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La fascinación de romper, golpear y gritar

Exámenes”, “bocina”, “memorándum”, “celos”, “presión”, “malhumor” y “gritos” son las primeras palabras que aparecen en la pared de Desmadre y que sirven de sugestión para comenzar a romper botellas, lanzar vasos de vidrio, grafitear los muros, golpear un saco de boxeo o simplemente gritar, con el fin de combatir el estrés, que ha sido calificado como la epidemia del siglo XXI.

“Creemos que vivimos en la ciudad más estresada de Bolivia”, sostiene Jaime Fernández, uno de los socios de Desmadre. Es que, además de los problemas comunes dentro de la casa, la mayoría de los ciudadanos debe soportar el caos del tráfico vehicular, bloqueos, marchas de protesta, el ruido de bocinas o de fuegos artificiales. “Encima tenemos una morenada a cualquier hora”, comenta.

El estrés es un concepto que el científico austrohúngaro Hans Selye creó a mediados del siglo XX, definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una alarma que pone al cuerpo en alerta. Cuando esta respuesta natural es exagerada, se genera un exceso de tensión que afecta al organismo y causa la aparición de enfermedades y anomalías patológicas.

Entre los síntomas están alteraciones de ánimo, nerviosismo y falta de concentración; en las mujeres genera, además, cambios hormonales como dolores abdominales inferiores. En el caso de Carla Calvimontes —copropietaria de Desmadre—, se manifestó en contracturas musculares. “A raíz de eso investigué qué actividades pueden liberar el estrés además del gimnasio, que es una actividad saludable pero que muchas veces no se puede hacer con frecuencia”, cuenta.

En su búsqueda, Carla y Jaime hallaron el concepto de crash therapy (terapia de choque), un emprendimiento que creó Javier Talavera en Valencia (España) en 2012. Este comerciante ideó esta alternativa contra el estrés mediante la destrucción de monitores de computadora, botellas de vidrio y loza, tomando en cuenta que la crisis económica y la elevación de la tasa de desempleo en su país generaron entre sus familiares y amigos trastornos de sueño y altos niveles de ansiedad.

En comparación con crash therapy, los precursores de Desmadre incluyeron la gritoterapia, una pared para grafitear y algunos otros objetos para golpear. Su ubicación tal vez no sea una coincidencia, ya que se encuentra cerca de varias carreras de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) —en la calle 27 de Cota Cota—, donde estudiantes y docentes caminan apresurados para ir al centro paceño o llegar a tiempo a sus clases.

En esa vía sobresale el dibujo de una mujer con los dientes apretados y que se jala los cabellos. Ahí está Desmadre. Reservado para personas mayores de 14 años, antes de ingresar a la habitación contra el estrés, el cliente debe aceptar y firmar un documento que le compromete a utilizar un overol, guantes y protector visual; no ingresar con objetos punzocortantes o armas de fuego, y tampoco llevar bebidas alcohólicas o estar en estado de ebriedad.

Enfundado en un overol azul marino, el participante ingresa a la habitación de 3×5 metros, con las paredes forradas con hojas de plastoformo y un panel con palabras que recuerdan algunos elementos que activan el estrés. No existe un patrón para llevar a cabo la visita, aunque generalmente se empieza con la bolsa de boxeo, a la que no solo se puede golpear con los puños, sino también con guantes o con un bate de béisbol. Tal vez sea el calor del overol, pero lo más probable es que el sudor y cansancio se deban a que se está sintiendo una carga emocional intensa.

Si eso no alcanza, la otra opción es tomar una lata con pintura en aerosol y pintar en la pared. La mayoría escribe insultos, otros expresan lo que les hace sentir molestos y en otro caso ponen sus nombres. Como pausa se puede disparar un arma de fogueo al motivo de la molestia.

Con el acompañamiento de música electrónica o rock a todo volumen, el siguiente paso es colocar una botella vacía sobre una mesa, alzar un bate o un martillo y golpearla con todas las fuerzas. Hacer algo prohibido en la cotidianidad es relajante, lo que lleva a sentarse en un sofá de goma para gritar, aunque en muchos casos se han quedado ahí para llorar o simplemente para cerrar los ojos.

Con un mes de funcionamiento, Desmadre está abierto de jueves a viernes, entre las 15.00 y 21.00, y los sábados, entre las 11.00 y las 20.00 —para hacer consultas se puede llamar a los teléfonos 75291543 y 76706440, o entrar en el muro de Facebook Desmadre—.

Al salir es inevitable sonreír y sentirse tranquilo, como si se dejaran en ese cuarto los problemas que agobian la cabeza.