Monday 22 Apr 2024 | Actualizado a 09:02 AM

Arquitectura cruceña

La calidez espacial y la competitividad destacan en el diseño de las nuevas construcciones en Santa Cruz.

/ 1 de octubre de 2017 / 04:00

Durante la primera mitad del siglo XX, el poder económico y político aún giraba en la Bolivia minera, sumando a esto el poder político que se arraigó en La Paz desde fines del siglo XIX. Mientras tanto, Santa Cruz, el departamento y la capital, eran lejanos destinos donde por obvia consecuencia se contaba con un bajo nivel poblacional y nula infraestructura urbana y cobertura de servicios. Es importante conocer estos procesos para entender la realidad actual de la arquitectura cruceña.

En mayo de 1958 surge el Plan Techint, fruto de una convocatoria internacional realizada por el entonces llamado Comité de Obras Públicas C.OO.PP. y que luego de varios ajustes se adjudica meses después a la consultora Techint. Este Plan Maestro ordena las líneas de crecimiento de la ciudad, con una propuesta que se emplaza en el espíritu modernista de la Ciudad Jardín, donde se sectorizaban las actividades y se idealizaba una ciudad armónica organizada en anillos y radiales.

La segunda fecha simbólica es el 5 de agosto de 1966, cuando en medio de algarabía y en presencia de las autoridades de la época se hace el colocado simbólico de la primera loseta (adoquín) en una esquina de la plaza principal. Este es un antes y un después, dado que Santa Cruz de la Sierra inicia ahí un camino meteórico que la transformaría en 50 años de un romántico pueblo oriental con calles arenosas y unas decenas de miles de almas que la habitaban en la actual urbe metropolitana que bordea los 2 millones de habitantes.

La arquitectura es un reflejo de lo que piensan y hacen las sociedades. Una vez iniciado el fenómeno de crecimiento urbano y la vinculación de la región con el país y el mundo es que se pueden identificar las corrientes y tendencias de la arquitectura moderna en el siglo XX y la actual arquitectura contemporánea.

La primera se manifiesta a finales de la década de 1960, tiene sus mejores exponentes en los 70 y sobre el final de 1980 y 1990 se dan las primeras experimentaciones con la posmodernidad. El modernismo cruceño está marcado por las escuelas de arquitectura argentina y brasileña, dado que los pocos profesionales se debían formar en estos destinos o en La Paz o Cochabamba, cuyas escuelas eran los referentes nacionales.
La posmodernidad y la diversidad de “ismos” que se aprecian en Santa Cruz de la Sierra desemboca en diversas líneas que prosiguen los arquitectos cruceños, decantándose las tendencias neo racionalistas y las regionalistas que comienzan a experimentar y adaptar materiales locales como la madera, la piedra o el ladrillo adobito conjugándolos con elementos constructivos contemporáneos como el concreto, el vidrio o el aluminio.

El arquitecto Víctor Hugo Limpias habla de la “internacionalidad” de los profesionales cruceños, cuya formación heterogénea respondía a la antes señalada formación en el interior o exterior del país, dado que no existía una escuela local. Solo a partir de 1984 se comienza a formar arquitectos con una visión local, pero con un estamento docente muy diverso, produciendo una nueva generación de profesionales diversa, competitiva y muy expresiva en cuanto a espacios y formas.

El inicio del siglo XXI halla un escenario propicio para la arquitectura cruceña, que destaca nítidamente al influjo del volumen económico que impera en el departamento. Cifras del Instituto Nacional de Estadística (septiembre de 2016) citan que éste consume al año el 33% del total de cemento producido en Bolivia. La Cámara de la Construcción de Santa Cruz (Cadecocruz) indica que concentra el 49% del total de millones de metros cuadrados en construcción del país.

Esto también se enriquece con la llegada de las franquicias internacionales, en hotelería, comida rápida y retail, entre otros rubros: un gran desafío para el mercado local de los arquitectos locales que deben cumplir y competir en el desarrollo de complejos programas arquitectónicos y la aplicación de materiales y tecnologías nuevas, lo que redunda en una floreciente práctica profesional.

Nuevos nichos también se han abierto y consolidado en el mercado tales como la arquitectura efímera, el diseño industrial y el escaparatismo en una de las ciudades que más eventos, ferias y congresos de diversa índole congrega en la región.

Una mención aparte merece el llamado Triángulo de Oro, un sector urbano en la zona noreste de la ciudad donde confluye una serie de coincidencias que han decantado en una especie de “corazón financiero – hotelero” que proyecta un interesante sky line reflejado en una sucesión de inversiones inmobiliarias de alta calidad que se centran principalmente en las tipologías de vivienda, oficinas y hotelería.

También destaca la zona del Urubó que pertenece al metropolitano municipio de Porongo, cuyo desarrollo inmobiliario es claramente el de mayor crecimiento y proyección de Bolivia. En este sector destacan excelentes ejemplos de arquitectura de vivienda unifamiliar, así como grandes desarrollos urbanísticos de carácter privado, cuyo énfasis está en la alta gama de su arquitectura y la valiosa plusvalía que se conjuga con la belleza natural de la zona.

Dos indicadores de esto son los premios que otorgan por un lado la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo -(FADU) de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA), que en sus 22 versiones anuales premia a la mejor arquitectura del año y el premio Gran Bienal a la obra construida, que otorga la Bienal de Arquitectura de Santa Cruz (BASC) del Colegio de Arquitectos de Santa Cruz (CASCZ); en ambos casos se destacan entre los premiados hechos arquitectónicos que destacan por la espacialidad de sus interiores, la gran factura en la tectónica de sus fachadas y la óptima resolución de programas arquitectónicos complejos.

Uno de los mayores retos que se plantea la arquitectura cruceña contemporánea es la calidad de los espacios que genera y que se conjugan armónicamente al influjo del clima local y las características de la idiosincrasia gregaria que caracteriza al cruceño. Este debe ser quizás el concepto más valioso que ha venido traduciendo de diversas formas la nueva arquitectura del milenio y que ojalá se conserve a futuro con el paso de los años.

La alta competitividad del mercado que se ha consolidado en las últimas dos décadas hace de nuestros profesionales arquitectos muy competentes y abiertos a adaptarse a futuros cambios y ritmos que implica la globalización del conocimiento y el ejercicio de la arquitectura, ahora en un ámbito global de comunicación y desarrollo. Hay optimismo respecto a aquello y es de esperar que eso redunde en hechos arquitectónicos de calidad en beneficio del ciudadano común.

  •  Tras la mirada del arquitecto   

El autor del texto es Ernesto Urzagasti Saldías, arquitecto y docente universitario en la FADU UPSA. También es el director general de la Bienal de Arquitectura (BASC) del Colegio de Arquitectos de Santa Cruz (CASCZ).

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La Bienal como un espacio de reflexión

La VIII Bienal Internacional de Arquitectura de Santa Cruz (BASC) culmina premiando a sus ganadores

Exposición 'Medellín, ciudad invitada', Bienal Internacional de Arquitectura de Santa Cruz

/ 4 de abril de 2022 / 16:17

La VIII Bienal Internacional de Arquitectura de Santa Cruz (BASC), un evento creado y convocado por el Colegio de Arquitectos de Santa Cruz (CASCZ), culminó tras 10 días intensos donde se han puesto en escena más de 25 actividades de forma presencial híbrida y virtual, cuyo epicentro fue la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Algunos números nos permiten hacernos idea de la envergadura del evento de arquitectura más importante de Bolivia: más de 60 arquitectos en escena formando parte de los distintos conversatorios, conferencias, análisis críticos o como jurados. Esta versión sumó más de 30 entidades públicas, privadas, académicas y culturales que avalaron y acompañaron la realización de la exitosa Bienal de Santa Cruz.

La temática central de la Bienal fue “Reconectar”, que nos proponía usar el sufijo “re” para conjugarnos así las posibilidades en las que hoy estamos inmersos en un mundo pospandemia que por momentos roza lo apocalíptico. Re-pensar, re-lanzar, re-ordenar, re-plantearnos nuestros antiguos paradigmas y adaptarnos a una nueva realidad que no se irá por mucho tiempo de nuestras vidas.

La convocatoria al concurso Bienal reportó más de 150 trabajos en competencia, pertenecientes a cinco categorías que pasan desde la producción académica, la producción intelectual, la producción en gestión pública y las categorías de producción profesional en los ámbitos nacional e internacional. Una importante novedad en esta versión es que todos los trabajos son expuestos de forma virtual en el “pabellón virtual” creado para  este fin: https://bienalvirtualsc.com/RV/Bienal2022/.

El jurado calificador estuvo compuesto por 12 arquitectos provenientes de ocho países de Latinoamérica. Ellos hicieron un exhaustivo trabajo de deliberación y análisis por vía remota hasta arrojar públicamente los resultados.

Se entregaron más de 30 premios en todas las categorías, destacando nítidamente los dos premios principales: el Gran Premio Bienal Nacional, que recayó en la obra “Terminal Metropolitana” en la ciudad de El Alto, cuyos autores conforman Arquitectónica.Estudio: los arquitectos Brisa Scholz, Cecilia Scholz, Juan Carlos Araníbar y Marco Reas. En el caso del Gran Premio Internacional, recayó en la obra “Oficinas Nordeste Curuguaty” , del estudio Mínimo Común de la ciudad de Asunción, Paraguay, compuesta por los arquitectos Verónica Villate, Solanito Benítez y Sergei Jermolief.

LA GRÁFICA

Lauro. El proyecto de la Terminal Metropolitana ganó en el concurso nacional

ACTIVIDADES. La modalidad presencial permitió que se recorrieran las diferentes exposiciones y recorridos en la calle

Premio. Oficinas Nordeste Curuguaty, proyecto ganador del estudio Mínimo Común de Asunción, Paraguay

La Bienal de Arquitectura implica un conglomerado de espacios y actividades que estuvieron repartidas en las cinco subsedes académicas distribuidas en las cinco carreras y facultades de arquitectura en Santa Cruz: Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA), Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM), Universidad Católica Boliviana (UCB), Universidad de Aquino Bolivia (Udabol) y Universidad Privada del Valle (Univalle), en el caso de la realización del eje académico del ArqBo, que implica el análisis, debate y la muestra presencial de las 10 obras seleccionadas.

Asimismo, la alianza con Fexpocruz genera en cada versión de la Bienal y de forma paralela la realización de la Feria Internacional de la Construcción, Arquitectura y Diseño FICAD, que a su vez es sede del “Pabellón Bienal” donde se expusieron diversas muestras itinerantes de arquitectura nacional.

Un componente importante de esta versión fue la designación de “Medellín, ciudad invitada”, siendo esto posible gracias al apoyo de la Embajada de la República de Colombia en Bolivia y cuya muestra itinerante fue cobijada en el Museo de la ciudad-Altillo Beni, con el apoyo de la Secretaría Municipal de Cultura del Gobierno Municipal de Santa Cruz. Esta muestra arrancó mucho antes, el día 9 de marzo, y expuso una importante muestra itinerante del diseño urbano y de arquitectos destacados de Medellín.

Otro momento cúspide fue el anuncio de una nueva versión del “Premio Bienal a la trayectoria-Sergio Antelo”, que en esta ocasión recayó en el paceño Carlos Villagómez Paredes y en el cruceño Mario Alberto Ribera Parada (+), este último entregado de forma póstuma. Ambos arquitectos, en su espacio y su tiempo, contribuyeron grandemente en la intervención de la visión ciudad, así como también por la calidad de su arquitectura.

El acto de clausura y premiación tuvo la inédita presencia del presidente de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), el arquitecto José Luis Cortés, y de la presidenta del Colegio de Arquitectos de Bolivia (CAB), Arq. Rim Safar Sakkal. Ambas autoridades le dieron la necesaria formalidad y realce a dichos actos.

Como conclusión debemos reconocer que la vara está muy alta para ser superada en la IX Bienal cuya fecha está agendada para marzo de 2024. Ha sido un gran evento que nos está dejando tareas pendientes, pero con el firme ímpetu de seguir colaborando con una Bienal que se proyecta como un evento destacado en el quehacer arquitectónico nacional e internacional.

FOTOS:  BIENAL INTERNACIONAL DE ARQUITECTURA DE SANTA CRUZ

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Oscar Niemeyer: Tras las huellas del Maestro

Ernesto Urzagasti, director de la Bienal de Arquitectura de Santa Cruz, recorre la obra del genio.

/ 9 de enero de 2019 / 04:00

Oscar Niemeyer (15 de diciembre de 1907 – 5 de diciembre de 2012) fue un célebre arquitecto brasileño, carioca de corazón, que vivió gran parte de su vida en su natal Rio de Janeiro. Tenía su apacible estudio en un pequeño edificio ubicado sobre la avenida Atlántica, en plena playa de Copacabana. Por los alrededores se veía siempre al genio, tomando un café y fumando su inseparable habano, mientras contemplaba ese idílico paisaje carioca, donde las curvas de las verdes montañas se fusionan poéticamente con el mar.

Niemeyer fue parte de una generación de arquitectos que pertenecieron al último gran movimiento de la arquitectura, conocido como la modernidad, que tuvo varios matices dentro del mismo racionalismo, pasando por el organicismo de Frank Lloyd Whrigt, y cuya cúspide o clímax se corona en el International Style que gobernó en casi todos los rincones del planeta, pasada la década de los años 1950.

En Latinoamérica existieron matices con acento propio de la mano de grandes maestros como Villanueva en Venezuela, Barragán en México, Testa en Argentina, Salmona en Colombia, Bo Bardi en Brasil, por citar algunos nombres. La arquitectura moderna latinoamericana siguió entonces su propio camino, usando como materia prima el hormigón armado, pero experimentando con formas y espacios que se adaptaron a las particularidades de nuestro continente. El maestro Niemeyer fue, quizás, único en su concepción de los espacios y célebre por su militante apego a la línea curva que estuvo presente en toda su obra, de raíces racionalistas, pero muy difícil de encasillar en algún estilo, y es que Niemeyer fue siempre Niemeyer.

El maestro vivió, finalmente, hasta los 104 años en tierra carioca y mantuvo hasta sus últimos días una lucidez increíble para seguir creando proyectos, muchos de los cuales todavía están en proceso de conclusión alrededor del mundo. Niemeyer fue uno de los más importantes e influyentes maestros arquitectos del siglo XX, logrando trascender el cambio de siglo y dejando su huella marcada en los albores del naciente siglo XXI.

Al visitar a Ciudade Maravilhosa de Rio de Janeiro es imprescindible seguir las huellas de Niemeyer en el ámbito donde pasó gran parte de su vida. Conocer su estudio, su vivienda, la célebre Casa das Canoas o recorrer el mítico Sambódromo —entre otras de sus obras— es algo inevitable y, en el caso de los arquitectos, es un recorrido casi devocional que sí o sí se debe hacer. Sin embargo, una de sus obras más icónicas y mundialmente conocidas, el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), se halla en la ciudad de Niteroi, municipio que se sitúa en frente de Rio de Janeiro, en la otra banda de la bahía de Guanabara.

Para llegar a Niteroi se pueden tomar dos opciones de transporte: una es por Ferry, saliendo desde la plaza XV de Noviembre, y otra opción es tomando un bus que cruza la bahía a través de un faraónico puente de 14 kilómetros que une ambas bandas. Nosotros tomamos la opción más novedosa, que es el Ferry, en una cómoda travesía que no toma más de 20 minutos.

Al llegar, Niteroi te sorprende porque es una ciudad con vida propia, con una población de casi medio millón de habitantes, hace alarde de su calidad de vida, óptima movilidad urbana, elegantes barrios y maravillosas vistas hacia Rio de Janeiro que se aprecian desde sus cálidas y menos bulliciosas playas. Niteroi es, además, después de Brasilia, la segunda ciudad que alberga la mayor cantidad de obras del Maestro Niemeyer, ubicadas todas sobre el célebre Camino Niemeyer, una serie de edificios destinados a la cultura, el ocio y el turismo que se convierten en la tarjeta de presentación de esta ciudad. De todo ese conjunto de edificaciones, destaca, sin lugar a dudas, el célebre Museo de Arte Contemporáneo (MAC).

Emplazado en un privilegiado predio y al borde de un pintoresco acantilado rodeado del mar, el MAC ofrece vistas únicas de la bahía de Guanabara, y celebra al Genius Loci del lugar. Niemeyer definía su obra como “el museo que surge como una flor en la roca que lo sostiene”.

Se trata de una proeza formal en hormigón armado que hace alarde de su forma circular y que parece flotar sobre el acantilado. Sobre la concepción de su obra, Niemeyer explicaba: “La vista hacia el mar era bellísima y había que aprovecharla. Suspendí el edificio y bajo él, el panorama se extendió todavía más rico. Definí, entonces, el perfil del museo. Una línea que nace desde el suelo y sin interrupción crece y se despliega, sensual, hasta la cobertura. La forma del edificio, que siempre imaginé circular, se fijó y en su interior me detuve apasionado. Alrededor del museo creé una galería abierta hacia el mar, repitiéndola en el segundo pavimento, como un entrepiso inclinado sobre el gran salón de exposiciones”.

El efecto que buscaba Niemeyer es simple y contundente: cuando llegas a la explanada de ingreso te impacta la forma de aquel elemento, que insinúa flotar sobre un espejo de agua que hace aún más dramático el efecto. Una rampa sensual y sinuosa, como todas las obras de Niemeyer, te lleva sin darte cuenta al acceso principal del edificio en el primer nivel.

Si se analiza desde el punto de vista constructivo, no deja de ser toda una proeza tectónica esta suerte de plato volador de 50 metros de diámetro y casi 2.000 metros cuadrados de superficie que se sustentan sobre un apoyo central cilíndrico de 9 metros de diámetro. La compleja estructura está diseñada para soportar fuertes vientos, dada su colindancia directa con el mar. Su estructura interna se trenza con vigas radiales en concreto pretensado, lo que te permite tener espacios internos sin columnas de apoyo visibles, con un espacio central destacado de más de 450 metros cuadrados en su sala principal de exposiciones.

Funcionalmente se organiza sobre un programa sencillo, con salas de exhibición en dos niveles, boletería, lobby y administración. En el subsuelo se halla un pequeño auditorio y un café bistró en que se atiende a los visitantes. En la planta baja hay un gran solado exterior que se presta como mirador hacia la bahía y como espacio libre para la realización de actividades culturales.

Los espacios interiores son míticos, con una rigurosidad prístina. Se puede llegar a comprender un espacio-lienzo que se salpica con obras de arte y se enmarca en los ventanales con vista hacia el Pan de Azúcar y el Cristo del Corcovado.

Al caminar por sus recorridos percibimos que la gran mayoría de los visitantes era estudiantes de Arquitectura o arquitectos, y el que no lo era, lo menos que hacía era sentarse en algún recoveco o escalón y deleitarse con las vistas que ofrece desde sus ventanales perimetrales, quizás ese es el principal atractivo del edificio, su incuestionable comunión con el sitio y el entorno, más que ser un referente para las obras de arte contemporáneo que allí se exponen.

Es una de las obras más destacadas de Niemeyer, dada la calidad de sus espacios y la innegable fusión espacio–lugar que ofrece ese recorrido panorámico de 360 grados hacia la bahía. Luego del éxtasis espacial que me produjo el conocer y caminar el museo, me queda ratificada la certeza de que el Maestro Niemeyer fue uno de los más grandes arquitectos del siglo XX.

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Arquitectura cruceña

La calidez espacial y la competitividad destacan en el diseño de las nuevas construcciones en Santa Cruz.

/ 1 de octubre de 2017 / 04:00

Durante la primera mitad del siglo XX, el poder económico y político aún giraba en la Bolivia minera, sumando a esto el poder político que se arraigó en La Paz desde fines del siglo XIX. Mientras tanto, Santa Cruz, el departamento y la capital, eran lejanos destinos donde por obvia consecuencia se contaba con un bajo nivel poblacional y nula infraestructura urbana y cobertura de servicios. Es importante conocer estos procesos para entender la realidad actual de la arquitectura cruceña.

En mayo de 1958 surge el Plan Techint, fruto de una convocatoria internacional realizada por el entonces llamado Comité de Obras Públicas C.OO.PP. y que luego de varios ajustes se adjudica meses después a la consultora Techint. Este Plan Maestro ordena las líneas de crecimiento de la ciudad, con una propuesta que se emplaza en el espíritu modernista de la Ciudad Jardín, donde se sectorizaban las actividades y se idealizaba una ciudad armónica organizada en anillos y radiales.

La segunda fecha simbólica es el 5 de agosto de 1966, cuando en medio de algarabía y en presencia de las autoridades de la época se hace el colocado simbólico de la primera loseta (adoquín) en una esquina de la plaza principal. Este es un antes y un después, dado que Santa Cruz de la Sierra inicia ahí un camino meteórico que la transformaría en 50 años de un romántico pueblo oriental con calles arenosas y unas decenas de miles de almas que la habitaban en la actual urbe metropolitana que bordea los 2 millones de habitantes.

La arquitectura es un reflejo de lo que piensan y hacen las sociedades. Una vez iniciado el fenómeno de crecimiento urbano y la vinculación de la región con el país y el mundo es que se pueden identificar las corrientes y tendencias de la arquitectura moderna en el siglo XX y la actual arquitectura contemporánea.

La primera se manifiesta a finales de la década de 1960, tiene sus mejores exponentes en los 70 y sobre el final de 1980 y 1990 se dan las primeras experimentaciones con la posmodernidad. El modernismo cruceño está marcado por las escuelas de arquitectura argentina y brasileña, dado que los pocos profesionales se debían formar en estos destinos o en La Paz o Cochabamba, cuyas escuelas eran los referentes nacionales.
La posmodernidad y la diversidad de “ismos” que se aprecian en Santa Cruz de la Sierra desemboca en diversas líneas que prosiguen los arquitectos cruceños, decantándose las tendencias neo racionalistas y las regionalistas que comienzan a experimentar y adaptar materiales locales como la madera, la piedra o el ladrillo adobito conjugándolos con elementos constructivos contemporáneos como el concreto, el vidrio o el aluminio.

El arquitecto Víctor Hugo Limpias habla de la “internacionalidad” de los profesionales cruceños, cuya formación heterogénea respondía a la antes señalada formación en el interior o exterior del país, dado que no existía una escuela local. Solo a partir de 1984 se comienza a formar arquitectos con una visión local, pero con un estamento docente muy diverso, produciendo una nueva generación de profesionales diversa, competitiva y muy expresiva en cuanto a espacios y formas.

El inicio del siglo XXI halla un escenario propicio para la arquitectura cruceña, que destaca nítidamente al influjo del volumen económico que impera en el departamento. Cifras del Instituto Nacional de Estadística (septiembre de 2016) citan que éste consume al año el 33% del total de cemento producido en Bolivia. La Cámara de la Construcción de Santa Cruz (Cadecocruz) indica que concentra el 49% del total de millones de metros cuadrados en construcción del país.

Esto también se enriquece con la llegada de las franquicias internacionales, en hotelería, comida rápida y retail, entre otros rubros: un gran desafío para el mercado local de los arquitectos locales que deben cumplir y competir en el desarrollo de complejos programas arquitectónicos y la aplicación de materiales y tecnologías nuevas, lo que redunda en una floreciente práctica profesional.

Nuevos nichos también se han abierto y consolidado en el mercado tales como la arquitectura efímera, el diseño industrial y el escaparatismo en una de las ciudades que más eventos, ferias y congresos de diversa índole congrega en la región.

Una mención aparte merece el llamado Triángulo de Oro, un sector urbano en la zona noreste de la ciudad donde confluye una serie de coincidencias que han decantado en una especie de “corazón financiero – hotelero” que proyecta un interesante sky line reflejado en una sucesión de inversiones inmobiliarias de alta calidad que se centran principalmente en las tipologías de vivienda, oficinas y hotelería.

También destaca la zona del Urubó que pertenece al metropolitano municipio de Porongo, cuyo desarrollo inmobiliario es claramente el de mayor crecimiento y proyección de Bolivia. En este sector destacan excelentes ejemplos de arquitectura de vivienda unifamiliar, así como grandes desarrollos urbanísticos de carácter privado, cuyo énfasis está en la alta gama de su arquitectura y la valiosa plusvalía que se conjuga con la belleza natural de la zona.

Dos indicadores de esto son los premios que otorgan por un lado la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo -(FADU) de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA), que en sus 22 versiones anuales premia a la mejor arquitectura del año y el premio Gran Bienal a la obra construida, que otorga la Bienal de Arquitectura de Santa Cruz (BASC) del Colegio de Arquitectos de Santa Cruz (CASCZ); en ambos casos se destacan entre los premiados hechos arquitectónicos que destacan por la espacialidad de sus interiores, la gran factura en la tectónica de sus fachadas y la óptima resolución de programas arquitectónicos complejos.

Uno de los mayores retos que se plantea la arquitectura cruceña contemporánea es la calidad de los espacios que genera y que se conjugan armónicamente al influjo del clima local y las características de la idiosincrasia gregaria que caracteriza al cruceño. Este debe ser quizás el concepto más valioso que ha venido traduciendo de diversas formas la nueva arquitectura del milenio y que ojalá se conserve a futuro con el paso de los años.

La alta competitividad del mercado que se ha consolidado en las últimas dos décadas hace de nuestros profesionales arquitectos muy competentes y abiertos a adaptarse a futuros cambios y ritmos que implica la globalización del conocimiento y el ejercicio de la arquitectura, ahora en un ámbito global de comunicación y desarrollo. Hay optimismo respecto a aquello y es de esperar que eso redunde en hechos arquitectónicos de calidad en beneficio del ciudadano común.

  •  Tras la mirada del arquitecto   

El autor del texto es Ernesto Urzagasti Saldías, arquitecto y docente universitario en la FADU UPSA. También es el director general de la Bienal de Arquitectura (BASC) del Colegio de Arquitectos de Santa Cruz (CASCZ).

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