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Diario de un marinero

Una despedida ayudó a que Radek Czajkowski ingresara al Viracocha III, la balsa que tiene el reto de atravesar 10.000 millas (18.520 kilómetros) del océano Pacífico, desde Arica (Chile) hasta Sídney (Australia), un reto que, si es exitoso, será único en la historia contemporánea. En una tripulación de 12 navegantes provenientes de varios países del mundo, uno de sus integrantes cuenta sus aventuras y desventuras.

Radek —un polaco experto en caminatas, veleros, fotografía y videos— conoció al capitán de la embarcación durante la despedida de un amigo francés de tierras paceñas. Phil Buck, un aventurero estadounidense, le comentó que, entre otras varias hazañas en su vida, había construido en Huatajata (a orillas del lago Titicaca) una balsa hecha de totora que medía 50 metros de longitud.

Una panorámica de la plaza Tarija, donde construyeron la balsa de totora.

Bogdan Czajkowski llevó a navegar a su hijo Radek a una laguna de Bydgoszcz (Polonia) cuando éste tenía siete años. Es que es casi una obligación para los polacos saber de veleros en un país que tiene varios lagos. Con toda esa experiencia, el fotógrafo dudó de la existencia de una embarcación tan grande. Por ello, para convencerse, viajó a Huatajata, lugar donde, aparentemente, se encontraba la estructura y donde él tenía un bote, que era cuidado por su amigo Max Catari, perteneciente a una familia experta en la construcción de balsas de totora.

Cuando Radek llegó a la ribera del Lago Sagrado vio con decepción que no había ninguna estructura de ese tamaño. En su búsqueda halló a la esposa de Catari, quien le dijo que la nave estaba en la sede de gobierno. “La balsa grande”, volvió a preguntar el polaco, y recibió como respuesta: “Sí, se encuentra en La Paz, pero no tiene 50 metros, sino 20”. En realidad, la nave ni siquiera estaba construida e iba a medir 18 metros de proa a popa.

El armado de la balsa tanto en La Paz como en Arica, que tiene como final la llegada a Sídney.

Sobre la ubicación exacta, le dijo que está “por ahí, por la San Francisco”. Recorrió la zona turística, pero no halló ningún resquicio del proyecto de Phil. Cuando pasó por la plaza Tarija, no se le ocurrió que las calaminas protegían a varias personas que tejían el junco para armar una balsa.

El mundo es chico. En especial, La Paz. Cuando entró a ver qué había observó que su amigo Max estaba trabajando en el proyecto Viracocha III. Ahí volvió a encontrarse con Phil, quien se quedó fascinado —a sus 11 años— cuando leyó las aventuras del noruego Thor Heyerdahl, quien en la década del 70 navegó más de 5.000 millas, a través del Pacífico, con una nave de totora.

Su admiración propició que el año 2000 realizara una primera expedición (bautizada Viracocha) entre Arica y la Isla de Pascua. La segunda caravana ocurrió en 2003, con el objetivo de unir Viña del Mar con tierras australianas, pero la embarcación llegó al mismo lugar de la primera vez.

El armado de la balsa tanto en La Paz como en Arica, que tiene como final la llegada a Sídney.

Como la tercera es la vencida, Phil quiere con el Viracocha III partir en Arica y llegar a Sídney (Australia) en seis meses, con paradas en Mangareva, Tahití, Fiji y Nueva Caledonia.

En medio de la charla sobre el viaje, Radek preguntó si podía formar parte de la tripulación. Como habrá 12 tripulantes en la nave, el polaco quedó con el número 16 de la lista de espera. Para su suerte, cuanto más se acercaba el viaje, más personas renunciaban al proyecto, así es que el biólogo le propuso tiempo después que se uniera al grupo. “Es mejor que te vayas porque si seguimos juntos no quiero vivir con un viejo amargado que se pregunte qué habría pasado si hubiera ido de viaje”, le dijo su esposa.

Después de varios meses de construcción, la balsa fue expuesta en el Campo Ferial de Bajo Següencoma, en la zona Sur de La Paz, donde el presidente Evo Morales dio la despedida el jueves 15 de diciembre. El primer problema para trasladar la embarcación pasaba porque se desconocía cómo exportar “un montón de totora”, es decir materia orgánica a Chile, aunque el sábado 4 de febrero, a las 17.45, la nave llegó sin problemas a la frontera, según la revista Marítimo Portuario de Chile.

Radek se unió al proyecto Viracocha III en mayo, con el fin de ayudar en la construcción del piso, las cabinas y varios otros detalles, como el timón. En primera instancia se preveía que la balsa iba a zarpar en marzo, pero por problemas logísticos y económicos fue pospuesto en varias ocasiones, aunque existe la esperanza de que salga al mar este mes. No es una misión fácil, ya que se trata de una estructura hecha de totora, madera, bambú y cuerdas, que se prevé navegue seis meses por las aguas del Pacífico, con el riesgo, entre otros, de que un barco la pase por encima. Lo importante es demostrar que una balsa de totora puede arribar a Australia.

No obstante, en la vida de Radek ocurre algo más importante. Si, como estaba programado, la embarcación hubiera zarpado en marzo, habría retornado tranquilo para ver nacer a su primogénita, pero los retrasos perjudicaron sus planes. “Es más importante ver nacer a mi hija”. Por esa razón, su labor como editor de fotos y videos será interrumpida, pase lo que pase, a finales de septiembre, porque retornará a La Paz para estar con su familia. No obstante, su diario de marinero no está completamente cerrado, pues existe la posibilidad de que retorne para cumplir el sueño de Phil, de navegar en una balsa de totora por el inquieto océano Pacífico.