoclip, la afamada cantante bonaerense se sumerge en su polémico intercambio con el presidente argentino, Javier Milei.

lali Espósito cruza rock, política y fama

/ 28 de septiembre de 2024 / 22:09

Lali Espósito ha vuelto a hacer ruido en la escena musical con el estreno de su nueva canción «Fanático», en la que adopta un giro hacia sonidos más rockeros, una clara desviación de su estilo pop habitual. Lo que ha captado la atención no solo es la dirección musical, sino también la letra cargada de referencias que muchos interpretan como una respuesta directa a las polémicas que ha protagonizado en los últimos meses, especialmente con el presidente argentino, Javier Milei.

Desde los primeros acordes de guitarras distorsionadas, «Fanático» establece un tono irreverente y provocador. La letra no tarda en entrar en el terreno de la polémica. «Te encanta hacer como que no tenés idea quién soy, y sé que tenés un póster mío en tu habitación», canta Lali en los primeros versos, haciendo alusión a las controversias con Milei. Esta frase resuena de manera particular, considerando el cruce público entre ambos, donde el presidente aseguró no conocer a la artista, a pesar de haberla mencionado en varias entrevistas.

Referencias

El video musical, codirigido por Lali y su hermano Lautaro Espósito, es una pieza visual cargada de simbolismos. En él, Lali se presenta en un glamoroso outfit que recuerda a Stevie Nicks, mientras realiza un casting de actores y actrices que la imitan. Entre los personajes que desfilan, destaca un hombre de mediana edad, con patillas prominentes, una chaqueta de cuero negro y una camisa azul, cuya apariencia y gestos evocan inevitablemente a Milei. Aunque la cantante no menciona al presidente directamente, el mensaje es claro: «él ya se la sabe de memoria, eso se llama obsesión», canta Lali, sugiriendo que las constantes críticas del mandatario hacia ella no son más que una forma de fijación.

El estribillo se sumerge en una ambigüedad juguetona que mezcla el sarcasmo con una reflexión sobre los desafíos de la fama. «Es mi fanático, me vuelve loca. Todas las noches me sueña y se toca», dice la letra. Aquí, Lali no solo hace una referencia a la obsesión de los seguidores y críticos, sino también a la dualidad que trae la popularidad: admiración y persecución. “Fanático” da pie a interpretaciones sobre los efectos del escrutinio público, especialmente cuando se trata de figuras públicas que desafían el status quo, como lo ha hecho Lali en el panorama político argentino.

Polémica

La relación tensa entre Lali Espósito y Javier Milei no es nueva. Desde antes de las elecciones, la cantante no ha ocultado su postura crítica hacia el presidente, lo que desencadenó una serie de respuestas por parte del libertario. En una entrevista en febrero, Milei aseveró que «ella empezó, si te gusta el durazno bancate la pelusa», criticando abiertamente a la artista por su activismo político. Más tarde, el presidente arremetió de nuevo, diciendo que Lali era parte de un «mecanismo de propaganda» financiado por ciertos sectores.

Este cruce generó un debate en la industria cultural, con varios artistas saliendo en defensa de Espósito. Ricardo Mollo, líder de Divididos, comentó que «el único ‘poder’ que tienen los artistas es poder alegrar a quienes disfrutan de ese arte».

Fama

El videoclip de «Fanático» ofrece un comentario astuto sobre el costo de la fama. En una de las escenas, Lali aparece sosteniendo un periódico con su rostro en la portada, bajo el titular «Escándalo», mientras se queda dormida frente a un actor que parodia a Milei. Es una imagen potente que refleja el cansancio de ser objeto de controversias constantes, pero al mismo tiempo se apropia de ellas con ironía. La promoción de la canción en Buenos Aires, con un cartel publicitario en Palermo que luego fue «vandalizado», añade otra capa de interpretación: Lali misma parece estar controlando la narrativa de su imagen pública.

Con «Fanático», Lali Espósito no solo demuestra su versatilidad artística, sino que también reafirma su postura como una figura influyente dentro y fuera de la música. Aunque el lanzamiento de su sexto álbum aún no tiene fecha confirmada, queda claro que su música seguirá siendo una plataforma para expresar su visión crítica sobre el estado de la cultura y la política en el país rioplatense.

Lejos de quedarse en lo superficial, la cantante ha sabido utilizar su arte para provocar reflexiones profundas sobre el rol de los artistas en la sociedad y la política. Y aunque su enfrentamiento con Javier Milei parece no tener fin, lo cierto es que Lali no ha hecho más que crecer en popularidad.

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‘Las cosas, como antes’, arte contemporáneo inspirado en la Amazonía

El Centro Cultural de España en La Paz hospedará la muestra de fotografías, pintura, instalaciones, video, performances y poesía curada por Galo Coca, Ara Goudsmit y José Orsag.

/ 28 de septiembre de 2024 / 22:02

Del 3 de octubre al 15 de noviembre de 2024, el Centro Cultural de España en La Paz acogerá “Las cosas, como antes”, una exposición colectiva de arte contemporáneo que explora la representación de la Amazonía boliviana en el imaginario nacional. Con un enfoque multidisciplinario que incluye instalaciones, fotografía, video, pintura, performance y poesía, la muestra invita a repensar la relación histórica y contemporánea con este vasto territorio.

Bajo la curaduría de Galo Coca, Ara Goudsmit y José Orsag, “Las cosas, como antes” se sumerge en los complejos vínculos entre la colonización, la explotación de recursos y las narrativas de modernidad que han marcado la historia de la Amazonía. A través de las obras presentadas, los artistas buscan cuestionar las herencias violentas de estos pactos históricos, y plantear nuevos lenguajes y perspectivas desde los cuales comprender y habitar este espacio.El grito debería ser aturdidor, radical, para comunicar el dolor de escuchar, día a día, lo que acontece en la Amazonía. Este es un intento de hacer ese grito. No hablamos por los territorios. Exploramos las formas en las que nos han enseñado a ver la Amazonía como bolivianxs. Nos adentramos en los modos que reproducen la mirada conquistadora que no deja de ver en los bosques amazónicos un futuro de extracción y acumulación. 

¿De qué ‘antes’ hablamos en “Las cosas, como antes”? Nuestros lenguajes traen la noción del pasado para expresar que lo que se hace hoy con la Amazonía no es nuevo, sino el resultado de un antes que sigue presente. 

Los pactos actuales de destrucción de la Amazonía son pactos con un pasado vivo. Sus síntomas aparecen en textos, imágenes, libros, propagandas, mapas y discursos que relatan las formas de desprecio proyectado hacia territorios. Estos modos de hacer mundo prometen un futuro mejor, un futuro cuya columna vertebral es la destrucción disfrazada de modernidad. 

Esta realidad crea suelos áridos donde son fabricados los olvidos de saberes, memorias, afectos, medicinas, alimentos, de otras formas de ser humanos, de otras formas de habitar la Tierra. El ejercicio es hacer una indagación colectiva para mirar porqué es tan difícil encontrar a las Amazonías desde sus propios términos. Aquí, el pasado nos acecha preguntándonos por qué vale la pena mirar escudos que vanaglorian la extracción sin límites o mapas de geografías rebautizadas; nos acecha preguntándonos por la soberbia que reitera imaginarios exóticos sobre la naturaleza y la gente; nos acecha preguntándonos por los sueños que significan estrategias de dominación. 

Pero los cuerpos y las prácticas aquí elaboradas intentan impugnar la normalidad con la que se emiten y divulgan estos lenguajes violentos. Las preocupaciones y sensibilidades de las obras se adentran en la búsqueda de crear conversaciones y otros lenguajes en medio de mundos arruinados. 

En el gesto creador, hay hilos que bordan la vitalidad entre imágenes de violencia. Por fuera de los datos y números sobre la minería aurífera, en las fotografías de ríos desechos están escritos e inscritos los testimonios de mujeres que viven y trabajan en los enclaves extractivos. También probamos modos de contemplar el duelo que nos vincula con seres quemados por el fuego y con seres-árboles vistos sólo como recurso y extracción. Y el cuerpo propio es lugar de memorias, un sitio de diálogo entre territorios. 

Las prácticas del bordado, las preguntas, la escritura de memorias, los contra mapas, las imágenes satelitales como lugar de cercanía y crítica, el rescate de seres vegetales que iban a ser tirados a la basura, pensar con quienes están entre los incendios, el acto de poner el cuerpo y la voz como primera geografía, son gestos que hacen brotar conversaciones y posibles caminos de cuidados.

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Sobre el nombre de la exposición
¿De qué antes hablamos? Tantas cosas pueden evocar la palabra antes, esa palabra que trae la noción de pasado, pero aquí tiene un tono particular: lo que se hace hoy con la Amazonía, antes también estaba siendo deseado y pensado. Por ejemplo, la deforestación, aunque haya iniciado con fuerza en los últimos 30 años, ya hace varios siglos se discutían estrategias de colonización en “territorios inexplorados, territorios salvajes”, para continuar con la dominación del hombre frente a la “naturaleza”. Entonces, tratamos de decir que el problema de maltrato y violencia que se vive en la selva amazónica boliviana no es un problema nuevo, es una herencia, y a esa herencia queremos cuestionar. Los pactos actuales de destrucción de la Amazonía (porque son pactos y acuerdos), son pactos con el pasado, con visiones de generaciones pasadas.

Artistas invitadxs

Belén Abella, Rodrigo Alarcón, Santiago Contreras, Chontano, Jessica Freudenthal, Sara Lewis, Alejandra Menacho, Ever Roca, Manuel Seoane, Juan Manuel Tapia, Cooperativa Visual y Wara Vargas.

Acciones y actividades durante la exposición:

Apertura e inauguración

Acciones de Jessica Freudenthal, Nohely Guzmán y Rodrigo Alarcón

Jueves 3 de octubre. 19:00

ACCIÓN DE EMPUTE – PRECIO DEL FUTURO de Con Rodrigo Alarcón

Viernes 4 de octubre, 17:00

Exploración satelital del Amazonas de Santiago Contreras 

Sábado 19 de octubre, 09:30

La ficción como estrategia de memorias amazónicascon Ara Goudsmit

Viernes 25 de octubre. 19:00

Ctrl+e+Supr de la Cooperativa Visual

Jueves 7 de noviembre, 19:00

Cierre de la exposición: Sesión de escucha música de tierras bajas de los años 1960s y 1970s. Recuperación, difusión y debate con Juan Manuel Tapia.

15 de noviembre, 19:00

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Poesía boliviana: arte, historia y trascendencia

Una conversación sobre el arte de tejer versos en Bolivia, su evolución y situación, con el destacado poeta Gary Daher.

Poesía Boliviana: arte, historia y trascendencia

/ 28 de septiembre de 2024 / 21:52

Gary Daher es una de las voces más reconocidas de la poesía boliviana contemporánea. Ingeniero de profesión y con una maestría en Estudios Avanzados en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Barcelona, su trayectoria literaria es vasta y diversa. A lo largo de su carrera, ha publicado catorce libros de poesía, tres novelas y un ensayo sobre la poesía boliviana, además de traducir a poetas clásicos, destacándose como un autor prolífico y multifacético en el ámbito literario. Además, Daher ha sido partícipe de importantes proyectos colectivos y publicaciones que han marcado la historia de la literatura en Bolivia.

Su papel en el panorama cultural no se limita únicamente a la creación literaria. Junto a destacados poetas como Ariel Pérez y Juan Carlos Ramiro Quiroga, formó el grupo literario conocido como el Club del Café o del Ajenjo, cuya obra y producción poética dejaron una huella significativa. Asimismo, ha ejercido como editor y curador, desempeñando un rol clave en la difusión de la poesía boliviana a través de proyectos como la revista El Ansia y el Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de los Anillos. Su compromiso con la literatura boliviana trasciende fronteras, logrando que su obra sea reconocida en diversas antologías y publicaciones internacionales.

En esta entrevista, Daher nos ofrece una mirada profunda y reflexiva sobre la evolución de la poesía boliviana desde el siglo XIX hasta la actualidad. A través de sus respuestas, explora los hitos históricos y las tendencias que han dado forma a la poética nacional, así como el impacto de la modernidad y la globalización en el quehacer literario del país. Además, nos comparte detalles sobre sus próximos proyectos literarios y su constante búsqueda de conocimiento y exploración en el campo de la poesía y la literatura universal.

¿Cómo ha evolucionado la poesía boliviana en los Siglos XIX y XX? ¿Qué hitos se puede identificar?

Ya desde los albores de la república y siguiendo el siglo XIX, la poesía boliviana nace con una intensa actividad poética, pues, contrario al criterio hasta hoy en día utilizado, tuvo en Bolivia un fuerte movimiento poético cuando, de acuerdo con la poeta Mónica Velázquez, que ha coordinado equipos de investigación dando como resultado dos libros sobre el periodo, se trabajaron asuntos como la presencia de la muerte, el ideal de patria, y claro cuando no los sentimientos y los amores, líneas del romanticismo.

Entre los poetas destacados de ese siglo inicial podemos nombrar a Ricardo Mujía, y María Josefa Mujía; sin embargo, el hito más destacado corresponde a la poeta Adela Zamudio que, adelantándose a su época puso la cuestión de género en relevancia a favor de la mujer, aunque su presencia abarca los dos siglos el XIX y el XX, acaso ya iluminada por el gran brillo que este brindó a la poesía boliviana

Baste empezar nombrando a Ricardo Jaimes Freyre, uno de los tres fundadores del modernismo junto con Rubén Darío y Leopoldo Lugones, del cual el mismo Jorge Luis Borges opinaba que había escrito un poema que sin decir nada lo dice todo, que es pura música, hablando del hermoso texto «Siempre», que abre Castalia Bárbara, libro publicado en 1899. Además del ensayo Leyes de la versificación castellana, de gran relevancia en toda la lengua. Por lo que este poeta y su obra son un hito fundamental de la poesía boliviana.

Jaimes Freire forma junto a Gregorio Reynolds y Franz Tamayo hacen la triada que da base al modernismo en Bolivia.

Durante este siglo hemos asistido en primer lugar a la escritura de Man Césped (Manuel Céspedes) adelantándose también a la poesía ecológica,

Posteriormente, la fuerte instancia de José Eduardo Guerra nos ingresa en el diálogo de la profundidad reflexiva. Mientras que Oscar Cerruto y Jaime Saenz se levantan como los dos pilares de la poesía boliviana, el primero como la culminación del modernismo, y Saenz como el provocador de una mirada mística construida a través del pensamiento del cuerpo y de la muerte, la ciudad, con el cristal que le da la ciudad de La Paz, y la vida corriente, desarrollando un trabajo espiritual propio en busca de conocimiento, y colocándose quizá como uno de nuestros poetas mayores, cuya obra aún es poco comprendida.

Por su parte, Hilda Mundy (Laura Villanueva) y Arturo Borda aparecen mostrando una línea vanguardista, donde Mundy cuestiona las posibilidades de verdad del sistema de la lengua, mientras Borda se desplaza en la multiplicidad de géneros con una mirada que recoge las anécdotas de la calle y las transforma en disquisiciones metafísicas, bajo permanentes reflexiones, que hacen un material profuso como si de un caldo de cultivo de la literatura boliviana se tratara.

Blanca Wiethüchter es a su vez un hito en la escritura realizada por mujeres en el siglo XX, donde acaso el mayor aporte, además de su intensa obra poética, haya sido el hecho de convocarnos para dibujar la literatura boliviana, tal como escribí en la dedicatoria que le hice en uno de mis libros de ensayos. Y recoger las palabras de Rodolfo Ortiz que nos dice que la “potencia creadora que contagia a sus lectores es lo primero que despunta; no un legado, sino un contagio de otro orden, que tiene que ver con ese rigor de la llama que hace posible leer y escribir sin ataduras”, dejándonos el trabajo Hacia una historia crítica de la literatura en Bolivia (2002).

En la temática del trópico boliviano, encontramos a Jorge Suárez y su poderoso Oda al Padre Yunga, además de otros poemarios con las formas rimadas siguiendo a los clásicos, especialmente el soneto, de gran calidad. Por su parte, Raúl Otero Reiche y Horacio Rivero Egüez han desarrollado una poética de gran valor que todavía deja la deuda de estudiarse. Sin olvidar, claro, la obra de Julio de la Vega Rodríguez.

Para cerrar el siglo XX, podemos decir que la poesía extraordinaria de Jesús Urzagasti, también de raíces filosóficas, y los poetas Fernando “Zeque” Rosso y Roberto Echazú han dejado una huella que creo imborrable.

¿Qué está pasando con la poesía boliviana en el Siglo XXI y cuál es el panorama actual?

La poesía del siglo XXI se abre con los cambios que la modernidad ha permitido, es decir, la posibilidad de que la poesía boliviana circule gracias a la tecnología, y permita que los poetas sean leídos y también invitados a los festivales internacionales. Esta poética que sigue, como en toda etapa de cambio, diferentes tendencias, se ve reflejada en una extraordinaria antología realizada por el italiano Emilio Coco que ha recopilado a 32 poetas bolivianos vigentes y los ha publicado de manera bilingüe.

Los poetas recogidos en esta antología son, en orden cronológico: Antonio Terán Cabero, Pedro Shimose, Eduardo Mitre, Matilde Casazola, Blanca Garnica, Norah Zapata-Prill, Nicomedes Suárez, Fernando Rosso, Álvaro Diez Astete, Humberto Quino, Juan Carlos Orihuela, Edwin Guzmán, Jorge Campero, Jaime Taborga, Gary Daher, Cé Mendizábal, Marcia Mogro, Homero Carvalho, María Soledad Quiroga, Juan Cristóbal Mac Lean, Eduardo Nogales, Patricia Gutiérrez, Vilma Tapia Anaya, Gustavo Cárdenas, Benjamín Chávez, Osear Gutiérrez Peña, Gabriel Chávez Casazola, Mónica Velásquez, Paura Rodríguez Leytón, Jessica Freudenthal, Guillermo Ruiz Plaza y Sergio Gareca.

A esta antología podemos sumar las voces de los poetas Juan Carlos Ramiro Quiroga y Sulma Montero, de notables trabajos.

El costumbrismo fue una corriente muy arraigada en el pasado. ¿Qué tanta influencia tiene esto, o no, en la poesía boliviana actual?

El costumbrismo trató de reflejar, en muchos casos con tendencia a la remarcación, el hablar popular que las variantes locales ejercitaban. Hoy en día, debido a la fuerte migración interna, producto de los tiempos, estas variantes se han suavizado. Sin embargo, dentro de las múltiples tendencias actuales, hay corrientes que recuperan el hablar popular actual para reproducir los modos y a través de ellos los sentires de la gente.

En tiempos de interconexión e intertextualidad, ¿qué tendencias de otras partes del mundo se vienen incorporando al panorama poético boliviano?

Actualmente, varios poetas bolivianos se han sumado a los movimientos poéticos que resaltan la poesía de la experiencia, y este movimiento se ha visto incrementado gracias a los talleres que estos poetas ejercitan. Sin embargo, también están otras líneas, tales como la línea de género, que también trae fuerte influencia especialmente en la poesía escrita por mujeres. En otras palabras, ya no estamos divorciados del mundo poético hispanoamericano.

¿Cuáles son los ánimos que actualmente caracterizan a la poesía boliviana, esto con relación a las miradas filosóficas que subyacen? ¿Qué tanto hay de existencialismo, hedonismo, nihilismo, iluminismo, etcétera?

Hay de todo un poco. Me parece que el panorama de las tendencias se irá aclarando a medida que pase la década, y los jóvenes poetas se interioricen más en sus lecturas que, gracias a esta universalización, está permitiendo que libros de las diferentes poéticas actuales y de otros siglos del mundo llegue a sus manos, tanto de manera física como virtual.

Aunque varios poetas han apostado por una ideología y un estilo que apela a la fragmentación, la diversidad, la paradoja, en lo que se podría llamar el posmodernismo. Las diferentes búsquedas están ligadas a las lecturas que les toca. Vale la pena mencionar que los poetas actuales son lectores que tratan de conocer y comprender a los grandes poetas del mundo, de manera que, en general, no parece haber demasiadas lecturas entre ellos, al menos no en el sentido de las conexiones o las influencias.

¿Por qué la poesía boliviana comienza a ser más reconocida y publicada alrededor del mundo hoy en día?

Las raíces de la poesía boliviana se nutren de la potencia poética del país, baste mirar su enrevesada historia, el sagrado lago Titicaca, el poderoso macizo andino con dos cordilleras, el altiplano que se nos aparece como el altar de América, los amables valles, y claro, la preciosísima selva oriental con sus ríos y la altísima biodiversidad que la ocupa. Sin mencionar la variadísima mitología, la arqueología ya descubierta y la por descubrir. Y donde se ha ido sumando la ahora ya profunda herencia de sus poetas mayores, reconocidos en el mundo entero. Baste decir que Olvido García Valdés reciente Premio Reyna Sofía en 2022, dio una conferencia en la Complutense de Madrid en 2020 sobre la obra de Jaime Saenz, a quien considera “estremecedor y rarísimo”, considerándolo “una de las figuras mayores de la poesía en español”.

Y esto es porque la poesía boliviana tiene una génesis enérgica, que produce imágenes y reflexiones en su gran mayoría diferentes a las que el público extranjero está esperando escuchar, las mismas que han sido propiciadas, en muchos casos, y de alguna manera, por las lecturas de los poetas clásicos bolivianos, de ahí el interés que provocan. Estos poemas son de excelente factura. De ahí que el interés por esta poesía ha ido creciendo.

¿En qué está trabajando actualmente Gary Daher, el poeta, y qué se viene hacia adelante para? 

Después de la pandemia no he publicado nada. Pero tengo tres libros de poesía concluidos, que verán la luz en cualquier momento. Además, desde hace siete años he estado trabajando un libro que ya he concluido y que se publicará en la editorial Letreo editores, que es de propiedad Benjamín Chávez y mi persona, el libro se llama Ezra Pound: Una luz entre Homero y Dante, con alrededor de 300 páginas, contiene un estudio de los siete primeros poemas de la obra The Cantos de Pound, así como la traducción de esos siete primeros cantares, además de casi 200 notas aclaratorias, y necesarias.

En proceso tengo hace tiempo una novela, y siempre poesía, varios emprendimientos que van en curso. Asimismo, la tesis de Maestría El Misterioso libro de Antonio Porchia, presentado ante la Universidad de Barcelona, la estoy trabajando para transformarla a manera de ensayos sobre este gran poeta argentino-italiano.

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