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Baile y más baile con Benito

Baile, baile y más baile con Benito, por Fides, hasta las dos de la mañana”. Con un fondo musical del grupo Clímax de Cochabamba, el locutor lee los mensajes y acepta los pedidos de los radioescuchas. “Mandamos saluditos a Macario Cruz, que está escuchando en su domicilio de El Alto. Hace un momento nada más nos ha llamado por teléfono y nos dice: “‘Por favor, un tema musical muy especial para la gente amiga de Ciudad Satélite”. Los sábados por la noche y durante 12 años, gran parte de la población sintonizaba radio Fides, en el 160 AM (amplitud modulada), aunque en las regiones alejadas se escuchaba a través de la onda corta. Así era Baile con Benito, que tomó su nombre de un operador que trabajó 18 años en la radioemisora.

A unos pasos de la plaza Murillo —en la calle Ballivián—, una persona mayor, de cabello plateado, invita a pasar a su pequeño departamento, donde se destaca, entre una cafetera eléctrica y un horno microondas, una radiocasetera Toshiba, de las que estaban de moda en los 80 y que simboliza la época en que Benito Gonzales era uno de los personajes más conocidos de la radiodifusión boliviana.

Con 73 años a cuestas parece haberse perdido en el olvido al igual que su radiocasetera, pero desea recordar la época dorada de radio Fides, así es que empieza a contar que su nombre completo es Benito Gonzales Ramírez y que nació el 21 de marzo de 1945 en la comunidad Sayani, del municipio paceño de Sapahaqui.
Su infancia fue difícil, ya que su madre murió cuando él tenía unos cuantos meses de vida y su padre falleció cuando tenía ocho años. Entonces, su madrina lo llevó a La Paz, donde creció con trompos, voladores y ruedas con guía.

“Cuando uno tiene 15 años, la vida se convierte en un laberinto y pierde la cabeza”. A esa edad dejó los estudios para cumplir su servicio militar, y cuando fue licenciado recorrió el oriente para establecerse, pero se infectó con leishmaniasis —una enfermedad de tipo infeccioso causada por un parásito y que es transmitida por un mosquito—, lo que ocasionó que casi le amputaran ambas piernas.

En esos momentos, otra vez apareció su madrina, quien lo llevó a otro médico para que lo examinara y le recetara 27 ampollas contra el mal. “Bueno, cumplí y ahora estoy vivo y con los pies completos”.

Con poco dinero y con ganas de progresar, en su búsqueda de trabajo conoció al empresario Carlos Chiappe, dueño de una conocida tienda de electrodomésticos en el centro paceño y dueño de Tecnitrón, la primera radio en frecuencia modulada (FM), donde Benito empezó como mensajero. En aquel entonces no se le pasaba por la mente que su vida iba a transcurrir detrás de mezcladoras, hasta que un compañero de trabajo le pidió que lo reemplazara. La capacitación fue rápida y, para Nochebuena, el joven que estuvo a punto de perder las piernas estaba operando una radio por primera vez, “un equipo que tenía dos grabadoras de cinta Revox, una consola pequeña de ocho canales, dos tocadiscos y micrófonos”. Semanas después fue contratado como operador, desde las 08.00 hasta las 23.00.

A inicios de los 80, cuando la entonces presidenta Lidia Gueiler intentaba llevar al país por el rumbo democrático, a Benito le dijeron que necesitaban un operador en radio Fides, la primera radiodifusora católica y jesuita en Bolivia e Iberoamérica, así es que se entrevistó con el director y sacerdote José Gramunt de Moragas, quien lo contrató al instante.

Eran tiempos turbulentos, cuando los militares se disputaban el poder mediante golpes sangrientos. También fue la época en que el sacerdote Eduardo Pérez Iribarne empezó a dirigir la radioemisora y, a la par, se convirtió en un objetivo que los uniformados querían hacer desaparecer.

El jueves 17 de julio de 1980, Benito Gonzales llegó a la radio al mediodía. “Al poco rato que me posesioné, paramilitares entraron a la sala de prensa disparando sus armas. Todo estaba hecho pedazos”. El personal fue llevado al patio, donde la voz envalentonada de un militar preguntó: “¿Quién es el padre Eduardo Pérez?”. Nadie respondió. Aquel mediodía, Luis García Meza se hizo con el poder después de haber causado muertos y heridos, y de acallar a Fides. Ese silencio duró hasta febrero de 1982, cuando Gramunt de Moragas se hizo cargo otra vez de la dirección de la empresa para hacer frente a los tiempos difíciles de la hiperinflación.

En marzo de 1986, Pérez Iribarne retornó a Fides con la idea de hacer una programación dinámica, alegre y con más acercamiento a la población. En esa dirección, el sacerdote convocó a los trabajadores para definir los nuevos sectores, en los que Benito no estaba presente. En esa reunión surgió la idea de crear un programa que se emitiera los sábados desde las 22.00 hasta las 02.00 del día siguiente para que la gente salude a sus amigos o familiares o se reúnan para escuchar música. En la búsqueda del nombre perfecto, a una locutora se le ocurrió que podía llamarse Baile con Benito. “Sabes, hermano, va a salir un programa con tu nombre”, le anunció un compañero, pero él se negó a creer que fuera cierto, hasta que Pérez Iribarne apareció en la cabina y le dijo: “Hemos hecho un borrador de la nueva programación y los sábados habrá Baile con Benito. ¿Estás de acuerdo o no?”. El silencio llenó la habitación. “Podía haber dicho que lo iba a pensar o que lo consultaría con la almohada”, pero aceptó, así es que la primera emisión salió el sábado 19 de abril de 1986.

Como todo emprendimiento nuevo, los inicios fueron complicados, ya que no había muchos oyentes. “Estaba a punto de rendirme porque había pasado un mes y no había clientes”. Por eso se puso como límite el siguiente sábado. “Si esta vez no hay llamadas ni nada, voy a renunciar”.

Cuando Enriqueta Ulloa dejaba escuchar su voz en la cueca Rosa de primavera, una llamada alegró la noche del operador. Era una señora que pidió que le hicieran escuchar Chapaco soy. “Está bien el programa, sigan con fuerza”. Esas palabras y otras tres llamadas más fueron el motor para esperar el éxito, que llegó al poco tiempo, cuando las llamadas se multiplicaron.

El programa empezó con cuñas radiales, pero después fueron incluidos locutores como Víctor Hugo Maidana, César Galindo, Manuel Zapata, Jhon Arandia, Wilson Quisbert, Daniel Limachi e, inclusive, el padre Pérez. Eran tiempos en que los saludos llegaban de todos los rincones del país a través de llamadas telefónicas. “Mucha gente no tenía teléfono, así es que iban a la radio para dejar sus cartas y participar. Primero eran cuatro y después llegaban 100 cartas cada sábado”.

Swingbaly, Anaconda, Caramelo, San Francisco, Clímax, Los Brothers, Los Ronisch eran los más escuchados. Esposas y novias, amigos y compadres, promociones y familias visitaban la radio de la Jenaro Sanjinés para mandar saludos y, de paso, comprobar si realmente existía Benito.

En septiembre de 1998, luego de 12 años, Baile con Benito se emitió por última vez en Fides, ya que el operador se jubiló después de casi 18 años de trabajo en la radioemisora de los jesuitas. Para terminar las remembranzas regresó después de mucho tiempo y tocó la puerta para ver si alguien se acordaba de él. Fue recibido con cariño por los más antiguos, quienes recuerdan que él hizo bailar a todo un pueblo.