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Recuerdos de la niña Shirley Temple

Sentada en el piso de la sala de su casa, Roxana Salazar solía mostrar a su tía María las muñecas que su mamá le había comprado, entre las que resaltaba la figura de Shirley Temple, la niña actriz que se convirtió en el mayor éxito de la cinematografía en los años 30 y que ahora es el centro de una exposición en el Museo de las Muñecas Elsa Paredes de Salazar.

La pequeña de rizos dorados —que se destacaba por su canto y baile de tap— se apoderó de los corazones estadounidenses gracias a las películas que protagonizaba, pues tenían mucho éxito, más aún tomando en cuenta que el mundo sufría los embates de la Gran Depresión de los años 1930.

Su éxito era incomparable, debido a que la actriz ayudó a que las tiendas comercializaran diversos productos, en especial muñecas, que representaban escenas de los filmes en que salía la niña de la sonrisa sin igual.

La muñeca que Roxana orgullosa presumía a quienes visitaban su casa desapareció durante varios años, hasta que, escondida entre varias cajas de juguetes, reapareció dentro de una urna. Ese fue el inicio para que ella organizara la exposición Shirley Temple, estrella del cine infantil. Las habitaciones donde generalmente se exponen muñecos vestidos con trajes típicos de casi todo el mundo ahora están invadidas por los recuerdos de la estrella de Hollywood.

Una muñeca de Shirley Temple en versión afroamericana (foto superior izquierda). Reproducción del vestido que la actriz usó en Our Little Girl (foto superior centro). Réplica del vestuario que se empleó en The Littlest Rebel. Foto: Pedro Laguna

Con el auspicio de la Secretaría Mayor de Culturas del Gobierno Municipal de La Paz, la muestra —que fue inaugurada el 20 de octubre y culminará el 10 de diciembre— comienza con la réplica del camerino de la artista, con vestidos confeccionados por Micaela Candia y Pelagia Callisaya, vestimenta que lucieron 20 niñas en un acto benéfico y durante la proyección, la anterior semana, de Pobre niña rica en la Cinemateca Boliviana.

Lo primero que se observa en los mostradores de la planta baja es una muñeca de medio metro de alto, fabricada en 1934. Las hermanas María Eugenia y Mónica Lora, dueñas de este juguete, han mantenido en buenas condiciones el vestido blanco con puntos rojos, aunque se nota el paso del tiempo en los zapatos originales desgastados.

De las 20 figuras en exposición, la mitad fue adquirida al coleccionista argentino Adrián Chelone, quien accedió a desprenderse de su compilación con la condición de que formara parte del repositorio ubicado en Sopocachi.

Como faltaban dedos, pedazos de pie, algunas piezas estaban craqueladas y las pelucas en muy mal estado, Roxana acudió al restaurador Salvador Quispe para que las muñecas luzcan en esta muestra como si apenas hubieran salido de la tienda.

Imperecedero. La ropa original de los juguetes es exhibida en el museo. Foto: Pedro Laguna

Durante los años de la Depresión en EEUU, los padres buscaban alguna diversión que fuera barata, por lo que fueron creadas las muñecas recortables o  conocidas como mariquitas. En la muestra hay ocho figuras únicas y de la época, fabricadas en Estados Unidos, que muestran escenarios y ropa que se puede cambiar a la actriz de ojos verdes.

Al fondo, Roxana se reencuentra con su Shirley Temple, aquella muñeca que orgullosa mostraba sentada en el piso de su sala, que se ha convertido ahora en parte de la exposición de la niña que impactó en el mundo cinematográfico.

La niña que ayudó a EEUU en la Gran Depresión

Cuando los ánimos de la gente están más bajos que nunca durante esta Depresión, es algo espléndido que, por apenas 15 centavos, un estadounidense pueda ver una película, observe el rostro sonriente de una niña y olvide sus problemas (…) Mientras nuestro país tenga a Shirley Temple estaremos bien”, aseveró Franklin Roosevelt, quien fue presidente de Estados Unidos entre 1933 y 1945.

Los zapatos de la muñeca tienen 84 año. Foto: Pedro Laguna 

El mandatario se refería a la niña que se convirtió en la actriz mejor pagada de la industria cinematográfica de los años 30. La revista colombiana Semana señala que “ni siquiera había mudado de dientes y ya acumulaba una fortuna personal de $us 3 millones y un Oscar honorífico por ser ‘la niña que más felicidad había proporcionado al mundo’”.

Es que sus películas ayudaron a que la población estadounidense olvidara un poco los problemas económicos por los que atravesaba. “En aquel momento, la gente necesitaba algo que la animara y por eso se enamoró de un perro, Rin tin tin, y una niña”, comentó Temple, quien nació en Santa Mónica, California (EEUU), el 23 de abril de 1928 y falleció el 10 de febrero de 2014 en Woodside, California.

Debutó en el cine con Stand up and Cheer (1934), musical que la hizo popular. En poco tiempo estaba por encima de Gary Cooper, Clark Gable, Bing Crosby, Robert Taylor y Joan Crawford, estrellas cinematográficas de aquella época.

El diario Las Américas, de Miami (EEUU), señala que Temple fue determinante para que el estudio de cine 20th Century Fox no se declarara en bancarrota en la Depresión.

Luego de más de 40 filmes —a sus 21 años—, Temple aceptó que perdió su encanto con el público porque había dejado de ser esa niña candorosa, por lo que, tiempo después, se dedicó a la política y fue designada embajadora de EEUU en Ghana y luego en Checoslovaquia. Durante su madurez se hizo popular por su oposición a la discriminación racial.

Varias mariquitas complementan la exposición en el repositorio de Sopocachi. Foto: Pedro Laguna