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Arturo Machicado es el discípulo de la espada

El paceño Arturo Machicado cambió su vida como audiovisualista por la de practicante de Iaido a tiempo completo. Una madrugada, cansado de editar un trabajo, le fue inevitable cuestionarse si ésa era la forma en que quería seguir. En ese momento, reconoció que no encontraba cómo crecer en su medio y que su trabajo ya no lo motivaba.

“Entré en crisis porque lo único rentable para el mundo audiovisual en Bolivia es la publicidad; y la publicidad miente. Todo el tiempo está buscando engañar al consumidor, haciéndole comprar cosas que no necesita e incluso que son nocivas para su salud, además de repetir incansablemente valores y estereotipos caducos”.

Tras reflexionar, llegó a la conclusión de que la juventud es una forma de riqueza que supera al dinero, porque hay cosas que no pueden hacerse sin ella, incluso cuando ya se tienen el tiempo y los recursos. Así, decidió dedicarse a lo que realmente le gusta, el Iaido: arte marcial de la reacción rápida con la espada japonesa.

Comenzó a rechazar proyectos a menos que realmente le interesaran y advirtió que si reducía su comodidad y ocupaba un pequeño cuarto ubicado en el terreno de su casa, podría alquilar el inmueble principal y vivir de la renta de éste y de otras propiedades que posee.

Esta disciplina japonesa, que se creó para no olvidar cómo utilizar esta arma en momentos de paz, tiene diferentes estilos, el Mugairyu  (vacío externo) es el que practica y enseña Arturo en el dojo Kennankai, en Sopocachi. Ahora tiene el grado de cuarto Dan junto a Diego Komori. Ambos son los representantes con mayor rango de Iaido en Latinoamérica.

El atleta de 41 años, que además va al gimnasio todos los días, entrena en este arte marcial —además de Kendo y Aikido— porque tiene una relación con el budismo y con la meditación. “Meditar me hizo tener una sensación de satisfacción total que no había tenido antes. Nunca he sentido algo así después de ir a una misa, por ejemplo”, comenta riendo.

Gracias a este arte y a los valores que cultiva —la puntualidad, el compromiso y el honor, por ejemplo— Arturo siente  que fomenta la creación de agentes de cambio, personas con hábitos más saludables que ayudan a crear, poco a poco, una sociedad más equilibrada y mejor.