Icono del sitio La Razón

Las siete vidas del Colegio Militar

El amplio Patio de Honor del Colegio Militar del Ejército Cnl. Gualberto Villarroel López, en la zona de Irpavi de La Paz, está atiborrado de oficiales y cadetes. Es una fecha importante: este año se celebra el 128 aniversario de la entidad militar (18 de abril de 1891), aunque nació en diciembre de 1825. ¿Cómo puede ocurrir ello? La azarosa historia de Bolivia influyó para que esta institución militar haya tenido siete nacimientos.

Después de 16 años de lucha contra la Corona española, 48 diputados provenientes de toda la naciente nación firmaron —el 6 de agosto de 1825, en la Casa de la Libertad de Charcas— la ansiada Acta de Independencia de la que vino a llamarse República de Bolívar, primero, y luego Bolivia. Con el nacimiento del Estado surgió también la necesidad de contar con una institución que garantice la soberanía. Por esa razón, el Libertador Simón Bolívar creó —a través de un decreto el 13 de diciembre de 1825— el primer Colegio Militar, con 16 postulantes y bajo el nombre de Compañía de Alumnos Militares, con planes de estudio influidos por la Escuela Politécnica de París, señala el libro Síntesis histórica de los comandos y unidades militares de las Fuerzas Armadas de Bolivia, editado por el Ministerio de Defensa.

Por entonces, las nacientes naciones sudamericanas estaban sumidas en un desorden, lo que repercutió también en el país. La sublevación de tropas colombianas, la invasión del Ejército peruano, la renuncia a la presidencia del Mariscal Antonio José de Sucre después de un atentado contra su vida y el asesinato de su sucesor, Pedro Blanco —que gobernó cinco días—, ocasionaron que la escuela militar fuera clausurada durante ocho años, indica un artículo del periodista Walter André Morales para el semanario El Fulgor, publicado en diciembre de 2018.

“El cuadro que presentaba la nacionalidad era sombrío, el desbarajuste imperaba. Desde la partida del Mariscal Sucre nadie se había preocupado por los intereses del país. Las rentas nacionales escasísimas apenas alcanzaban para cubrir los gastos más improrrogables”, relata Fernando Wilde en su libro Historia militar de Bolivia. En ese panorama de inestabilidad llegó a la presidencia el Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana, con la prioridad de reorganizar la patria. El Mandatario sabía que el Ejército no iba a subsistir sin tener una oficialidad instruida, disciplinada y educada en los secretos del arte de la guerra. Es por ello que, entre otras medidas, ordenó la refundación del Colegio Militar, el 19 de febrero de 1835.

Con la conformación de la Confederación Perú-Boliviana, Santa Cruz incrementó el presupuesto para los gastos de guerra y el sostenimiento del efectivo militar —ya que fuerzas chilenas invadían Perú—, así es que decidió el cierre temporal del instituto mientras durara la defensa. La derrota de la Confederación en la Batalla de Yungay  —el 20 de enero de 1839— hizo que la clausura fuese definitiva.

Cuando retornó la anarquía al país, el general peruano Agustín Gamarra quiso aprovechar la situación, por lo que, junto a un ejército numeroso, atravesó la frontera con la intención de anexar el departamento de La Paz a la soberanía peruana, explica Wilde. El 18 de noviembre de 1841, 4.131 soldados comandados por el general José Ballivián se enfrentaron a 5.403 combatientes dirigidos por Gamarra. La victoria militar de Ballivián en los campos de Ingavi cimentó la independencia de Bolivia.

La intención del presidente era dignificar y engrandecer el Ejército para evitar más invasiones, por lo que era necesario dotar al país de un instituto técnico y científico que formara a nuevos oficiales. Con el apoyo del argentino Bartolomé Mitre —quien luego sería presidente de su país—, el 22 de abril de 1842 fue creado, otra vez, el Colegio Militar, en esta ocasión en la urbe paceña, desde donde fue trasladado, al poco tiempo, aproximadamente a unos 30 kilómetros, hasta el municipio de Mecapaca, con el objetivo de evitar posibles influencias políticas.

Nuevamente su existencia fue efímera (hasta 1847), como consecuencia de las luchas por el poder y revoluciones. Las presidencias de Manuel Isidoro Belzu, Jorge Córdova, José Manuel Achá, Mariano Melgarejo, Agustín Morales e Hilarión Daza precipitaron la anarquía del Ejército, describe el texto de la revista El Fulgor. Si bien hubo intentos por restablecer el instituto de formación superior, los intentos fracasaron. Por ejemplo, en 1856, el teniente-coronel Narciso Campero presentó al presidente Córdova un proyecto para fundar un colegio militar organizado e inspirado en el ejército francés, pero su plan fue desestimado. En 1872, el presidente Tomás Frías intentó hacer realidad este anhelo, por lo que contrató al destacado general de división francés Roulas Bisson, pero la idea fracasó ante la Guerra del Pacífico.

Finalmente, bajo la presidencia de Aniceto Arce y con 12 cadetes, se refunda el Colegio Militar el 18 de abril de 1891. “En primera instancia se instaló en la ciudad de Sucre; sin embargo, debido a la Revolución Federal, que enfrentó a conservadores y liberales a finales del siglo XIX, se trasladó a la ciudad de Oruro en 1899, y un año después (1900), con el triunfo de los liberales, fue trasladado de manera definitiva a La Paz”, explica Dennís Vargas en el texto Políticas de género en el Ejército de Bolivia: la participación e incorporación de la figura mujer en la institución militar (Colegio Militar del Ejército). 

Con su reapertura el 30 de octubre de 1900, durante la presidencia de José Manuel Pando, el Colegio Militar fue distribuido en tres secciones correspondientes a tres armas: Infantería, Caballería y Artillería. “En 1910 se estrena un nuevo plan y reglamentos de estudios, se dictarán materias como Derecho Internacional aplicado a la Guerra, Historia Militar de Bolivia, Higiene Militar, Telegrafía, Esgrima”, describe la nota de El Fulgor.

En la Guerra del Chaco (1932-1935) se puso a prueba el valor de los cadetes del Colegio Militar en el episodio llamado Tres pasos al frente. El 6 de octubre de 1933, por encargo de Hans Kundt, comandante en Jefe del Ejército boliviano, el mayor Flavio Palenque hizo formar al batallón para ordenar que quienes quisieran ir a conflagración bélica diesen tres pasos al frente. “El batallón íntegro, con sus 101 cadetes, avanzó con pasos firmes y secos. El mayor Palenque, visiblemente emocionado, pidió reflexión a los muchachos. Hizo notar que todos estaban exentos de concurrir a la campaña por su corta edad (tenían entre 14 y 18 años)”, relata Roberto Querejazu Calvo en Masamaclay.

Por segunda ocasión, sin excepción, todos avanzaron como un solo soldado Cuando el oficial repitió la reflexión, “los muchachos, por tercera vez y con marcialidad unisócrona, dieron tres pasos más”.

Entonces, el Colegio Militar continuó funcionando con los pocos cadetes que fueron obligados a permanecer, ya sea por su edad o porque estaban mal de salud, además de otros 62 adolescentes.

Dos años después del cese el fuego entre los ejércitos de Bolivia y Paraguay, el 18 de abril de 1937 se llevó a cabo la reapertura del Colegio Militar en el cuartel de San Jorge, bajo la comandancia del general Pastor Valdivieso, en conmemoración a la creación definitiva de 1891. En 1939, en la presidencia de Germán Busch, se eligieron terrenos en Irpavi para la construcción de un edificio que albergase a la institución de formación militar. El 25 de mayo de 1941, el mandatario Enrique Peñaranda inauguró las instalaciones, mientras que el 26 de octubre se realizó el traslado de los efectivos del cuartel de San Jorge a la nueva edificación.

El último cierre del instituto de formación militar sucedió como consecuencia de la Revolución del 9 de abril de 1952. Según el blog Historias de Bolivia, los vencedores tenían la idea de que era necesario destruir la raíz “oligárquica” de las Fuerzas Armadas. “Las dos medidas básicas que se tomaron fueron, por una parte, la clausura del Colegio Militar y, por la otra, la separación de filas de altos oficiales —la mayoría fue al exilio—, de oficiales intermedios y el licenciamiento de los cadetes”. Esta determinación afectó a más de 500 uniformados: fueron detenidos militares de alta y baja graduación y luego llevados a prisión. Por ejemplo, entre 1953 y 1955 hubo más de 50 militares presos en Curahuara de Carangas.

El Colegio Militar fue reinaugurado a través de un decreto supremo del 14 de  julio de 1953. Además se ordenó su cambio de nombre, de Colegio Militar General Pedro Villamil a Colegio Militar del Ejército – Cnl. Gualberto Villarroel López, en homenaje al expresidente nacionalista (1943-1946) que fue ajusticiado por grupos conservadores y oligárquicos que se oponían a su mandato.

Su aniversario 128 comenzó con una retreta de la banda de música en la plaza Murillo el domingo 14 de abril y concluyó con un acto cívico-militar en Irpavi, donde el batallón de cadetes, vestidos con su uniforme de parada —en el que se destaca el casco flamín, la guerrera azul oscuro con botones plateados, el pantalón blanco crema con ribetes de color carmesí y guantes blancos que sostienen el fusil máuser con bayoneta—, emulan a los cadetes que eligieron de manera voluntaria luchar en la Guerra del Chaco.

Por ello, en el patio principal de la zona de Irpavi, más de 300 cadetes forman ante la plana mayor del Colegio Militar. La quietud y silencio se rompe cuando el comandante Willy Pozo arenga: “¡Caballeros cadetes, cuando la patria nos necesite!”. Luego de un par de segundos, todo ese espacio retumba ante la respuesta: “¡Siempre daremos tres pasos al frente!”.