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Memorias de la Alasita

Edwin Sánchez y Óscar Mansilla aún recuerdan cómo era la Alasita de antaño, cuando vendían boletos de suerte sin blanca para mantener a la familia; cuando —tal vez sin querer— heredaron el trabajo artístico de sus antepasados y cuando jugaban canchitas hasta el amanecer. Parte de esas memorias se encuentra en Personajes de la Alasita Patrimonial, un folleto que rememora la fiesta de la miniatura.

La imagen más antigua de la publicación es la razón para que Edwin se animara a hacer esta recopilación. Se trata de una aglomeración de gente en torno a Avelino Jaliri —su abuelo—, quien sostiene un regalo de la suerte sin blanca. Era la década de 1950, cuando la fiesta de la miniatura se había instalado en San Pedro y este artesano potosino comercializaba, de esa manera, los objetos en yeso que preparaba con meses de anticipación.

Avelino heredó las habilidades artesanales y el negocio a su hija Hilda Vargas, quien enseñó todo lo que sabía a sus hijos Edwin y Óscar. Los primeros recuerdos de la infancia de Edwin están en la avenida Montes a finales de la década de 1970, cuando la feria se había instalado en ese lugar. Eran tiempos en que la Alasita comenzaba el 24 de enero y terminaba a inicios de febrero. “Me acuerdo porque yo no iba al primer día de clases, ya que teníamos que desarmar la carpa”, cuenta Edwin.

Existen varias teorías sobre el origen de la Alasita. La más popular se refiere a que es consecuencia del cerco indígena liderado por Túpac Katari en 1781, que dejó sin alimentos a los pobladores de La Paz. Según el libro Leyendas de mi tierra —escrito por Antonio Díaz Villamil—, el primer intendente de La Paz, Sebastián de Segurola, fue quien ordenó —mediante una ordenanza en 1783— que la exposición se trasladara de diciembre al 24 de enero, en honor de la Virgen Nuestra Señora de La Paz y como celebración por la victoria española sobre la rebelión.

Con el transcurrir de los años, la festividad itinerante se estableció, primero, en la plaza Murillo; después pasó por San Pedro y luego a la avenida Montes, donde Edwin ofrecía boletos de suerte sin blanca, que tenía como premio animales de yeso.

Cuando empieza a hablar de la Alasita, Edwin evoca los momentos, tal vez, más importantes de su vida, como cuando tenía 10 años y la feria se trasladó a la avenida Armentia, donde una intensa lluvia cubrió el puesto de venta de su mamá o la vez que la exposición se desarrolló dentro de la Terminal de Buses.

En aquellos tiempos estaban personajes como Sabino Ríos, quien había nacido en Copacabana y todos los años llegaba con sus trabajos en yeso, como cerdos, patos y el sapo de la fortuna. También estaba Mario Medina, conocido por vender conservas en miniatura, que tenían adentro alimentos de verdad. Por ello, Óscar recuerda que le gustaban las pequeñas latas de leche en polvo, porque las abría para comer el contenido.  “Es que la Intendencia exigía que las cajas pequeñas tuvieran el producto original”, explica.

También estaba Maritza Alanes, quien desde joven se dedica a la elaboración de ropa para pequeñas cholas paceñas, y participa en la celebración desde la época en que la feria estaba en San Pedro.

Juan Ricaldi lleva más de cuatro décadas como artesano, en especial de pequeñas latas de conservas, y muestra de ello es la fotografía en la que este artesano aparece —en el dossier— en su puesto de venta en la avenida Tejada Sorzano. No obstante, se hizo más conocido porque desde hace 17 años personifica al Ekeko, por lo que va a las principales actividades cargado con una infinidad de productos minúsculos, con su lluchu multicolor y su sonrisa bonachona.

A través del texto y las fotos, el folleto lleva a otras remembranzas, como el gusto que tenían Edwin y Óscar por quedarse a dormir en su quiosco cuando eran niños, ya que era una excusa para quedarse a jugar canchitas hasta muy tarde, o conocer los secretos de los juegos, como los naipes o el disparo con rifle.
Además, en la publicación aparecen personajes como los expresidentes René Barrientos Ortuño, Hernán Siles Zuazo y Jaime Paz Zamora, alcaldes como Armando Escóbar Uría, Ronald McLean Abaroa, Raúl Salmón de la Barra, y la poeta y novelista Yolanda Bedregal.

Ana Monasterios y sus tradicionales soldaditos de plomo, Félix Canedo junto a sus mueblecitos de madera, Andrés Conde con su taller de sombreritos, Remedios Loza y su puesto de artesanías. Toda esa información retrotrae a cómo transcurría la exposición más grande de miniaturas. Con el dossier y una página web (museoalasita.wixsite.com), Edwin y Óscar esperan que su puesto de automóviles en el sector 20 de Enero reciba a la gente que quiera saber algunas anécdotas de cuando eran chicos.