Escultor de plastoformo
Lisandro Coca es un artista orureño que se dedica a hacer figuras tridimensionales con poliestireno expandido

Con una hoja de afeitar convertida en estilete, Lisandro Coca calcula cada pequeño movimiento de su mano derecha. Es que no se puede equivocar. En ese momento, completamente absorto en su trabajo, luce como si fuera Miguel Ángel Buonarroti, Donatello o Auguste Rodin, aunque, a diferencia de estos escultores europeos, este orureño se dedica a esculpir figuras de plastoformo. En el colegio ha sido ineludible tener que ir a comprar una o más hojas de poliestireno expandido —más conocido como plastoformo— para formar con un arco improvisado unas letras o una figura sencilla que habrá servido para la exposición escolar. Para Lisandro es algo más que eso, pues este oficio se ha convertido en una manera de vida y de expresión de sus aptitudes artísticas.
En su café internet de la calle Héroes del Acre (entre la Otero de la Vega y la plaza Gilberto Rojas, en San Pedro), la ventana amplia que ofrece impresiones y transcripciones también es el mostrador de sus más recientes creaciones, como la figura de una de las muñecas Monster High o Baby Groot —del filme Guardianes de la Galaxia— acomodado en una maceta. La primera impresión al ver estas efigies es que se trata de muñecos hechos de fibra de vidrio o de estuco, pero al observar con detenimiento uno se da cuenta de que son creaciones elaboradas con plastoformo, un material plástico espumado que en general se usa en envases y la construcción.
Los primeros acercamientos de Lisandro a este material se los debe a su tío Juan Coca, un arquitecto que le enseñó todo lo relacionado con los tipos de plastoformo y las técnicas básicas para hacer relieves. Su primer examen fue hace 23 años, cuando organizó un té piñata para su hija Daniela y armó una serie de estampas relacionadas con la película La Sirenita.
Algún tiempo después, este orureño aprendió acerca de los tintes adecuados para dar color a los objetos y los mejores materiales con que se puede trabajar. “Todo lo demás ha sido parte de la experiencia”. Varios años, el esculpido era parte de sus pasatiempos favoritos, pero la falta de fuentes de trabajo en auditoría —la carrera universitaria que había estudiado— hizo que se dedicara por completo a las manualidades en plastoformo desde hace casi seis años.
Con la ayuda de un hilo caliente, estiletes, bisturís y hojas de afeitar —que parecen los instrumentos de un cirujano—, Lisandro toma un bloque de plastoformo y de a poco va dando la forma que quiere. Puede ser algún nombre, el logotipo de una empresa o creaciones más complejas, como el muñeco de nieve Olaf —de la película de Disney Frozen—, no interesa, porque él tiene la seguridad de que lo puede hacer a la perfección.
El proceso comienza cuando el cliente manda la imagen de lo que quiere en formato digital. Sobre esa base, el artista elabora un dibujo computarizado, lo imprime del tamaño que sea requerido para sacar los moldes y después empieza a hacer el esculpido.
La primera parte es relativamente sencilla, pues corta los bloques del tamaño que quiere hasta conseguir una forma geométrica. Después coge un estilete y de a poco quita capas de poliestireno, que en esa parte del proceso se asemejan a copos de nieve que vuelan en su taller.
La práctica ha hecho que se sienta más cómodo con un pedazo de hoja de afeitar, que ha convertido en una navaja pequeña para formar los relieves más pequeños. “Hay que tener paciencia y mucho cuidado, porque si se te pasa la mano cuando estás tallando no tienes más remedio que repetir el trabajo”.
Con mucha serenidad, el artista acopla las partes hasta formar la figura que está buscando, aunque de color blanco, como si fuera de yeso. Entonces, inicia la otra fase del proceso con una capa de pintura base para otorgar los colores esenciales de su estatua. Después continúa con acrílicos para afinar el acabado y aplica una capa de barniz con el fin de que la obra resista la humedad.
“Es un trabajo moroso”, comenta, pero al ver el resultado no puede evitar sonreír por el orgullo de haber terminado su nueva obra de arte, como una figura de Batman en Lego de un metro y medio de alto, que parece estar hecho de fibra de vidrio y que fue expuesto en la Feria Dominical de El Prado y en la Larga Noche Museos de este año.
“He hecho varias figuras, desde series de televisión hasta películas, he hecho de todo”. En el café internet están algunas de sus obras, como un Bart Simpson Spider-Man que cuelga del techo, un personaje de Plantas vs. Zombies, un Micky Mouse de metro y medio, o un Bay Max del filme Big Hero.
Después de 23 años del té piñata, su hija Daniela ahora ayuda en este emprendimiento a través de sus estudios en ingeniería electrónica, ya que el nuevo objetivo de Lisandro es crear figuras sofisticadas, como máscaras con iluminación de colores.
“En el detalle está la distinción de todo”, sostiene Lisandro, quien en Ananay Pasión y Arte ha encontrado una manera de convertir su pasatiempo de escultor en una manera de vida.
Figuras de cine, de TV o de anatomía
El negocio de Lisandro Coca se llama Ananay, que en idioma quechua significa bonito. Ese es el objetivo del artista, crear figuras lindas y detalladas, como un sistema circulatorio al que añadió tubos y líquidos azul y rojo para simular su funcionamiento. El taller Ananay Pasión y Arte está ubicado en la calle Héroes del Acre Nº 1682. Se pueden hacer pedidos en Facebook (Ananay Pasión y Arte) y mediante WhatsApp (75206060).