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Wara Godoy Ruiz, el carácter del color

No podía dejar de mirarle el cabello (yo tampoco). Seguro el señor volverá al día siguiente, pero le faltarán la mitad de los requisitos para inscribirse a la biblioteca. Es que no está prestando atención a la explicación de la encargada. Difícil hacerlo si tienes 80 años y nunca antes habías visto una larga cabellera tornasolada de violetas y azules. “Ay, la juventud de hoy en día”, pensará —pero está encantado. Entre libros o en la calle, para ella hubo otros diferentes al amable caballero lector. “Señorita, ya no es Halloween”, le dijeron una vez hace años, cuando llevar el pelo de colores no se había convertido en tendencia y estaba lejos de los identikit para reconocer “feminazis” que ahora circulan en las redes sociales. 

Como a muchas mujeres seguras de sí mismas, a Wara Godoy Ruiz (28 años) esos memes no le hacen ni cosquillas. Y, después de seis años de teñirse el cabello con tonos fantasía, sabe que allí afuera la gente opina. “Tener el pelo así me ha ayudado muchísimo a tener carácter. Los niños te halagan, pero otras personas, mayores sobre todo, te insultan o se ríen en tu cara”. O te prohíben, como en el colegio: “A los 16 me teñí las puntitas en la peluquería con mi mamá. Al día siguiente llegué a clases y me dijeron: ‘No, este es un colegio católico’”.

Desde adolescente le gustan los cambios y las sorpresas en su estilo. “El cabello es una carta de presentación muy inmediata. No por nada ahora todos dicen ‘el color en el cabello es el nuevo maquillaje’. Además, me gusta que el color sea una ruptura”. Por eso no le gusta combinar su cabello con sus prendas, en las que prefiere invertir con cierta ética. “Trato de no comprar mucho. Evito, incluso con la ropa usada, marcas que sé que cometen explotación laboral”.

Pero la clave para Wara está más allá del color. “Puedo cambiar 80 veces, pero si no me gusto yo a mí misma entera, no pasa nada”.