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El Túpac Katari desde adentro

El satélite Túpac Katari (TKSAT-1) no se encuentra encima del territorio boliviano, como se creía, sino al norte del continente, en la línea del ecuador. Éste es uno de los datos que forman parte del paquete Bolivia en la Era Espacial, una visita turística a las instalaciones de la estación terrena de Amachuma, en el Distrito 10 de El Alto.

A las 12.40 (hora boliviana) del 20 de diciembre de 2013, los visitantes en la base de Xichang (China) se mantenían en silencio porque, segundos antes, el primer satélite de telecomunicaciones boliviano era lanzado al espacio. Si bien la cuenta regresiva era en chino, los compatriotas presentes lo hicieron en español: “Cinco, cuatro, tres, dos, uno…”. El tiempo parecía detenerse, hasta que dijeron el esperado cero. “Los connacionales se hicieron sentir al ver al cohete perderse en el cielo y dirigirse al espacio exterior”, describe una crónica publicada por La Razón.

Aquel hecho histórico para el país sucedió hace cuatro años, los que la Agencia Boliviana Espacial (ABE) ha celebrado con varias actividades, entre las que sobresale la apertura de las instalaciones de la estación terrena de Amachuma para habilitar recorridos turísticos.

Las antenas apuntan a la ubicación del satélite boliviano, que se encuentra en la línea del ecuador.

“Hay mucho desconocimiento sobre el tema aeroespacial en nuestra sociedad; es abstracto, no visible y no está al alcance de los sentidos”, comenta Iván Zambrana, director general de ABE, quien firmó un convenio con Lourdes Omoya, gerente ejecutiva de Boliviana de Turismo (Boltur), para llevar a cabo el tour denominado Bolivia en la Era Espacial.

La estación terrena se encuentra en 4,7 hectáreas de terreno, donde unos 30 especialistas se encargan de que el Túpac Katari envíe señales satelitales a todo el país.

Las seis antenas gigantes de la base terrena son visibles tanto desde La Paz como El Alto, aunque llegar es un tanto complicado. Ahí, un espacio está reservado para el parque temático, que tiene un sendero de grava que lleva, primero, a la representación de un reloj solar, que los antepasados utilizaron para saber en qué momento del día se encontraban. Al otro lado de la vía aparece un calendario solar, que los habitantes de la cultura tiwanacota conocían para saber cuándo debían sembrar y cosechar sus alimentos.

Miniatura de uno de los satélites más representativos en la historia.

“Para nosotros también es importante, porque cuando estamos cerca de los equinoccios, nuestro satélite funciona de otra forma, por lo que tenemos que operar y controlarlo para evitar cualquier falla”, dice Alexandra Lora, encargada del Área de Órbita y Dinámica de Vuelo, quien se encarga de llevar al visitante por una réplica de la Puerta del Sol como antesala de unas estructuras rectangulares que emulan la Isla del Sol y la Pirámide de Akapana, ejemplo de centros de observación astronómica.

La misión de TKSAT-1 es “recibir señales de la Tierra desde un punto específico para retransmitirlas a áreas grandes. Esa es la ventaja del satélite con respecto a otros, como la fibra óptica o enlaces de microondas, que tienen restricción de cobertura”, inicia la exposición Alexis Andrade, director de Operaciones de ABE.

Las oficinas están llenas de monitores de computadora y televisión porque es el área encargada de vigilar que el satélite brinde buen servicio a los usuarios. En una de las habitaciones, una pantalla gigante muestra el mapa del mundo en tiempo real, donde un punto rojo ubicado en la línea del ecuador es el más importante, ya que es donde se encuentra el Túpac Katari.

Una representación de las estructuras astronómicas de la cultura tiwanacota.

Alexandra aclara que su ubicación es para que el usuario tenga la percepción de que el TKSAT está fijo, aunque —igual que el planeta— siempre está en movimiento. Los ordenadores muestran barras irregulares que indican el nivel de las señales que emiten los canales y radios, pues si suben mucho la potencia pueden causar problemas en el aparato que emite la señal.

“Empezar una empresa de satélite en un país como Bolivia ha sido muy difícil, pero afortunadamente hemos conformado un buen grupo”, asegura el gerente de ABE, mientras el grupo camina hacia el último punto del recorrido.

Las antenas blancas que se pueden contemplar desde varios sectores de La Paz y El Alto lucen imponentes cuando están cerca. Por eso, casi sin querer, el invitado mira a la misma dirección donde apuntan estos aparatos para intentar observar el Túpac Katari.

En una especie de terraza exclusiva en la planicie del lado sur alteño —con el resguardo del Illimani, el Mururata, el Chacaltaya y el Huayna Potosí— la base terrena de Amachuma hace reflexionar al visitante sobre lo pequeño que es en el universo, aunque también muestra que en el manto celeste, en un punto mínimo, hay un satélite para los bolivianos.

Especialistas trabajan en el centro de operaciones.

Un recorrido desde Bs 40

Boltur ofrece desde enero Bolivia en la Era Espacial, una visita a la estación terrena de Amachuma (Distrito 10 de El Alto), que incluye transporte ida y vuelta desde La Paz, refrigerio y la atención de guías especializados. De acuerdo con el grupo, estudiantes y adultos mayores pagan desde Bs 32, turistas nacionales Bs 40 y extranjeros Bs 48.

Para más información, llamar a los teléfonos 2185999, 2125099 o 901105296, o escribir a través de Facebook y Twitter en Bolturoficial o al portal boltur.gob.bo.