Icono del sitio La Razón

Fernando Garrido Rodríguez

Nacido en La Paz el 2 de octubre de 1962, en una de las históricas calles paceñas, Jaén, frente a la casa del ilustre Pedro Domingo Murillo, Fernando Garrido Rodríguez es un investigador nato, herencia que le fue transmitida por su padre Donato, quien era un ejecutor de varias aficiones.

Desde niño demostraba una cercanía por la investigación que ha sido corroborada con el transcurrir del tiempo. “En la casa de mi padre había pinos; yo probé unas gotitas de resina que caían de su tronco, parecían gotas de miel. Ahora que tengo ‘50 y pico’ y con toda mi dentadura original, descubro que las resinas de pino son uno de los mejores esmaltes para las muelas y dientes. Ya tenía algo de investigador”, sonríe. Estudió en la escuela Unión Federal del Canadá y en los colegios Belisario Díaz Romero y Luis Alberto Pabón, donde además de destacar en el área de los estudios científicos también practicó artes como la danza y música. Después de obtener el bachillerato se anotó en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) en la carrera de Química Industrial.

En 1989 ingresó a la empresa Soboce SA, donde se impresionó con  las emanaciones de polvo que provenían de la fábrica, “entonces envíe muestras a esa empresa para conseguir por primera vez, desde su fundación, los tan perjudiciales compuestos volátiles y gracias a esos análisis de óxido de sodio y potasio y cloruros realicé el primer proyecto de adición de yeso al crudo, con lo que se eliminó los taponamientos en los ciclones”, y de esta manera esa cruda contaminación. Luego la firma lo trasladó a Tarija, donde un trabajo lo obligó a tomar muestras desintegradas por el agua “y es ahí donde descubrí las lutitas, un material no abrasivo, de muy fácil trituración que se desintegraba con solo el contacto con el agua. Es un mineral que da muchas otras ventajas dentro y fuera de las plantas de cemento, dentro de las plantas podría citar que mejora la producción en los hornos de cocción”.

Realizó diversos estudios referentes al mineral con enorme potencial de explotación en el Chaco, “de ellas se está extrayendo el aceite de esquisto y el ‘gas de lutita’, los llamados petróleo y gas no convencionales”. Pero su último descubrimiento fue las propiedades curativas del mineral. “Su sílice orgánica es buena para las dolencias musculares, afirmar la piel y eliminar arrugas, además de curar la psoriasis o piel seca”.