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Jeroglíficos para invocar la lluvia

Las Pascuas en el norte de Potosí y Chuquisaca están llenas de rituales para obtener agua.

/ 1 de marzo de 2018 / 22:58

El agua es vida. Vamos a repetirlo una vez más, para que no quepan dudas: el agua es vida. Se trata de un eslogan que en ciudades como La Paz, que sufrió una sequía hace más o menos un año, se repite hasta el cansancio, hasta que el cliché pareciera disolver —secar— el mensaje. Hay, sin embargo, lugares en nuestro país en los que el eslogan se convierte en rezo, en una humilde súplica a las fuerzas que van más allá del entendimiento humano.

Según explica la lingüista Daniela Castro Molina, en regiones del norte de Potosí y de Chuquisaca, gran parte de las personas que deciden emigrar a las ciudades o incluso al exterior lo hacen porque los sembradíos, arrasados por la ausencia de lluvias o por la furia de las heladas, no son suficientes para equilibrar una economía que depende de ellos o para alimentar siquiera a las familias que los cultivan. Es por eso que la festividad católica de Pascuas tiene una importancia vital en el calendario de sus tradiciones anuales; en ella, los pobladores rezan pidiendo el milagro del agua para sus suelos, para sus vidas.

Con el transcurrir del tiempo la celebración de Pascuas, con el pedido de lluvias correspondiente, ha ido disminuyendo debido a la migración sin retorno y también a la proliferación de iglesias evangélicas, que prohíben estos ritos a sus feligreses. Los habitantes que quedan, en su mayoría ancianos que vislumbran el pasado como una época mejor, creen que las sequías y las heladas han ido en aumento en los últimos tiempos debido a que ya no se celebran las Pascuas con el mismo fervor con el que se solía festejarlas.

En 2017, las lingüistas Angélica García y Daniela Castro visitaron las comunidades de Vitichi y Puna, en el norte potosino. En esa incursión conocieron a la mastra doctrinera Beatriz Ocampo, quien habría de explicarles la naturaleza de la celebración pascual y enseñarles los instrumentos que se utilizan en la ceremonia.

Uno de los materiales que más llamó la atención, no solo de estas investigadoras sino el de profesionales anteriores a ellas que llegaron a estas tierras, fue el de cueros de diversas formas que contenían escritos en jeroglíficos. La mastra doctrinera era quien leía esos símbolos, que contenían los rezos para pedir por lluvia en Pascua; ella también era la encargada de educar a los niños en los pormenores de esta tradición para extenderla a través de las venideras generaciones. Así, la escritura de los jeroglíficos pasa del cuero a las hojas de los cuadernos que se utilizan en la educación primaria. Este sistema de escritura es nombrado por sus practicantes como llut’asqas.

Explica Castro, quien trabaja en el Museo Arqueológico de la Universidad Mayor de San Simón, en Cochabamba, donde se puede asistir a la exposición de estos materiales, que existen varios antecedentes de las llut’asqas. Arqueólogos y exploradores han reportado haber encontrado piezas de cuero y también de barro desde 1940. Ya Dick Ibarra, en su libro La escritura indígena andina, de 1953, se había ocupado de recopilar estos hallazgos. En 2000, Wálter Sánchez y Ramón Sanzetenea publicaron, en el artículo Rogativas andinas dentro del octavo Boletín del Instituto de Investigaciones Antropológicas y del Museo Arqueológico, un calendario agrícola donde muestran a través de una clasificación que los rezos, y por tanto su escritura, han sido de vital importancia en estas comunidades, ya que no solo se han utilizado para pedir lluvias o para evitar heladas, sino también para desearle un buen viaje a quienes partían o para pedir favores divinos en la vida cotidiana.

La importancia de los rezos trasciende fronteras. Muchos de los migrantes vuelven a sus comunidades en Pascuas, la fiesta mayor de petición de lluvias, para participar. Doña Gregoria Vicente, comunaria de Tucultapi y residente en Buenos Aires, Argentina, explica los motivos de su retorno anual con estas palabras: “Yo vengo todos los años a esta fiesta porque le tengo amor a mi comunidad”. Más allá de retornar, doña Gregoria se encargó de transcribir la escritura de los rezos en un cuaderno para preservar la costumbre.

Castro recuerda con mucho cariño la visita que ella y García hicieron a las comunidades del norte potosino. Cuenta que las personas eran muy cálidas y hospitalarias en su trato, desprendidas cuando se trataba de compartir alimentos o abrigo. “Se hacen arreglos increíbles en las capillas. Arman arcos de flores, hay muchos adornos, velas que caen al estilo quipus, más decoración de flores y sobre todo de rosapascuas, que es la flor especial de esta fecha y que tiene un aroma muy fuerte y delicioso, aparte del impacto visual, el impacto olfativo es maravilloso”.

Además de la ya mencionada mastra doctrinera, la celebración de Pascua tiene otros agentes que colaboran en la ceremonia. Uno de ellos es el fiscal, un varón elegido por la comunidad, quien es el encargado de organizar la fiesta, proveer los adornos, vigilar el comportamiento de los niños cuando ellos están rezando y luego, cuando concluye la celebración, es quien debe reunir a los niños para lanzarles frutas y golosinas como una manera de agradecerles por su labor de rezadores.

Cuando García y Castro llegaron a San Miguel de Laja, a eso de las seis de la tarde del viernes, fueron alojadas en casa del fiscal. En el momento de ingresar a la capilla, iluminada por velas parpadeantes, solamente encontraron a la mastra doctrinera y a un niño rezando. No fue sino hasta que hacia la medianoche el fiscal hizo repicar la campana cuando se aproximaron más personas y salieron en procesión. Después de aquello, rezaron hasta el amanecer y, entonces, un grupo musical —a los músicos se les llama mastros— llegado para animar la fiesta empezó a tocar y todos bailaron. De una vasija tallada en madera bebieron chicha. La rosapascua no solo decora los habitáculos donde se celebra la ceremonia, sino también a las personas que participan de las Pascuas: las mujeres se ponen esta flor en la cabeza y los varones en las camisas. En la fiesta se enviste a las autoridades políticas con coronas de flores y también a quienes han actuado de mastra doctrinera y fiscal, los cónyuges de éstos son, al igual que ellos, celebrados. Asimismo, las nuevas autoridades, quienes se encargarán de las Pascuas del año que viene, son recibidas con los mismos ornamentos.

Ellas asistieron al final de la celebración. Un par de días antes, el Jueves Santo, las mujeres se reunieron en casa del fiscal para hornear panes de diversas formas (muyu pillus o ruedas, tortas, sepulcros o palomitas) y para empezar a cocinar la comida que se consumirá el gran día. El Viernes Santo es el día de las divinidades, en el que se hacen los rezos que piden las lluvias y el Sábado de Pascuas es el día de fiesta. Antes, la preparación de la celebración de Pascuas constaba de un trabajo de ocho domingos después de Carnaval, tomando en cuenta el domingo después del Sábado de Pascuas. Ahora, esto se ha simplificado a tres días: Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado de Pascuas. Queda decir que los cargos principales de esta festividad, como el de mastra doctrinera o fiscal, en algunos casos, se impone como un castigo de la comunidad por haber cometido “faltas en contra de la moral”, como, por ejemplo, haber tenido hijos fuera del matrimonio.

El agua es vida. Vamos a repetirlo una vez más, para que no quepan dudas: el agua es vida.

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Santa Cruz de las quimeras

La capital cruceña tiene una mancha urbana de 137 mil hectáreas, que llega a 213 mil si se le suma el área periurbana

Por Ernesto Urzagasti Saldías

/ 24 de septiembre de 2023 / 07:10

Allá por el año 1561, en medio del Bosque Seco Chiquitano se fundaba la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, a cargo del Extremeño Ñuflo de Chaves, quien había partido de la “madre de ciudades”, Asunción, hacia estos parajes con la misión de poblar y desencantar la tierra.

Aquel asentamiento tuvo una historia turbulenta e inestable en sus primeras décadas, lo que obligó a sucesivos traslados, el último asentando la ciudad a orillas del río Piraí, fusionándose con el asentamiento local de San Lorenzo de la Frontera. Cual tenaz niño sietemesino Santa Cruz ya había sobrevivido a las traslaciones y por ultimo prevaleció con su nombre sobre el sitio final donde existe hasta el día de hoy.

Y es que al recorrer el sitio fundacional original, lo que hoy se conoce como “Parque Nacional Histórico Santa Cruz la Vieja”, a decir de los arqueólogos de la Gobernación de Santa Cruz, se puede percibir la grandeza con la que pretendió nacer desde un principio, pues contaba con más de 40 cuadras a la redonda, con una magnífica plaza principal que llegó a tener dos iglesias, construidas por las órdenes de los Jesuitas y los Mercedarios.

El resto ya es historia conocida, pues este territorio que es la subentidad nacional más grande de Hispanoamérica con sus más de 370 mil kilómetros cuadrados, se ha convertido en la actualidad en el motor de la economía de Bolivia y en el polo de atracción donde diariamente llegan bolivianos de todos los confines que ven en esta región un lugar para hacer su vida y perseguir el sueño de la felicidad y la prosperidad.

La definición de quimera dice: “sueño o ilusión que es producto de la imaginación y que se anhela o se persigue pese a ser muy improbable que se realice”. Y en parte eso fue Santa Cruz, una hermosa pero no descabellada quimera. Primero para los españoles, que anhelaban hallar el mítico dorado, y también por los indígenas guaraníes, que hablaban de “la tierra sin mal” entendida como “un lugar de eterna juventud y abundancia”.

Hoy, esa quimera se ve reflejada en el portentoso caudal económico agroindustrial y las prácticas de mercado que cada día más se alinean con los círculos económicos internacionales globalizados. Ello se ve reflejado en los números de las exportaciones no tradicionales y el mercado interno de los productos alimenticios del cual depende el resto de Bolivia: carne vacuna, aviar y bovina, cereales, girasol, soya, azúcar, lácteos; por citar algunos.

Específicamente, la capital de esta región, Santa Cruz de la Sierra, se ha convertido en una impresionante explanada urbana desperdigada por momentos en archipiélagos y cuyo límite parece no tener fin. Y es que aquella romántica ciudad planificada en cuatro anillos por el Plan Techint en el espíritu de la “ciudad jardín” de la modernidad del siglo XX, hoy por hoy parece ser una trama multiforme ingobernable y con un crecimiento demencial.

En su momento fue una quimera diseñar todo el futuro crecimiento dentro de aquellos cuatro anillos, con sus grandes espacios zonificados y ordenados en equipamientos terciarios, parques urbanos, unidades vecinales, radiales y anillos viales. Cosa que en la práctica no sucedió.

Hoy se habla de una ciudad metrópoli de facto, toda vez que sin tener reglamentación ni regulaciones que la gobiernen en la escala metropolitana, bordea ya los tres millones de habitantes en su área metropolitana, fruto de la conurbación de hecho entre los municipios de Santa Cruz de la Sierra, Porongo, Cotoca, La Guardia, El Torno, Warnes, Colpa Bélgica, Okinawa y Montero. Para darnos una idea de la extensión de este conglomerado, la distancia entre los dos extremos del área metropolitana es de 65 kilómetros si nos desplazamos desde Montero en el norte hasta El Torno en el sur.

Entonces, la “grandeza” del territorio Metropolitano no le sirve a sus habitantes debido a su baja densidad poblacional por hectárea. Según datos obtenidos por el Centro de Investigación Urbana CIUDAD de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad Privada de Santa Cruz (UPSA), la actual mancha urbana metropolitana de la llamada “Gran Santa Cruz” tiene una extensión estimada de 137 mil hectáreas de área urbana, y si le sumamos el área periurbana en proceso de urbanización o consolidación, el número asciende a 213 mil hectáreas.

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En términos urbanos, esta demencial mancha urbana posee una densidad muy baja, teniendo en sus sectores más consolidados dentro del cuarto anillo una densidad estimada de hasta 60 habitantes por hectárea; pero en el otro extremo, en las zonas periféricas, estamos hablando de hasta 4 habitantes por hectárea. Para darnos una idea y hacer una comparación diremos, por ejemplo, que la ciudad de Buenos Aires (Argentina) tiene en su zona central una densidad promedio de 150 habitantes por hectárea. O citar el ejemplo de Barcelona, España, cuya densidad esta en los 160 habitantes por hectárea.

La construcción es uno de los rubros en constante alza.

Esta baja densidad es la raíz de todos los males, pues todos los servicios en red se vuelven caros de implementar y de mantener. Entonces saltan las miserias de la ciudad, como, por ejemplo, su obsoleto y paupérrimo sistema de transporte público sindicalizado o el permanente déficit de la vivienda social para los segmentos sociales de menores ingresos económicos.

Es así que se plantean los grandes retos de cara al futuro en esta metrópoli que no para de crecer. Hoy están sobre la mesa las cruciales discusiones sobre los reservorios subterráneos de agua para las próximas décadas; así también habrá que pensar lo que sucederá con la movilidad urbana en una ciudad tan extensa e irregular, o los servicios de red básicos como el gas domiciliario o el alcantarillado sanitario. Hay un riesgo inminente de que el futuro de este gran conglomerado de habitantes no tenga un horizonte sostenible en el tiempo y convierta a Santa Cruz de la Sierra en una metrópoli inviable.

Urge poner en marcha un Concejo o Instituto Metropolitano que esté conformado por todos los municipios conurbados más la Gobernación del depar- tamento de Santa Cruz, es imprescindible planificar y tomar decisiones conjuntas en favor de un funcionamiento institucional  sincronizado que permita un crecimiento sostenible de la urbe, priorizando la densificación de la mancha urbana, protegiendo nuestros bosques urbanos y áreas verdes, y ordenando coherentemente los servicios de red e infraestructuras de salud y educación.

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Esta quimera urbana llamada Santa Cruz de la Sierra, a pesar de todos los riesgos y desafíos, sigue siendo el punto de llegada de migrantes extranjeros y del resto de Bolivia, y es que aún ofrece a los llegados y nacidos aquí esa calidad de vida que no se halla en otros lares; el clima, la calidad y honestidad de su gente y el vehemente amor por la “patria chica”, como la definía el insigne pensador político cruceño Sergio Antelo, hacen de esta región el lugar perfecto para vivir y seguir soñando en un futuro mejor. Es nuestro reto legarle estas bondades a nuestros hijos y nietos.

La construcción es uno de los rubros en constante alza.

* Ernesto Urzagasti es arquitecto, docente universitario en FADU UPSA y vicepresidente del Colegio de Arquitectos de Santa Cruz (CASCZ).

Texto: Ernesto Urzagasti Saldias

Fotos: Rodrigo Urzagasti

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Descubriendo obras desconocidas de Cecilio Guzmán de Rojas

Un archivo fotográfico digitalizado en España muestra 60 pinturas y dibujos del artista realizadas en Europa entre 1921 y 1929

Desnudo de mujer’, fotografía reguardada por Casa Romero Archivo de Arte Español.

Por Reynaldo J. González

/ 24 de septiembre de 2023 / 07:00

En enero de 1929 el reconocido artista potosino Cecilio Guzmán de Rojas (1989-1951) inauguró una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, presentando una selección de su obra producida en Europa a lo largo de más de 7 años. Se trató de una muestra consagratoria de éxito entre la crítica y el público, hecho corroborado en la publicación de varias reseñas periodísticas y en la venta de casi la mitad de las 75 obras que la componían. Las piezas que no fueron vendidas fueron traídas a Bolivia unos meses después, exponiéndose en Potosí, Sucre y La Paz y pasando a colecciones privadas y públicas.

De las obras que quedaron en Europa se conocía apenas algunos datos y unas cuantas fotografías. La reciente digitalización de archivos públicos de España nos permite acceder ahora a imágenes de más de medio centenar de estas y reevaluar el legado del artista boliviano más importante de la primera mitad del siglo XX. 

Guzmán antes de su viaje a España. La foto está en el Museo Universitario "Ricardo Bohorquez Ramírez", Potosí.
Guzmán antes de su viaje a España. La foto está en el Museo Universitario «Ricardo Bohorquez Ramírez», Potosí.

La organización de la exposición

Desde 1921 Guzmán recorrió varias ciudades de Europa con el objetivo de completar su formación artística. Hacia 1924 ingresó a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la más prestigiosa de España, donde se educó con grandes maestros academicistas y costumbristas. En este periodo produjo una cantidad indeterminada de dibujos, pinturas y grabados entre ejercicios de taller, comisiones y otras, con cuya venta se sustentaba.

Hacia 1926 comenzó la planificación de una gran exposición individual para la cual solicitó una ayuda económica al Estado boliviano a través de una carta firmada por intelectuales y artistas de España y Bolivia. El Gobierno de Hernando Siles contestó el pedido comisionándole la decoración del Pabellón de Bolivia de la Exposición Ibero Americana de Sevilla de 1928. Aunque llegó a realizar los bocetos para este proyecto la construcción del pabellón fue cancelada, dejándolo impago y endeudado por los gastos que suponía la organización de una exposición grande.

Pese a ello, se encontraba determinado a cumplir su objetivo, por lo que tomó la decisión de “vender a precios irrisorios” más de 30 cuadros que había logrado reunir y que constituían sus “obras de personalidad definida” (Estos hechos los cuenta Guzmán en una nota publicada en “El Diario” en noviembre de 1929). La situación del artista fue tan complicada que incluso llegó a reciclar algunos de sus lienzos para poder elaborar nuevas pinturas. 

Obras fotografiadas: ‘Musa India’
Obras fotografiadas: ‘Musa India’

El resultado de estos afanes fue una muestra heterogénea conformada por 75 trabajos en varios géneros y diferentes técnicas y formatos.  Una exposición que, pese a las adversidades, coronó a su artista con elogios y celebraciones por parte del público madrileño.

En junio de 1928 Guzmán retornó al país con la mitad de las obras que no vendió. Entre ellas se encontraban El triunfo de la naturaleza, El beso del ídolo y Sol en el Titicaca. De las que quedaron en España conservaba algunas fotografías que enviaba a la prensa y que repartía como postales, quedando la gran mayoría en las sombras…. Hasta ahora.

60 fotografías de pinturas y dibujos

En 2011 el Ministerio de Cultura de España digitalizó 8 mil placas de los fotógrafos Mariano y Vicente Moreno conservadas en el repositorio Casa Romero Archivo de Arte Español. Entre sus ítems se encontraban 60 fotografías de obras de Guzmán consignadas tan solo con los datos de su autoría y sus títulos que hoy son conservadas por el Instituto de Patrimonio Cultural de España. Estas fueron tomadas probablemente por encargo del artista antes de la exposición de Madrid con el objetivo de documentar su trabajo.

Las fotografías son en blanco y negro, pero alcanzan a dar una buena idea del carácter de su obra desconocida. Muchas de ellas registran obras traídas al país y otras coinciden con otras imágenes de la obra de Guzmán aparecidas en periódicos y revistas de la época, dando certeza de la autenticidad del conjunto. Es seguro, no obstante, que no registran la totalidad de los trabajos que el artista expuso en Madrid y mucho menos la totalidad de las que produjo durante su estadía en Europa.

‘Mancha Iputo’
‘Mancha Iputo’

Este registro puede ser ordenado según los géneros de las obras en ejercicios de taller, retratos, paisajes reales e imaginarios, composiciones simbolistas y obras eróticas. Su análisis brinda nuevas perspectivas sobre la producción de Guzmán y sus dimensiones, mostrando aspectos como sus influencias y la evolución de su técnica y su estilo.

Como ejercicios de taller se clasifican ocho obras que parecen constituir prácticas comunes de la formación académica. Entre estas se encuentran cuatro desnudos femeninos en los que ya se puede apreciar algunos de los rasgos propios de sus figuras, como los cuellos macizos y los trapecios altos. Estos ejercicios son complementados por tres bodegones de pincelada gruesa que anticipan las exploraciones formales del artista en la década de 1940.

Obras de mayor elaboración son los 19 retratos incluidos en la muestra. Algunos de ellos son conocidos en Bolivia, como su famoso autorretrato de tres cuartos, el del intelectual José Eduardo Guerra (entonces diplomático en España) y la Vieja Castellana de la Casa de la Moneda. De ubicación incierta son los retratos de personajes anónimos identificados con designaciones vagas como Adolescente, Rusa, Gitana, Valenciana, Hijo del Mediterráneo, etc. Otros parecen ser encargos que probablemente se quedaron en España en propiedad de sus comitentes como Señora de Urdidinea, Señorita Tamansi de Aragón, Julia y Señorita Ascención.

‘Retrato de mujer’

A diferencia de los ejercicios de taller, en su retratística el artista luce una mayor vocación para la representación naturalista pero, más importante, una destacable habilidad para la captación psicológica de sus modelos, que aprovecharía a su retorno al país elaborando decenas de retratos de personalidades de la alta sociedad y de indígenas anónimos.

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En la paisajística de Guzmán desarrollada en Europa pueden identificarse dos tipos: Los paisajes reales pintados seguramente au plen air y los paisajes imaginarios de Bolivia. Los primeros en cantidad de 10 son registros de parajes urbanos y rurales de París, Barcelona y Mallorca. Los 14 paisajes imaginaros corresponden a la serie del conocido cuadro Sol del Titicaca (rebautizado como Ocaso en Llojeta) y son panoramas del paisaje andino reelaborados por la imaginación del artista con títulos como Rocas Fantasía, Lago Sagrado, Fantasía del Titicaca, Ruinas Incas, etc.  En estas “fantasías” el artista alterna formaciones geológicas verticales y grandes rocas con vistas parciales de un Lago Titicaca imaginario, combinando de este modo una visión fantástica de los Andes con sus recuerdos de un escenario natural que seguramente visitó hacia 1920. En algunas de estas obras se representan ruinas pétreas de civilizaciones prehispánicas que por entonces cautivaban la atención de la comunidad internacional por los recientes trabajos arqueológicos en Tiwanaku y Machu Picchu. 

‘Retrato de mujer’
‘Julia’

Con estas obras Guzmán reafirmaba identidad americana y ofrecía una imagen un tanto exótica y mística de su país de origen. Como se aprecia en Sol del Titicaca, estas son pinturas de una potencia casi indecible en la plasticidad mucho más libre de trazos y pinceladas expresionistas y un colorido intenso de rojos y azules. Son obras que contienen ya la aproximación mística de Guzmán a la tierra en adscripción a las filosofías teluristas de entonces.

Junto a estos paisajes los cuadros de mayor elaboración de la exposición fueron los de contenido simbolista de la misma serie de El triunfo de la naturaleza y El beso del ídolo.  De esta se conocían al menos otras tres obras: El cuadro Los grandes de Bolivia (y su versión en grabado), la pintura Yurack Puito o Cántaro blanco (cuya imagen se conserva en una postal resguardada por el artista) y el lienzo Europa y América de ubicación desconocida (y no registrado en las fotografías de Moreno pero consignado en un ensayo de 2018 de Valeria Paz).  A estos se suman la pintura “Cántaro negro” (una variación de “Cántaro blanco”), un cuadro titulado “Musa india” que representa a una mujer recostada en un lecho y ataviada con indumentaria andina, y Mancha Iputo” que muestra a un indígena durmiendo en las costas del Titicaca. 

Todas estas obras presentan ya el estilo maduro del artista determinado por una la complementación de figura y paisaje mediante estilizaciones geométricas y una paleta más intensa. Se trata, asimismo, de trabajos en los que Guzmán consigue el sumun de sus capacidades técnicas con un discurso indigenista que evoca la espiritualidad andina. Son, sin embargo, tan solo una muestra mínima de su “obra de personalidad definida” que se había manifestado en otros 30 cuadros que vendió antes de la exposición.

A estas series se suman finalmente 8 obras eróticas que retratan mujeres semidesnudas. De este conjunto son los cuadros Vicio, Lujuria, Andina y Egipcia traídos al país, pero también obras como Domadora de serpientes, Chaqueta negra y La maja de las vistillas, que tienen en común, además de un erotismo explícito y provocador, la representación de una misma modelo de identidad desconocida, posiblemente una gitana del círculo de los artistas costumbristas españoles. 

‘Dawn’
‘Dawn’

Para futuros análisis

Lo hasta aquí visto de manera sintética da pie a subsecuentes análisis de la obra de Guzmán. Los desnudos de taller y las obras eróticas, por ejemplo, corroboran la gran influencia que el maestro español Julio Romero de Torres ejerció sobre el boliviano, pero no tan sólo en el estilo del dibujo y en ciertos rasgos comunes de sus figuras, sino también a nivel iconográfico y en la inclinación por cierto tipo de modelos femeninos. Asimismo, la luminosidad y el cromatismo de los paisajes y cierta geometrización de las figuras de los cuadros simbolistas recuerdan las pinturas de otros maestros españoles, los hermanos Ramón y Valentín de Zubiaurre, obra un poco más cercana al expresionismo de las vanguardias de inicios del siglo XX que a un costumbrismo academicista. Por su parte, los paisajes imaginarios de Guzmán, con sus vistas bajas de extrañas formaciones geológicas y sus atmósferas evanescentes hacen eco de la mística del paisajismo alemán del romanticismo.

También es evidente que, aunque las obras simbolistas de Guzmán sean clasificadas en el contexto local como “indigenistas”, son trabajos que beben directamente de la tradición europea en sus referencias a iconografías clásicas (Musa india deriva de la Venus de Urbino de Tiziano), cierto orientalismo (el tópico de las mujeres con cántaros tan difundido por Romero de Torres), como en un sentido “mágico” (El beso del ídolo) que puede evocar el costumbrismo tradicional de una España negra.

Con todo, la producción de Guzmán en Europa continúa siendo un tema pendiente que requiere indagaciones in situ de archivos y registros. Es muy probable que el Viejo Mundo albergue todavía algunas de sus obras maestras en espera de ser descubiertas, en especial aquellas 30 de la serie de El triunfo de la naturaleza cuya existencia deja volar la imaginación a lugares infinitos. 

‘Lluvia en los Andes’
‘Lluvia en los Andes’

Texto: Reynaldo J. González

Fotos: Instituto de Patrimonio Cultural de España y museo universitario ‘ricardo bohorquez ramírez’

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Los tesoros de PORTACHUELO

Un museo impulsado por Bismark Reyes resguarda piezas halladas incluso en las casas de los lugareños del municipio cruceño

Por Miguel Vargas

/ 24 de septiembre de 2023 / 06:40

Una de las paradas obligatorias para quienes visiten el municipio de Portachuelo —a 76 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra— es el Museo Histórico Municipal, ubicado en la Casa de la Cultura de esta población. Allí se encuentra una variedad de piezas singulares, como un manuscrito colonial de 200 páginas que data de 1778, una urna funeraria de la cultura chané o 32 tarjetas de visita —formato fotográfico de retratos de estudio que se solía regalar a las amistades— de 1871. En exposición hay 850 objetos distribuídos en tres salas en que se desarrollan diversas temáticas, como la Guerra del Chaco.

Se trata de una iniciativa de Bismark Reyes Angulo, actual director del repositorio, quien desde muy joven ha sentido pasión por los objetos antiguos y ha ido recolectando cada pieza visitando los diferentes hogares de su municipio. “Todo se ha logrado tocando puertas. Por ejemplo, tenemos 100 carpetas notariales de hace más de 120 años, donde hay mucha información sobre la historia del Norte Integrado (Montero, San Carlos, Buenavista, Naicó y Saavedra, entre otros)”.

Bismark Reyes dirige el Museo Histórico Municipal de Portachuelo, que exhibe 850 objetos.
Bismark Reyes dirige el Museo Histórico Municipal de Portachuelo, que exhibe 850 objetos.

Reyes también cuenta con una biblioteca privada de 8.000 libros, que se encuentra en su domicilio, así como una colección de 3.000 fotografías históricas, tanto de Santa Cruz como de los demás departamentos del país.

Este museo —que cuenta con el apoyo de la secretaria de Desarrollo Humano del municipio, Milixa Antelo Herrera— tiene piezas singulares, desde recetas tradicionales —como la de la sopa de palmito, plato extinguido en la culinaria de los pueblos orientales— hasta imágenes religiosas, campanas, teléfonos e instrumentos musicales. 

Por ejemplo, en octubre de 2022 las campanas de la iglesia Inmaculada Concepción de Portachuelo fueron cambiadas por unas nuevas. Reyes hizo las gestiones para que las campanas antiguas —que datan de 1863— pasen a formar parte de la exhibición.

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El museo abrió sus puertas el 7 de agosto de 2021. Ese año, el espacio contó con 105 visitantes; para 2022, la cifra llegó hasta las 955 personas. Y esta gestión ya hubo 584 turistas. Se espera que la colección despierte todavía más atención y así la cifra supere a la registrada el año pasado.

“Los museos impulsan la cultura, el conocimiento del patrimonio. Se trata de espacio de paz y de diálogo que fomentarán los encuentros sociales”, agrega el gestor.

De los recorridos en el Museo Histórico Municipal de Portachuelo se encargan los guías Herlan Méndez y Roselina Reynoso Reyes. Los horarios de atención son de 8.00 a 12.00 y de 14.00 a 18.00. El ingreso es gratuito.

Texto: Miguel Vargas

Fotos: Bismark Reyes Angulo

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El Aljibe: Un viaje al pasado gastronómico cruceño

El Aljibe se encuentra está ubicada en una esquina del centro cruceño, no muy lejos de la plaza principal.

Se ha investigado la preparación tradicional de cada platillo del menú.

Por Fernando Cervantes

/ 24 de septiembre de 2023 / 06:40

Crónicas gastronómicas

Apenas entré en este restaurante, sentí que algo me había transportado al Santa Cruz de hace varias décadas atrás. Es que, realmente, ingresar a El Aljibe es detener por un momento el vértigo de la ciudad y volver en el tiempo a través de una experiencia culinaria cargada de recuerdos.

La casa donde se encuentra está ubicada en una esquina del centro cruceño, no muy lejos de la plaza principal (calle Potosí con Ñuflo de Chávez) y data nada menos que del año 1880, habiendo pertenecido antiguamente a la familia Menacho Carrillo, muy conocida sobre todo por el fantástico pan que preparaba la señora Bella en su pulpería.

Para sus actuales propietarios, Javier Libera y Jacob Zapata, el trabajo de restaurar esta antigua casona para convertirla en uno de los mejores restaurantes de comida típica que actualmente podemos encontrar en Santa Cruz de la Sierra ha incluido arduas investigaciones y la recuperación de antiguas recetas cambas que se estaban perdiendo, como el pipián de pollo o el pastel de gallina.

En el patio al aire libre, escoltado por simpáticas mesas de madera a su alrededor, podemos encontrar un aljibe —depósito destinado a recolectar agua de lluvia—, silencioso testigo de los comensales que suelen disfrutar platos tradicionales como el majao de pato, el chicharrón de lagarto, el rapi al jugo o la exquisita capirotada, una espesa sopa de charque de res, queso y harina de maíz.

En cuanto a sus especialidades, recomiendo pedir la sopa tapada, consistente en un pastel de arroz relleno de jigote de charque con papa, plátano y uvas pasas, acompañado de arroz blanco; o el pipián de pollo, una jugosa presa de pollo cocida en salsa de maní tostado con arroz blanco y yuca. Mención aparte merece su pastel de gallina, con base en hojas de trigo relleno de jigote dulzón de gallina, papa, plátano y uvas pasas, también acompañado de arroz blanco.

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A la hora de los postres, los protagonistas son el “quiero más’, un cremoso postre beniano hecho con dos tipos de leche, canela y caramelo, o los chimbos en almíbar, consistentes estos últimos en minibizcochuelos de yemas de huevo remojados en almíbar y clavo de olor.

Para refrescarse del cálido clima de la capital oriental se puede ordenar jarras de mocochinchi (preparación de duraznos deshidratados con canela, clavo de olor y caramelo) o una chicha camba, hecha con canela y harina tostada de maíz.

Para finalizar, me despido con la seguridad de que El Aljibe es mucho más que una buena propuesta gastronómica: es un espacio detenido en el tiempo, cargado de lindos recuerdos y el aroma de las bisabuelas cocinando en los tradicionales fogones de antaño.  

Fotos: Arcelio Sagredo

El Aljibe

  • Dirección: Calle Potosí esquina Ñuflo de Chávez, en el centro de Santa Cruz de la Sierra   
  • Rango de precios promedio: Bs 15- 65 por plato
  • Estacionamiento propio: No
  • Plato Estrella: Majao de pato 
  • Menú para niños : No
  • Opciones vegetarianas y veganas :
  • Horarios de atención: Lunes a sábado de 11.00 a 23.00, domingos y feriados de 11.00 a 16.00.
  • Teléfono: 70288881

Contáctenos:

Fernando  recomienda  Fernandorecomienda @fernandorecomienda

Correo: [email protected]

Texto: Fernando Cervantes

Fotos:  Arcelio Sagredo

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The Power LGTBI y una obra que revienta en emociones

‘Reventar o romperlo todo’ es una obra teatral que refleja las vivencias de jóvenes activistas

Por Christian Egüez / Marica y marginal

/ 24 de septiembre de 2023 / 06:28

La organización juvenil de activismo y arte en diversidades sexuales, The Power LGTBI, un colectivo cada día más visible y relevante para las militancias antipatriarcales en Santa Cruz, realizó el 16 de septiembre su festival Rompiendo Moldes, cosechando una interesantísima y masiva asistencia, con un número de público para nada despreciable, demostrando el potencial de convocatoria que poseen, capturando el interés colectivo de la gente y cumpliendo con altura su programa. El evento fue en el AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo), convirtiéndose en una actividad digna de repetirse.

Lo más destacable de la noche ha sido la presentación de su mayor proyecto artístico y de gran aporte cultural que hasta ahora han tenido como colectivo, la obra de teatro Reventar o romper todo. Trata de la vivencia de siete jóvenes que forman parte de las diversidades sexuales y viven en un mismo barrio de la capital cruceña, un barrio en el que todo parece mantenerse quieto, en orden, disciplinado a los moldes sociales de la moral cristiana que predomina en esta ciudad. Un buen día deciden dejar de callar, contrariar el silenciamiento de sus cuerpos, ser ellos y ellas mismas, expresar lo que son, abandonar el miedo, contar sus propias experiencias, llorar sus pérdidas, hablar de sus propias familias, enamorarse perdidamente, cuestionar la violencia, despreciar la discriminación y refutar el lugar que se les había impuesto.

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La obra es vibrante, fácil de digerir, sincera, simple y hermosa en sus diálogos. Rescata el testimonio de sus propios protagonistas y se desarrolla con escenas de gran emocionalidad, siendo musicalizada con joyas icónicas que le han dado ritmo e identidad al ambiente LGBTIQ+ de todos los tiempos: A quién le importa, Yes sir I can boggie, Words, Another Brick in the Wall, Crazy in Love, Somebody To love, etc., coronando con un himno cruceño, devolviendo el contexto de la obra a la Santa Cruz diversa que se niega a reconocerse como tal, Mi viejo Santa Cruz, de la gran Arminda Alba. La obra fácilmente podría elevarse y convertirse en un gran musical LGBTIQ+ de gran producción para el futuro.

La obra se presentó en el teatro de la AECID en Santa Cruz de la Sierra.
La obra se presentó en el teatro de la AECID en Santa Cruz de la Sierra. Fotos: Redes Sociales

Cinco puntos a destacar

  1. Los y las protagonistas (Jean Carlos León Parada, José Miguel Hurtado Cuellar, Jerson López Ramirez, Catalina Mercado Parada, Victor Moisés Villarroel, Camila Valle y Esther Mora) retratan la experiencia de hombres, mujeres, personas no binarias, gays, lesbianas, trans, bisexuales, y seguramente muchas otras subjetividades sexoafectivas más, sin dejar a nadie afuera, un elenco que si bien no está conformado por actrices ni actores formados, se desempeñan con gran solidez en el escenario, transmitiendo una ternura que desborda las emociones. El papel de Catalina Mercado se vuelve central y cobra un gran impacto por la fuerte historia de vida que comparte durante la obra.
  2. Es valioso el desafío en la dramaturgia y dirección a cargo de Pablo Rodolfo Rodríguez Gamón, un artista joven haciendo este trabajo por primera vez en su carrera, dirigiendo un grupo más dedicado al activismo que a la actuación, pero logrando un producto de calidad y de gran energía creativa.
  3. La producción a cargo del destacado líder juvenil Yeremy Antelo y de todas las personas integrantes de The Power LGTBI deja una impresión positiva, los materiales escenográficos y lúdicos entretienen, hacen que la obra funcione y atrape el interés del auditorio, que sea vista como algo novedoso, moderno y bien logrado. Usan herramientas multimedia para potenciar el nivel creativo de ciertas escenas. Un trabajo impecable que no falla en su desarrollo.
  4. La obra lanza datos históricos sobre la primera Marcha del Orgullo en Bolivia, transversalizando esa historia con la experiencia de sus protagonistas, conectando empáticamente con lo diversas que pueden ser las anécdotas de los y las jóvenes al participar por primera vez en la manifestación cultural y política más importante para las diversidades sexuales.
  5. La obra celebra la agenda de derechos por la que nuestra población todavía sigue en lucha, se habla de educación integral en sexualidad, emancipación corporal, amor, se celebra la feminidad marica, la energía lésbica, los vínculos familiares, la identidad, etc.
    Reventar o romper todo es una obra que vale la pena ver y espero que todo el equipo de The Power LGBTI pueda hacer realidad una temporada de exhibición en el escenario de teatro más importante que tiene Santa Cruz, la Casa de la Cultura Raúl Otero Reiche. Sería un conmovedor y alucinante logro a favor de toda la diversidad sexual cruceña.

Texto: Christian Egüez (Marica y Marginal)

Fotos: Redes Sociales

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