Icono del sitio La Razón

Mauricio Poma es el rey de las flores

Rodeado por más de 3.000 flores de diferentes variedades, el dueño de la floristería Espacios Verdes, Mauricio Poma, de 45 años, está casi oculto armando los ramos que le solicitan. Con la llegada de la primavera, las bodas, quinceaños, aniversarios y otros eventos festivos los pedidos se incrementan, lo que coincide justamente con el florecimiento de los capullos.

Una vez que se tiene la flor, “no solo es colocarla, sino transformar el lugar con ella”, explica Poma. La flor más rara que le pidieron fue en un evento corporativo: el lotus, una flor de agua que crece bajo las lagunas y que cuando sale del agua se queda seca y dura una eternidad.

La decoración comienza viendo la paleta de colores para que las flores combinen con el mantel, la vajilla y las luces. Luego se sigue con las texturas florales, ya que algunas son muy suaves al tacto y otras muy rústicas. Finalmente, se elige la variedad según la temporada. En cuanto a la cantidad, en una boda, por ejemplo, pueden entrar hasta 20.000 flores, dependiendo de los montajes.

Una de las experiencias que más recuerda Poma es la decoración que hizo en la Catedral Metropolitana de La Paz por la llegada del papa Francisco hace tres años. “Usamos más de 10.000 claveles, entre blancos y amarillos, usamos también liliums, llegando a casi unas 25.000 flores individuales”. Para que la altura no afectara mucho al Papa a la hora de dar la misa, Poma puso una tarima de 40 centímetros y debajo colocó dos tanques de oxígeno que no se notaban y sacó unas mangueritas por el medio del pistilo de los liliums, por donde salía el oxígeno. A pesar del ingenioso mecanismo, lo que más llamó su atención sucedió después de la misa: la gente que estaba afuera de la Catedral ingresó con fuerza al ver que las puertas se estaban cerrando y, en cuestión de 10 minutos, desaparecieron todas las flores porque el Papa las había bendecido. No se alzaban ramos enteros, sino que se repartían entre ellos de a una, ese acto tocó el corazón a Poma.

Nace una pasión

Poma lleva 27 años en el negocio: 10 como florista personal y 17 con la marca Espacios Verdes. Recuerda sus inicios humildes y resalta que lo que más importa en la carencia es la creatividad: “Mi primer escritorio era una caja, pero esa caja la forré artísticamente con cortezas de árbol, mi mostrador lo hice de bambú porque no tenía el presupuesto para comprar un escritorio lindo o un mostrador súper elegante como el que ahora tenemos”.

Su amor por las flores comenzó a sus 13 años, cuando ayudaba a su abuelo en su oficio de paisajista de jardines. “Me impresionaba los colores y cómo es tan bella la naturaleza, desde el nacimiento de una planta o de una vegetación verde, además de su propio hábitat. De ahí nació en mí un interés muy profundo y un amor muy lindo por la naturaleza”.

Sus inicios como Espacios Verdes le suenan a destino. Le habían vuelto a negar la visa a Estados Unidos y caminaba cabizbajo en esa avenida pensando en el consejo de que no insistiera en la solicitud, ya que con un tercer rebote perdería para siempre el acceso al documento. Alzó de pronto la vista y vio que al frente de la Embajada de Estados Unidos se alquilaban locales comerciales. Inmediatamente fue a preguntar por ellos y, esta vez, no perdió la oportunidad. Tres meses después, un 1 de septiembre de 2001, nació Espacios Verdes, nombre que se hizo conocido tan solo 10 días después. El 11 de septiembre del mismo año, las Torres Gemelas, ubicadas en Nueva York, sufrieron un atentado terrorista, lo que provocó un gran alboroto en la embajada estadounidense en Bolivia. “Al día siguiente de ese suceso, los funcionarios de la legación mandaron flores a su embajador. “Tenía que lucirme, por lo que me esmeré en cada trabajo e hice arreglos para alentarlos, porque las flores son para eso: para transmitir apoyo que en esos momentos difíciles”. Curiosamente, esa fue una de sus primeras ventas. “Ante el dolor que estaba pasando ese país hicimos arte. Mandamos arreglos muy sutiles, por lo que muchos funcionarios vieron mi obra y preguntaron de dónde eran las flores. Así, de boca en boca, mi trabajo adquirió fama”.

Mauricio Poma ya tiene visa a EEUU, pero no por su posición económica, según cuenta, sino porque los funcionarios de esa embajada vieron cómo empezó y admiran eso. Ya como un recuerdo, él sigue guardando la carta de invitación que tenía para ir a trabajar a una floristería en Nueva York hace 17 años. Se la mandó Rubén Consa, el dueño de la floristería en Puerto Rico donde Poma había hecho su pasantía por cinco años tras haber estudiado Diseño Floral en la escuela Federfiori (Italia), y también en la Escuela Catalana de Barcelona (España), donde estudió Arte y Decoración de Interiores. Consa ya conocía su trabajo, por lo que quería trabajar con él en el país del norte, pero “solamente Dios sabe por qué suceden las cosas”. “Si me hubiera ido a Estados Unidos sé que hubiera logrado muchas cosas, pero al quedarme en mi país he hecho que mi marca crezca y sea reconocida nacional e internacionalmente”.

Actualmente Espacios Verdes es más que una floristería, ya que forma parte del Grupo Espacios Verdes que incluye la parte del mobiliario, la empresa de sonido e iluminación y la parte de eventos, además de la marca Poma, con la que hace demostraciones en otros países de sus obras. El artista no olvida sus duros comienzos, así que organiza periódicamente eventos benéficos para el Hospital del Niño y para el comedor San Calixto.

Vocación familiar

Mauricio Poma trabaja actualmente con sus dos hijos mayores: Samuel, que es administrador de empresas, y Mauricio, que estudió por cinco años en Barcelona Artes Plásticas, Paisajismo en jardines, además de formarse como maestro florista y escenógrafo. “Un artista debería tener estas carreras para inspirarse en todo porque tiene que manejar desde la luz, las artes plásticas, hasta lo que es decoración”, señala el orgulloso padre.

Su trabajo a lo largo de casi dos décadas lo llevó a obtener reconocimientos de la Confederación de Empresarios Privados, de las Damas Diplomáticas, de la Alcaldía Municipal de La Paz, además de recibir el Escudo de Armas en la Cámara de Diputados como mejor artista floral y las llaves de la ciudad como mejor floristería.

Así, Poma trabaja día a día con uno de los elementos más bellos de la naturaleza, pero también uno de los más efímeros: la flor. Los ejemplares son traídos de Cochabamba, Santa Cruz, Tarija y los Yungas. El embalaje también es importante para que las flores no lleguen destrozadas a La Paz, por lo que Poma trabajó también en la capacitación de productores para tratar a la flor de la manera más profesional posible, como se hace en Holanda o México. Solo en invierno importa flores de Ecuador, Brasil y Perú, ya que en esta estación el mercado local baja su producción y no logra cubrir los requerimientos del florista.

Se hace tarde y Poma se debe marchar: tiene que preparar una boda. Se sube a uno de sus coches frigoríficos. Tres de éstos trasladan la materia prima para el matrimonio que se celebra en la noche. “Estamos muy bien equipados para desarrollar eventos trascendentales”, se alegra mientras la comitiva parte. Y en el recuerdo queda aquella caja que le sirvió de escritorio en sus inicios.