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San Isidro, poder juvenil en el Plan Tres Mil

La vida en San Isidro es diferente desde hace 12 años. Cuando un grupo de jóvenes decidió formar un centro cultural ahí, en medio del Plan Tres Mil, un distrito en el que bullían las pandillas y las carencias, nadie creyó en ellos. No les importó y, aprovechando espacios vacíos y basurales, empezaron a construir. “Gestionábamos cosas sencillas: en vez de un trofeo o un diploma, el premio era una sandía o una papaya, cosas que la gente tiene en sus casas y con las que los vecinos colaboraban”, cuenta Fernando Figueroa, uno de aquellos jóvenes que supo mirar más allá de las carencias.

La clave del Centro San Isidro (CSI) es sencilla: la gente que trabaja ahí cree en él. Figueroa tenía 27 años cuando con su hermano Juan Pablo Sejas y otros amigos decidieron trabajar por su comunidad de forma creativa: utilizando partidos de fútbol infantil para que la gente se conozca y forme lazos de amistad y confianza.

Sejas dirige actualmente “una organización de responsabilidad social ciudadana”, pero la calidez de su trabajo dista mucho de la severidad de esas palabras. Por eso su casa funciona como cine, teatro, huerto-escuela, radio y sala de redacción de un periódico digital.

Periferia. En el barrio de San Isidro, entre la av. Radial 10 y la av. Che Guevara Calle 1, 42, en Santa Cruz, los niños tienen acceso a exposiciones y talleres de manualidades, reciclaje, teatro y trabajo en el Huerto-escuela, entre otros.

Todo comenzó en 2005, cuando Fernando conoció una escuela de Fútbol Callejero llamada Defensores del Chaco, en Buenos Aires. Al volver a Santa Cruz quiso replicar la idea con sus amigos organizando partidos de fútbol en los espacios libres de San Isidro, limpiados y acondicionados previamente por ellos. Poco a poco la gente se fue conociendo, comenzaron a entablar amistades y a participar de los eventos que el centro proponía.

A través del Fútbol Callejero o Fútbol Social, las canchas improvisadas se convirtieron en “centros de formación al aire libre”. El Fútbol Callejero es una metodología que utiliza el deporte como una herramienta de transformación social en que ambos equipos están integrados por mujeres y hombres en igualdad de condiciones, se pactan las reglas y después del juego, quien siguió mejor las normas pautadas es elegido como ganador.  

Poco después se realizó un campeonato departamental, cuyos mejores jugadores viajaron a Buenos Aires y después al primer mundial de Fútbol Callejero en Alemania. El deporte fue el gancho para llamar la atención de los niños y de sus padres. Poco a poco, además de patear la pelota, la gente de San Isidro podía hacer teatro, bailar o ver películas en comunidad.

Pasaron 12 años y ahora el centro no solo ofrece talleres, sino también dos plataformas virtuales desde las que le da voz a las historias cotidianas del barrio: Radio Bocina y Periodista Virtual.

Juan Pablo emprendió el proyecto cuando se dio cuenta de todos los preconceptos que pesaban sobre su zona. “Santa Cruz ha prejuiciado mucho las ciudadelas. Todas las noticias negativas de la ciudad siempre venían de estas zonas. A partir de esos prejuicios empezamos a construir estrategias para promover la noticia positiva de nuestros barrios”.

Radio Bocina comenzó en 2010 con un amplificador y un altavoz. Diego Jaramillo y Javier Osinaga, que eran voluntarios en el centro, querían hacer radio, pero las radioemisoras no les dieron espacio a su proyecto. Entonces, altavoz en mano, decidieron hacer un programa todos los sábados, trasladando los equipos en carretilla hasta un galpón que utilizaba el centro. Al principio causó curiosidad, luego la gente del barrio se acercaba para participar.  

Diversidad. Una de las políticas del Centro San Isidro es la no discriminación de ningún tipo. Para profundizar esto se creó un área de género que revisa todo el contenido publicado por esta organización: convocatorias, material didáctico, notas de prensa del periódico digital Periodista Virtual y programación de Radio Bocina.

“Muchas veces, en los barrios periféricos los niños están en la calle sin ningún propósito, así que el programa era una alternativa para ellos, para darles un entretenimiento positivo. Si había vecinos que ofrecían o necesitaban algo, o si se había extraviado una persona o surgía alguna otra emergencia, la radio estaba ahí para darles espacio”, comenta Diego.

La radio así, con altavoz y amplificador, duró más de un año. Después el proyecto se presentó a un taller organizado por el programa de formación Voces Nuevas, que consistía en transmitir la radionovela Ciudad Espesa y comentarla con la comunidad. Aunque Diego y Javier fueron los únicos que no provenían de una radio establecida, Radio Bocina logró formar parte del taller que les permitió tener un programa en una radio del Plan Tres Mil durante unas semanas.

Luego de varios talleres, el centro logró ampliar Radio Bocina, que ahora se transmite por internet y tiene una programación más estructurada. Diego dejó la posta a los niños a los que solía darles talleres, que pertenecen a 15 colegios con los que trabaja la fundación Hombres Nuevos.  
 Periodista Virtual, un periódico online que centraliza el trabajo de más de 100 colaboradores nacionales e internacionales, es otro de los proyectos de periodismo ciudadano. La idea de este medio es que los colaboradores no tengan que ser comunicadores para escribir. Además pretenden darle voz a las historias cotidianas que no tienen cabida en otros medios. Comenzó en 2013, cuando Christian Egüez, a sus 19 años, comenzó a ir al CSI.

Christian ahora es uno de los editores del periódico, que cuenta con colaboradores en diferentes distritos de Santa Cruz, en La Paz y Argentina. El único requisito para colaborar es una revisión básica de gramática. Radio Bocina como Periodista Virtual sirven también como medios para debatir y enseñar sobre temas como sexualidad y género.

Christian fue quien le propuso al centro tener un área de género y que se revisara el enfoque desde el que se plantean las actividades y los contenidos de ambos medios. “Al principio fue difícil, los chicos que iban al centro tenían cierta visión errada sobre asuntos de género. Para romper con eso propusimos actividades”.

Tanto Radio Bocina como Periodista Virtual son plataformas que dan espacio a las historias cotidianas que suceden en San Isidro y otros barrios. Sin embargo, también cubren temas culturales y políticos, locales, nacionales e internacionales.

Una de las primeras intervenciones se llamaba “besos revolucionarios”. “Salimos a la plaza con mensajes de amor y nos besamos entre chicas, entre chicos, chicas y chicos y también fuimos besando a la gente en la mejilla. La primera vez que participé junto a quien era mi novio fue un escándalo. Y eso lo planea San Isidro, que no es una organización GLBT, pero que plantea una visión más amplia y diversa de sus actividades culturales”.

No todo ha sido concordia. En 2013 la junta de vecinos de San Isidro decidió quitarles el galpón que el centro utilizaba para ofrecer obras de teatro y conciertos, así como albergar la radio. Fernando cree que la junta comenzó a pensar que el centro recibía dinero como parte de los auspicios de los eventos que se realizaban. Ahora la nueva junta ha comenzado a trabajar con el centro después de varios años de distanciamiento. Con apoyo o sin apoyo, el trabajo voluntario de cruceños, bolivianos y extranjeros hace posible que cada día estas actividades se sigan realizando en la casa de la familia Sejas, que también es teatro, huerta, periódico y radio.