El soldado G.I.Joe
Jonathan Olivera tiene más de 1.000 figuras y 200 vehículos de juguete.
Con botas militares y pantalón camuflado, Jonathan Olivera quiere emular a Clutch, el personaje de G. I. Joe con el que se identifica desde pequeño y que guarda con otras 1.000 figuras y más de 200 vehículos aéreos, terrestres y acuáticos en su habitación de la avenida Buenos Aires. Desde su lanzamiento en 1964, estos juguetes se han mantenido vigentes gracias a sus fans y uno de ellos es este abogado paceño que se precia de ser un soldado G. I. Joe.
“Cuando tengo un poco de tiempo hago dioramas; pero ya no juego con los soldados, solo los saco para mirarlos, los manipulo cinco minutos y los vuelvo a guardar”, confiesa delante del mostrador metálico de cinco niveles donde conserva las figuras de casi 10 centímetros de altura, que se diferencian de otros juguetes porque se les puede mover las articulaciones en el cuello, los hombros, codos, cintura, entrepierna y rodillas, y que en la década de los 90 tuvo éxito entre los niños y adolescentes del país gracias a los dibujos animados emitidos por la televisión.
A mediados de esa década, cuando tenía siete años, se hizo costumbre que Jonathan encendiera su televisor a las 10.00 para sintonizar el canal 7 y escuchar con atención y alegría la introducción de la serie: “G. I. Joe es un escuadrón militar de las fuerzas especiales entrenado para una sola misión: defender la libertad y evitar que Cobra, una organización terrorista, domine al mundo”.
No era el único en su casa que se quedaba prendado a la Tv, pues Vladimir —su hermano mayor— compartía su afición por los soldados. El éxito del programa en los hogares paceños ocasionó que Casa Falcon —juguetería que se encontraba en el centro de la sede de gobierno— importara los juguetes “que no eran muñecos”.
Cuando Mattel lanzó Barbie en 1959, los ejecutivos de su competidora, Hasbro, mantuvieron extensas reuniones para contrarrestar el golpe comercial que causaron esas muñecas. El director creativo de la compañía en aquel entonces, Don Levine —quien años antes había estado en el Ejército de EEUU—, tuvo la idea de crear una línea de juguetes siguiendo el modelo de los Government Issued Joes (G. I. Joe), término que describe a los miembros de las fuerzas armadas de ese país, señala una nota de BBC. Como parte del marketing había una condición indisoluble: estaba prohibido llamarlos muñecos, sino hombres o figuras de acción.
“Mi mamá compró tres figuras para mi hermano, y como yo no sabía con cuál jugar, Vladimir me regaló el Lanzallamas”, recuerda Jonathan. Eran tiempos en que ensuciarse estaba permitido, cuando ambos hermanos daban rienda suelta a su imaginación en los maceteros del patio de su casa, “cuando llenábamos el lavamanos con agua y picábamos papel para simular que fuera un pantano”.
Para demostrar que Vladimir y él tenían mucha iniciativa, Jonathan se acerca a la mesa que está al pie de una de las ventanas de su cuarto, abreuna caja y de una bolsa saca ametralladoras, hachas, dagas y pistolas hechas con palitos de helado, tubos de bolígrafo, alambre, hilo, cinta aislante y pegamento, que fabricaban sobre la base de ilustraciones que encontraban en su enciclopedia Océano.
El objetivo de Rosario era motivar el ingenio de sus hijos, por lo que después de algún viaje solía retornar a su casa con un regalo G. I. Joe. “Ella compraba según su gusto, ni siquiera era porque mi hermano le pedía”, rememora el coleccionista.
Había dos clases de G. I. Joe: las que hacía la fábrica brasileña Estrela y las que producía Hasbro en Estados Unidos, que se diferencian por algunos detalles de color y los nombres de los personajes.
En el momento en que Vladimir ingresó a la universidad dejó a un lado su afición por los juguetes, por lo que su hermano menor heredó 15 figuras de G. I. Joe, “porque me sacaba buenas notas en el colegio”. El paso del tiempo es inexorable, así como las preferencias y gustos por algo, así es que Jonathan guardó sus soldados en unas cajas de habanos hasta 2015, cuando volvió a ver las figuras que tanto le habían gustado cuando era niño en puestos ambulantes de la feria 16 de Julio de El Alto. No obstante, “estaban sin sus accesorios, despintados, con las piezas sueltas y usados al extremo”, así es que recurrió a páginas en internet para comprar G. I. Joe casi nuevos, “solo faltaba que estuvieran en su empaque original”.
Comenzó con los vehículos terrestres, aéreos y acuáticos que ansiaba tener de pequeño, como una nave SkyHawk con la que jugaba su hermano mayor. Luego siguió con otras figuras de acción. “Duke, Matt, Snake Eyes, Spirit, Firefly, Storm Shadow, Comandante Cobra, Destro, Serpentor, Dusty, Clutch, Glow Touch…”. La lista de personajes que tiene en el mostrador parece interminable; tiene de dos a 40 versiones de cada uno, de acuerdo con el año de su comercialización.
La exposición dentro de su vivienda incluye empaques originales de los juguetes y catálogos, que muestran el rostro y una breve biografía de cada personaje. Si hay suerte, Jonathan puede mostrar un capítulo de G. I. Joe que se emitió en Estados Unidos.
“Mis amigos creen que no salgo de mi habitación, que solo me dedico a jugar con los muñecos y que ni veo la luz del día”, comenta entre risas, aunque reconoce que de vez en cuando, en su tiempo libre, arma escenarios, observa con detenimiento a sus soldados y los vuelve a acomodar en la estructura metálica de cinco niveles.
Como todo coleccionista, Jonathan es ordenado, le motiva la búsqueda, escoge las piezas de acuerdo con sus criterios personales y, también, le gusta mostrar lo que tiene. “Desde el año pasado recibo la visita de familias a mi casa. He vuelto mi dormitorio en una especie de museo”, dice el paceño que ha invertido en su afición más de $us 5.000 y que por ningún motivo piensa vender alguna de sus figuras.
“Mi hermano me ha incentivado, él me ha hecho conocer el primer G. I. Joe. Es un cariño que tengo a estos juguetes porque ha marcado mi infancia a tal extremo, que creo que hasta hoy mi niño interior aún no se va”, reconoce Jonathan desde su pequeño repositorio en la avenida Buenos Aires, en La Paz.