Icono del sitio La Razón

En ASOFAMD

Mi amigo Rodrigo me llamó desde Bogotá para invitarme a que interprete mis canciones en un evento de solidaridad para Asofamd (Asociación de Familiares de Detenidos, Desaparecidos y Mártires por la Liberación Nacional), su tío era uno de los mártires, médico guevarista asesinado por el Plan Cóndor. La actuación debía darse en el marco de la XII Larga Noche de Museos que empezaba a las cinco de la tarde (nueva metafísica). Entonces fue que llegó aquel sábado, a eso de las 15.00 y luego de aaaños la ubiqué por el Face a mi prima tucumana Josefina Molina Chazarreta, le mandé el avisito de la actuación. Ella respondió con un silencio inquietante mandándome el link https://youtu.be/sjKmBVMKstU.

Cuando hice click pude ver 20 minutos de imágenes pavorosas, un reportaje doloroso invadía mi alma, se informaba que mi tío desaparecido, el Dr. Dardo Molina Alurralde, había sido encontrado en el Pozo de Vargas, un lugar de entierro clandestino cerca de Tafi donde los militares y sus secuaces empujaban —incluso moribundos— a los presos. Yo había escrito una crónica sobre él que salió en mi segundo libro, Tabla de salvación (Editorial El Cuervo, 2012), y no supe nada más.

El impacto fue tremendo. Mi tío Dardo desapareció el 15 de diciembre de 1976, abogado democrático, luchador social; la derecha argentina mediante su líder Videla instruyó asesinarlo. Supe por el video que el valiente señor Enrique Romero, un exdirector de tránsito de Tucumán, escuchaba demasiados testimonios de vecinos del lugar que contaban el traslado de cuerpos humanos a la finca de Antonio Vargas, un empresario tucumano propietario del terreno, este cobarde había cedido el expozo de agua de 70 metros de profundidad de su propiedad para el depósito de los cuerpos vejados. Pese a amenazas anónimas, Romero presenta la denuncia formal en 1990, recién en 2002 se cita a declarar a Vargas quien se niega, vía chicanas, a dar testimonio. Sin embargo, el juez federal autoriza la intervención del lugar el 24 de abril de 2002, fecha en que se encuentra el pozo de Vargas oculto en los matorrales. El perito Ruy Zurita interviene el lugar con otros profesionales, luego de excavar 30 metros de profundidad, en 2004 se logra identificar restos óseos. Tres años después, en   2009, se verifica que los militares y sus cómplices trataron de borrar el pozo de la superficie de la tierra, echando 236 metros cúbicos de escombros encima de los cuerpos, aplastaron los restos con piedras, maderas, rieles, la fuerza de la caída de los materiales trituró los huesos, el impacto fue aterrador. Se encontraron tapacoronas de gaseosas de 1980, lo que significa que durante cuatro años más estos cobardes seguían tapando el pozo con la obsesión maligna de hacer desvanecer los cuerpos. Zurita relata que se pudo identificar distintas modalidades de muerte, huesos maniatados, cráneos con orificios de bala, restos óseos triturados en bolsas plásticas. Uno no puede entender la brutalidad, no solo los asesinaron, algunos cuerpos tienen rastros de que les hicieron pasar un tren cercano por encima.

Se han identificado 88 seres humanos inmolados. El 30% son estudiantes, docentes y administrativos de la Universidad Nacional de Tucumán, hay ocho cuerpos de trabajadores ferroviarios de Tafi, se halló a desaparecidos de Jujuy, Santiago del Estero, Salta, Córdoba, algunos compañeros fueron llevados hasta Buenos Aires y de allí traídos al Pozo o a otro lugar del crimen llamado Arsenal. En 2014, mi prima Josefina, mujer y madre valiente, logra que se identifique la quijada y el fémur de su padre, mi tío Dardo; habían pasado 38 años de su desaparición forzosa. El testimonio de Elisa Giménez alimentó la pena, su hermano menor Armando Jiménez era un jornalero pacífico de la localidad de San Juan, tenía 18 años, lo detuvieron sin ningún motivo en febrero de 1976, Elisa recibió en 2015 una pierna que ella se negó a retirar pues reclama se le entregue el cuerpo completo. A esta altura yo dudaba si podía cantar algo esa noche. Miguel Arias recibió tres huesos de su padre, un obrero del ferrocarril; cuando eso sucedió, este enfermero de profesión tenía que atender y cuidar en el hospital militar al Gral. Domingo Bussi, gobernador de Tucumán del dictador Videla, quien había hecho desaparecer a su padre el 14 de marzo de 1976. En el Pozo de Vargas, 88 seres humanos han sido identificados, sus huesos molidos por el odio y la vergüenza se han salvado en algunas partes, se cree que son 210, entre ellos españoles, uruguayos y posiblemente bolivianos. El lugar se ha convertido en sitio de reunión de los familiares, en lugar de memoria renovada, por cada víctima encontrada se planta un árbol. Lo raro es que este último año se ha quitado súbitamente el apoyo económico a los peritos y profesionales, seguro por instrucciones de la nueva derecha macrista.

Mi tío Dardo Molina, exvicegobernador democrático de Tucumán, fiel luchador social, abogado de peones y cañeros, fue enterrado en su pueblo Simoca, sus nietos le cantaron una zamba sentida. Luego de ver el video lloré profundo a mi tío querido, ya eran las seis de la tarde, tenía que actuar en un callejón de Sopocachi. En la planta baja de una casa se había instalado el museo de la memoria, vi las fotos de amigos queridos desaparecidos o masacrados, ingresé al escenario apenitas, pero la fuerza de las viudas, hijos y decenas de nietos hizo que termináramos bailando, secando las lágrimas con huayños, celebrando la vida, como ellos hubieran querido. Supe que yo no era un invitado, era un integrante más de Asofamd. Ni olvido ni perdón.