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Un lugar de buen descanso cerca del paraíso

De pie dentro de la amplia piscina con revestimiento en tono turquesa, el visitante descansa los brazos en la orilla un momento para contemplar parte de la ciudad de Apolo, los cerros lejanos pintados de vegetación y el parque Madidi. Replicar esta mirada de felicidad en cada visitante es la propuesta de los dueños del Complejo Ecoturístico Madidi.

En los 402 kilómetros de recorrido desde la sede de gobierno hasta Apolo se atraviesa por varios pisos ecológicos del departamento de La Paz, desde una zona lacustre (como Huarina y Ancoraimes) hasta un área altiplánica extensa (como Escoma), hasta que un desvío lleva a un camino sinuoso que pasa por Charazani y de ahí a un territorio similar a los Yungas. El camino —en su mayoría de tierra— concluye después de aproximadamente 13 horas, cuando el vehículo arriba en la capital de la provincia Franz Tamayo.

En lo que pareciera el fin del mundo se levanta un pueblo emergente, con una población de más de 20.300 habitantes —distribuidos entre el pueblo y sus 76 comunidades—, que tienen múltiples necesidades y reclaman por planes de inversión. Es ese lugar en donde nació Olver Chávez Lordeman, un militar en servicio pasivo quien fue testigo del lento crecimiento de este territorio y que apostó por ofrecer una alternativa de divertimento en el municipio que limita con Perú.

“Mi esposo siempre ha soñado con construir esta infraestructura, pero no se podía hacer realidad porque, como militar, iba de un lugar para otro”, cuenta Mabel Gamez, también apoleña y quien comparte la vida y los ideales de su esposo. Las constantes órdenes de destino impedían que el proyecto se haga realidad, hasta que el oficial del Ejército se acogió al servicio pasivo, cuando resurgió la idea de crear un atractivo ecológico que fuese una alternativa para los apoleños y los visitantes de otras regiones.

Después de casi cuatro años de trabajo arduo, en junio de este año fue inaugurado de manera oficial el Complejo Turístico Madidi, ubicado en el lado oeste del pueblo, a 10 minutos de caminata desde la plaza principal.

El lugar está pensado en grande: el zaguán es amplio, para el ingreso y salida de vehículos, además que tiene un puesto de seguridad. Desde ahí se divisa a Chávez, quien desde temprano recorre la propiedad y se asegura de que todo se encuentre en orden.

La piscina es uno de los puntos de diversión favoritos: los bañistas pueden disfrutar de pequeñas cataratas de agua y un resbalín que termina en la boca de una serpiente. Ya sea sentado en la orilla o de pie dentro del agua, la pileta invita a quedarse un momento para contemplar Apolo.

Unos pahuichis guarecen del sol intenso y dejan que los invitados se sienten para probar alguna bebida natural, hecha con hierbas y frutas que crecen en la misma propiedad, o para saborear carne a la parrilla, pique macho, locro criollo o el delicioso lechón apoleño.

Chávez —quien acompaña en la caminata por la propiedad— deja oler y palpar hierbas que —asegura— cura múltiples molestias y enfermedades. En un costado de este jardín extenso está un trapiche donde los empleados o el turista pueden moler la caña para saborear un jugo fresco y dulce.

Los esposos Chávez Gamez continúan soñando con ampliar el complejo. Al ser propietarios de un terreno extenso, ahora se dedican a la construcción de refugios campestres dentro de la arboleda y de una caballeriza para recorrer el parque, donde abundan árboles centenarios, que es la bisagra a este paraíso sensible llamado Madidi.