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Villa Abecia, el orgullo de la familia Ríos

Bastan 100 pasos al oeste de la plaza central de Villa Abecia, en Chuquisaca, para encontrar el viñedo y bodega Cañón Colorado de la familia Ríos. Las uvas que van brotando de la vid parecen saludar a los visitantes y el aroma de la bodega que macera la fruta se respira en el ambiente.

Este municipio tiene 3.514 habitantes, está en la provincia Sud Cinti de Chuquisaca, y forma parte del conocido Valle de Cinti. Esta tierra para los integrantes de la familia Ríos está arraigada en su sangre.

Los padres de la familia, Weymar (79) y su esposa Delina Pool (69), cuidan de Cañón Colorado. La hija menor, Katherine (41), acompaña a Fabiola (43) en su emprendimiento en La Paz: una tienda que ofrece vinos, mermeladas, duraznos y otros artículos de 17 productores de la región chuquisaqueña. Milton (50), el hijo mayor, como periodista y fotógrafo volvió a su tierra desde Tarija para abrir la página web y Facebook del valle y para dar talleres de fotografía a jóvenes del pueblo, para que lo promocionen como destino turístico.

“Todo esto lo hacemos porque llevamos en la sangre a la Villa (como le llaman a Villa Abecia)”, asegura Fabiola.

La comunicación con el pueblo mejoró bastante por la carretera asfaltada entre Potosí y Tarija. El viaje desde la capital chapaca dura cerca de tres horas. El clima en invierno alcanza los 20 grados centígrados y en verano oscila entre 25 y 35.

Bodega. De izquierda a derecha, los integrantes de la familia: Fabiola Ríos, Delina Pool, Weymar y Milton Ríos.

Al entrar a Cañón Colorado existe un camino rodeado de parras de uvas de distintos tipos. Moscatel, Ratafia, Merlot, Sirah son algunas de las variedades que cultiva el chuquisaqueño. “¿Cómo está?, qué hermosa su presencia”, es la forma en la que Weymar recibe a los visitantes.

La bodega familiar produce anualmente cerca de 4.500 litros entre vinos y singanis, usando cerca de 280 quintales de uva. El padre de familia es quien controla la producción. “Yo les comienzo a charlar a mis plantitas, les digo ¿por qué no estás brotando, qué te pasa? y luego ellas se recuperan”, cuenta emocionado y extendiendo una copa de vino a sus visitantes.

Además se enorgullece en decir que el viñedo y la bodega “es una tradición familiar”, que trabajaron sus abuelos, luego sus padres y ahora él. “Mis abuelos sacaban sus productos a lomo de bestia a Tupiza y a los centros mineros de Potosí”, recuerda.

La chispa de humor del vinatero es algo que le da magia a la visita. “Posiblemente me han hecho bajo un parral porque a mí me encanta esto”, afirma entre risas.

Los vinos y singanis que elabora se venden en La Paz, Santa Cruz y Tarija. Restaurantes como Gustu o el hotel Camino Real son clientes. ¿El secreto? “Aquí están prohibidos los químicos —sentencia—, lo hacemos así por respeto a la naturaleza”.

Con esa idea, su hija Fabiola Ríos de 43 llegó a La Paz en febrero de 2016 y, junto a otro amigo del Valle de Cinti, inició un negocio. “Él también era bodeguero de Cinti, lamentablemente falleció, sus vinos fueron los primeros en la tienda. Juntos impulsamos el concepto de vinos de autor”.
Fabiola lamenta que los vinos artesanales sean conocidos solo como dulces, sencillos y plantea una mirada más sofisticada con la idea de vinos de autor.

Con esto —aclara— se trata de demostrar que la región elabora productos que recogen conocimientos, experiencias, recetas y que alcanzan calidad en sabor y presentación.

Fabiola, quien nació en Camargo porque en su “villa querida” no existían centros de salud, dirige su emprendimiento en La Paz, que está ubicado en la Calle 20 de Calacoto. Fue inaugurado el 24 de octubre, día del cumpleaños de su madre.

“Abrimos la tienda pensando en ofrecer los productos de mi papá. Después se fue generando la posibilidad de abrirnos a otros artículos”. Licores, vinos, mermeladas, embutidos, cafés, duraznos al almíbar y otros son ofertados.  “Hemos decidido y estamos intentando conservar la tradición familiar, porque no es nada fácil”, cuenta la además socióloga, quien trabaja en una organización no gubernamental.

Ríos, Delina Pool, Weymar y Milton Ríos. (Foto arriba). Una joven llena su copa con vino blanco elaborado en la bodega.

“Villa Abecia son mis raíces, es donde se han quedado los mejores recuerdos de mi juventud. Es donde he visto a mi padre florecer después de superar las enfermedades que le tocó vivir, como el cáncer y el cambio de válvula en el corazón (…) El pueblo integra a la familia, es un lugar que nos inspira a salir de la cotidianidad para pensar en otros sueños”, rememora.

Esto es algo con lo que coincide Milton, quien nació en Tarija por los mismos motivos que su hermana, falta de hospitales. El técnico en periodismo e informática asegura que actualmente con la tecnología se puede promocionar el lugar sin invertir muchos recursos económicos.

Junto a organizaciones como ONU Mujeres, y Rimisp (Centro Latinoamericano Para el Desarrollo Rural), quienes trabajan en la zona en empoderar económicamente a los pobladores —en especial mujeres— y ayudarlos a impulsar el turismo, gastronomía y otros, además del trabajo de la Alcaldía ejecutaron el proyecto Talleres de fotografía para jóvenes de Villa Abecia, que duró dos meses y terminó el 19 de agosto.

“Como generalmente todos tienen un teléfono celular, entonces la capacitación sirvió para que puedan aprovechar esta tecnología y ellos puedan hacer fotografías, edición con un formato profesional con sus celulares, cosa que no tengan la necesidad de comprarse una cámara profesional ni una computadora”.

El hijo mayor, Milton Ríos, presenta la página web y de Facebook del Valle de Cinti y premia a los jóvenes que pasaron los talleres de fotografía que dictó en la Alcaldía de Villa Abecia.

Milton detalla que en los cursos se explotaron aplicaciones gratuitas que hay en internet. “Me mostraron fotos muy buenas e incluso tuve que usar aplicaciones para cerciorarme de la autenticidad”, relata. Al terminar los talleres, la Alcaldía premió a los jóvenes con 5.000, 3.000 y 2.000 megas de internet para sus celulares.

Ramiro Eyzaguirre (15) ganó el primer lugar por sus fotografías. “Trabajar con los teléfonos es bonito. A veces uno no sabe utilizar el celular, se saca una selfi y ya. Nos enseñaron cómo buscar el ángulo, qué es desenfoque, enfoque, luz, contraluz. Me ha gustado”, dijo en la presentación de los trabajos en el salón del mercado municipal.

Para Milton, así como para el resto de su familia, Villa Abecia es la región que nunca dejarán. “El valle de Cinti significa nuestra raíz, de dónde venimos, es un lugar donde uno rápidamente se arraiga. Es un lugar que te agarra muy fuerte”.

Este poblado rural alejado de las grandes ciudades tiene un fuerte potencial turístico porque posee bienes arqueológicos, paleontológicos, bodegas, viñedos, miradores naturales, cascadas y pozas de agua cristalina, entre otros. Además de la copa de vino que le extenderá don Weymar Ríos en el Cañón Colorado, si se anima a dar esos 100 pasos desde la plaza central.

Emprendimiento. La hija de Weymar Ríos, Fabiola (derecha), junto a una trabajadora, arregla los productos que expone en su tienda Vino ArteSano, ubicada en la calle 20 de Calacoto, frente al edificio de ONU Mujeres, donde vende artículos de la región cinteña.