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Rhayza Cortés Romay es la modelo revolucionaria

Después de varios años de modelar en La Paz, Rhayza Cortés (23) reunió valor y decidió volver a su ciudad natal para participar en uno de los certámenes de belleza más importantes: Miss Potosí. Sabía que sería una batalla complicada. Las medidas de la estudiante de Biología no son perfectas —“tengo una gran cadera, siempre he sido así”—, es abiertamente homosexual y tiene cuatro tatuajes. Pero sus ganas de mostrar que está bien romper estereotipos fue mayor.

“En Potosí, incluso no llevar luto por dos años enteros después de la muerte de algún familiar está mal visto. Que una mujer salga un poco descubierta también causa conmoción, así que mi participación tenía varias razones para ser polémica”, explica.

Como no hay ninguna restricción para ser participante, más que ser potosina de nacimiento y pagar el costo de la inscripción, Rhayza fue aceptada. Lo complicado llegó cuando se publicaron las fotografías de las participantes.

“Los peores comentarios siempre vinieron de mujeres, es duro ver cómo nos destruimos entre nosotras. También fue complicado por mi postura política —soy marxista—. Así que también me llegaron cuestionamientos por ese lado, de personas que opinan que los concursos de belleza son una forma de cosificar a la mujer”.

La modelo quería una plataforma pública desde la cual mostrar que una mujer se puede considerar hermosa, fuera de los parámetros de lo que otros consideran “bonito”.

El arduo proceso de preparación la sorprendió. Una de sus metas fue  presentarse con un cuerpo saludable y real, lo que la llevó a reconsiderar algunos aspectos de su rutina.    

“Comencé una dieta balanceada, comiendo muchas más frutas y verduras. Ahí me di cuenta de lo importante que es la alimentación. Mi piel se sentía más suave y comencé a ver muchos cambios en mi cuerpo. Después incorporé un régimen de ejercicios intenso y además otros tratamientos estéticos”.

A pesar de los comentarios en las redes sociales en que la menospreciaron, Rhayza consiguió ser finalista en el certamen. Más que una corona, lo importante era mostrarse en la urbe en la que nació y creció, tal como ella quiso construirse. “Lo que me llevo de esta experiencia es mucha fortaleza y estar segura de que se requiere más que un cuerpo delgado para participar, se necesita actitud”, concluye.