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Planes

Si quieres hacer reír a Dios haz planes, me decía mi amigo Pato, un líder espiritual ecuatoriano que me contuvo en momentos difíciles lejos de casa. Pero, yo, el k’onana, sigo haciendo planes, empujando el carro de la vida, procurando la supervivencia de manera digna. El gran impulso para iniciar el año lo da siempre mi Ekekito y su canción Alasita; tocar este 24 de enero la canción mientras pasaba solemne la sagrada Illa del Ekeko fue de emoción cósmica. Antes, a las 11.30, la ceremonia ancestral con una decena de amautas evaporó dos fetos de llama fastuosos, el olor a incienso pobló mi alma, la Mama Coca nos dio el equilibrio y alejó la tormenta. ¡Qué ceremonia hermosa! ¡Qué energía pura!, toda la gente pidiendo a las alturas para que la Pachamama nos dé alimentos, provea cositas, nos perdone; sonó en mi ánimo aquella oración/ canción que le hice: madre nuestra que estás en la tierra , santificada es el agua, que puebla tus venas, nevados altivos, vicuña encendida de vida; madre tierra, ten piedad de nosotros.

Ya en el escenario vi que la gente estaba demasiado triste, le di con todo al Cascaremos, al Qué tal metal, a las metafísicas, qué bendición ver el cambio hacia la sonrisa, hacia la alegría en los ojitos de tanta gente humilde. Al salir de las tablas había una cola larga esperando sacarse una selfi con El Papirri, y que les firme el minilibro de la Metafísica Popular que publicó este meritorio periódico. Luego, los hermanos artesanos me raptaron a cascarle un plato paceño picante, con su llajua rociada de quilquiña y una cerveza prohibida cada cinco minutos. A media tarde le dimos a unas canchitas emocionantes para volver a casa sopita, con el api atigrado circulando por mis venas.

Me toca ahora irme a la Llajta a corregir 78 crónicas escritas para este periódico en los últimos cinco años y que serán reunidas en el Vol. III de Crónicas del Papirri, a presentarse el 11 de abril en el Espacio Patiño de La Paz, libro que será publicado por la Editorial 3600. Quedan invitados. Creo subsistirán 60 en el manuscrito final, últimamente me volví muy coyuntural —como este propio escrito—, voy a ser duro en la elección de los relatos más literarios, aunque queden 38 como en el Volumen I. En cuanto a conciertos, el 10 y 11 de mayo vuelvo al Teatro Municipal de La Paz con El Papirri, 39 años de canciones, evento en el que se presentará, además, el DVD El retorno del Papirri, con imágenes realizadas por Carlos Fiengo y su equipo en los emotivos conciertos de regreso de marzo y julio de 2017. La mezcla de audio la realiza mi amigo Mauricio Moya, eximio sonidista de gran voluntad y sapiencia técnica. Lo difícil es financiar el asunto porque todo sale de mi bolsillo, pero Dios proveerá. ¿Por qué será que no sé conseguir auspicios? Bueno, es otro oficio, no lo sé hacer, no me da el tiempo, pero hay que sacar el carro  del fango financiero con el apoyo de todos ustedes. Plata y miedo nunca he tenido, dice mi morenada. Les invito a estos conciertos, serán únicos e irrepetibles, además solo tocaré en La Paz en mayo y en noviembre en el Teatro Nuna. Ya no me da el cuero para bolichear. Debo decirles que el recital unipersonal que di en el Café Mestizo de la calle Jaén el 26 de enero fue muy interesante, no tocaba solito hacía años, pero es difícil repetirlo, no hay más lugares donde la gente sea tan respetuosa y vaya a escuchar a un tipo que toca su guitarra y sus propias canciones.

Hay un proyecto interesante que nació por octubre conversando con amigos músicos: animarnos a hacer El Papirri Sinfónico. Presentamos el proyecto en noviembre, los músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) aprobaron recientemente la aspiración (el paso más difícil), se realizaría el 12 y 13 de septiembre, aún falta el visto bueno de la Ministra de Culturas, según me dijo la nueva directora Ejecutiva de la OSN, Roxana Piza, amable folklorista y auditora que lleva la difícil misión de planificar administrativamente el sustento de esta institución un tanto abandonada. El problema es financiar el trabajo de los arreglistas, que son muy pocos en nuestro medio, hacer arreglos para orquesta no es nada sencillo; sin embargo, el entusiasmo de algunos de ellos da impulso a seguir soñando. Ya estoy escuchando en mi cabeza la Zamba Geisha sinfónica y me emociona. En octubre se vendrá el Teatro Achá de Cochabamba, en el ínterin pretendo grabar algunas canciones abandonadas  y presentarlas en un CD íntimo en los conciertos del Teatro Nuna.

En noviembre de 2019 cumplo 40 años como cantautor. Haré un concierto gigantesco y deseo retirarme de escena. Desde 2020 aspiro a quedarme mirando el mar, contemplando el Illimani, prolongando lo más que se pueda este teatro de la vida.

Mientras… los ríos se comen casas, los políticos se agarran de los pelos, una diputada de la oposición prefiere la dictadura de botas, las clases medias se oponen a un gobierno que saca el primer lugar en crecimiento económico de la región, los médicos vuelven a trabajar luego de 50 días —por fin— pues se abrogó el “maldito” Código Penal que protegía a las víctimas, los noticieros son todos de crónica roja, la lluvia no cesa, el planeta está emputado de verdad, un arcoíris le saca espuma al Illimani y me hace llorar de emoción. Me espera ahora Cochabamba con su calma chicha y un mundial en invierno que tendremos que ver en horarios del mundo al revés. Año del perro es, hay que ser cauto.

Si quieres hacer reír a Dios haz planes, me repite de nuevo mi amigo Pato con su sonrisa sincera. Y yo le casco nomás, como buen k’onana.