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En un rincón de las Colinas de Auquisamaña —donde se encuentran las oficinas de La Razón y Extra—, una puerta de calamina luce como si nadie la hubiese atravesado nunca. Está escondida o, mejor dicho, protegida, pues ahí está la hemeroteca y el archivo digital de este medio de comunicación, donde un extenso callejón de periódicos lleva hasta unas gavetas inmunes al sol y con temperatura ófrica que resguardan miles de fotografías en negativo, que cuentan la historia del país desde el 7 de junio de 1990, cuando La Razón se imprimió por primera vez.

Desde el primer número publicado —que tiene como imagen principal a una persona que compra el periódico en la plaza San Francisco— han pasado otras 10.024 portadas, en las que participaron varios fotoperiodistas, cuyos testimonios gráficos están custodiados en el gavetero de dos metros de altura. En tiempos en que lo digital domina el mundo, en que la inmediatez es lo más importante y las imágenes se miden por megapíxeles, la fotografía analógica se convirtió en algo extraño y lejano, que consistía en introducir un rollo de película en la cámara y sacar solo 36 imágenes, donde además de las fotos en papel entregaban un sobre con películas. Así transcurrieron los primeros años de La Razón.

El mueble metálico de dos metros de alto y con 140 cajas guarda esa etapa de la historia, en la que los fotoperiodistas José Lavayén y Ángel Illanes contribuyeron con su trabajo y, ahora, lo rememoran. Ambos fueron pupilos de Lucio Flores, fotógrafo de mucha experiencia, quien estuvo en los periódicos La Nación, Hoy, Meridiano, Viva y Jornada, y que inició la década de los años 1990 con La Razón, que le pagaba por foto publicada o entregada, cuyo precio dependía de si era en blanco y negro o en colores, o si eran fotografías en slides, especiales para la sección deportiva de los lunes.

Cada caja metálica en el archivo tiene más de 20 sobres que atesoran películas desde el 1 de julio de 1993 hasta el 12 de septiembre de 2004, cuando el formato digital terminó por vencer al digital.

Tomás Calle, encargado de la hemeroteca y archivo digital, extrae el envoltorio de papel más longevo, que tiene el pie de foto escrito por José, hijo de Juan Lavayén, fotógrafo durante varios años en El Diario. A pesar de ese antecedente, él no sospechaba en la década de 1980 que iba a seguir esos pasos. De hecho, tras terminar el colegio viajó a Argentina para buscar nuevos rumbos, pero retornó y necesitaba trabajar, así es que su padre le contactó con don Lucio (como le llamaban sus amigos), a quien al principio ayudó en la limpieza y catalogación de negativos en el periódico Hoy.

Cuando don Lucio recibió la propuesta para irse a La Razón, se fue con Lavayén, para quien la fotografía solo era un “arte curioso”, hasta que le mandaron a hacer su primera cobertura periodística con una cámara analógica Pentax japonesa. “Recuerdo que en ese tiempo acompañaba a los periodistas a hacer encuestas y tenía que sacar fotos de los rostros de la gente”.

Don Lucio fue maestro de muchos fotoperiodistas, entre ellos su hija Tania Flores, Yamil Chávez, Andrés Rojas y José Lavayén. Ángel Illanes considera que fue uno de sus últimos alumnos, ya que desde que comenzó a trabajar en un estudio fotográfico en la plaza de San Pedro, poco a poco aprendió el arte de tomar imágenes, hasta que en 1991 pasó a la planilla del medio impreso paceño como fotoperiodista.

“Antes tenías que saber manejar la cámara analógica, porque tenías 36 oportunidades para sacar una buena foto”. Sentado en la sala de su casa, Ángel desempolva de su memoria los 24 años que se dedicó a sacar fotografías, que transcurrieron entre coberturas a cualquier hora del día o de la noche, viajes cercanos y lejanos, y accidentes que casi le costaron la vida, que le han dejado como muestra unas cicatrices de las que prefiere no comentar, sino dar un suspiro prolongado.

“Todos los días era gasificada aquí, gasificada allá; herido aquí, herido allá; un minero con la mano explotada con dinamita, pero como era joven me gustaba cubrir estas cosas”. Con 25 años de trayectoria, Lavayén es ahora editor de fotografía del medio, quien al ver las películas empieza a rememorar las anécdotas buenas y malas que sucedieron detrás de cada imagen, como los viajes al Chapare, donde tanto él como Illanes revelaban las películas casi desnudos dentro del ropero del hotel, ya que necesitaban un lugar oscuro para concluir su labor.

Parte de esta historia está guardada en la hemeroteca y archivo digital, y tantas otras en la memoria de quienes están y estuvieron en 28 años de La Razón.

Un archivo para las consultas

La hemeroteca del periódico  La Razón está abierta al público de lunes a viernes, desde las 09.00 hasta las 12.00. Para ello es necesario llenar un formulario con los datos personales del usuario y el motivo de la consulta; además de una fotocopia de la cédula de identidad. Para preservar los documentos está prohibido ingresar con videograbadoras, cámaras fotográficas o alimentos. Para reservas y consultas puede llamar al teléfono 2771415, interno 2422.