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‘Chequeo médico’ del Chachacomani

Con los rostros quemados por la nieve, la delegación de expertos italianos y de estudiantes de la Carrera de Turismo Rural de Peñas lucen satisfechos a pesar de las jornadas de intenso frío, constantes nevadas y caminatas extensas, pues han culminado, con éxito, un curso de montañismo y comenzaron un plan quinquenal de monitoreo de los niveles de nieve en el cerro Chachacomani (6.074 msnm).

Cuando se graduó de la Unidad Educativa Alto Peñas (en el municipio paceño de Batallas), la única oportunidad que encontró Rita Balboa (23 años) fue irse a trabajar de costurera en Brasil y Argentina, debido a que sus padres no podían costear sus estudios superiores. “Un día me dijeron que el sacerdote (Antonio Zavatarelli) estaba abriendo una universidad de turismo. ¿Quieres intentar?”. Ante la pregunta aceptó de inmediato y retornó a su casa.

Ella es una de los estudiantes de tercer semestre que acompañaron a 14 expertos de Italia al Chachacomani —uno de los glaciares tropicales más grandes del mundo— para iniciar el monitoreo de los niveles de nieve, tomando en cuenta que imágenes satelitales confirman que cada año se pierden 20 metros de glaciar en el territorio boliviano como consecuencia del cambio climático.

Este trabajo comenzó hace cuatro años, cuando el italiano Alessandro Galluccio (60 años) llegó al país como voluntario del Servicio Glaciológico Lombardo, una asociación científica que desde hace 25 años efectúa investigaciones y seguimiento de glaciares de Lombardía, una de las 20 regiones de la península europea. En esa visita encontró que, a pesar de ser un recurso fundamental para la provisión de agua, los glaciares bolivianos habían sido poco estudiados, así es que planteó, en el Consulado de Bolivia en Milán, llevar a cabo un estudio y monitoreo del nevado.

Para aprovechar la visita de los científicos, la gerente ejecutiva de la Empresa Boliviana de Turismo (Boltur), Lourdes Omoya, logró que estudiantes de Turismo en Peñas se beneficiaran con un curso de glaciología, la ciencia que estudia la formación de masas de hielo en la superficie terrestre, que requiere conocimientos de física, química, meteorología, climatología y morfología de glaciares, entre otras especializaciones.

Por ello, con el respaldo del Servicio Glaciológico Lombardo, Boltur y la parroquia Nuestra Señora de la Natividad de Peñas se efectuó la Expedición Científica Humanitaria de Estudio y Monitoreo del nevado Chachacomani, además de un curso de glaciología y alta montaña.

“No vinimos desde el otro lado del mundo para imponer nuestra ciencia, sino que propusimos un plan para que jóvenes bolivianos la apliquen en el país”, aclara Alessandro, líder de la comitiva italiana.

Hace dos años, ciudades de Bolivia fueron afectadas por la sequía, lo que influyó en la reducción drástica de reservas de agua y racionamiento para la población, lo que generó fuertes tensiones sociales. En ese sentido, el proyecto se centró en calcular el potencial de reservas de agua disponibles en Chachacomani.

Al igual que Rita, Nelson Layme desconocía las nociones básicas de montañismo y turismo, a pesar de que le gustaba acompañar a los visitantes en sus caminatas por Peñas. Por ello, cuando se abrió la Carrera de Turismo Rural —dependiente de la Universidad Católica San Pablo— fue uno de los primeros 15 jóvenes que fueron aceptados para especializarse y uno de los elegidos para integrar la expedición.

Tal como estaba acordado, antes de emprender el camino al nevado, los italianos dieron clases teóricas sobre formación de guías turísticos locales especializados en montaña, que incluyó charlas sobre la glaciología.

“No sabíamos cuánto hielo estábamos perdiendo, pero con la ayuda científica establecimos cuál es el área afectada”, comenta Layme. Como parte del aprendizaje conocieron los conceptos básicos de un glaciar, el deshielo, qué se pierde con el cambio climático y características de las morrenas (la capa de hielo y barro), aunque se puso énfasis especial en el uso de vaporellas (equipos que derriten el hielo para permitir la introducción de objetos) y balizas (varas largas que se meten en la nieve para medir su reducción o ampliación).

    

Reynaldo Choque, guía de montaña alteño y uno de los encargados del ascenso, explica que la ruta hacia la cima de Chachacomani es relativamente plana y no se necesita escalar ninguna pared. No obstante, la expedición se hizo dificultosa debido al descenso brusco de temperatura y porque hubo dos días de nevada copiosa, lo que permitió instalar solo siete balizas de las 10 que habían sido programadas. “A los 5.100 metros sobre el nivel del mar hemos introducido balizas a 12 metros de profundidad, mientras que entre 5.500 y 5.700, las metimos a 10 metros”, detalla.

Layme recuerda que la ascensión fue complicada porque había nieve blanda que dificultaba sacar la huella que iban a seguir los especialistas. A pesar de las noches de frío, Balboa asegura que el uso de la vaporella y la instalación de balizas fueron trabajos fáciles, tomando en cuenta las instrucciones que recibieron en Peñas.

Paolo Gallo, encargado de la parte técnica del proyecto, explicó que el objetivo es analizar los cambios en los niveles de nieve en Chachacomani para prever cómo evolucionará en los próximos años. Por esa razón, el proyecto durará cinco años, tiempo en que se prevé hacer dos mediciones anuales —una al final del periodo de acumulación de nieve, en mayo, y otra al final de la etapa de abrasión o pérdida de hielo, entre agosto y septiembre—. Para cumplir esa labor, los estudiantes de Peñas llevarán a cabo estas mediciones con el apoyo de estudiantes de Geología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Por lo pronto, los resultados preliminares de este estudio serán publicados en abril del próximo año.

Alessandro tuvo otra motivación para subir el nevado. Como parte del trabajo de voluntariado en el Servicio Glaciológico Lombardo conoció a Franz Rota Nodari, ingeniero medioambiental del Politécnico de Milán, alpinista que fue uno de los más entusiastas en hacer efectivo el proyecto, pero que murió en un accidente de escalada antes de viajar a Bolivia. Por ello, el equipo italiano llevó, además de los equipos de investigación, una plaqueta con el nombre de Rota Nodari, que ahora se encuentra en medio de Chachacomani, porque “para su esposa —afirma Alessandro— era importante que se quedara en la montaña”.