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Mamita Asunta, la Salvadora de Llallagua

Dos tullmas color marrón sujetan sus trenzas de tono azabache. Además de la aureola dorada, un típico sombrero nortepotosino lleno de cintos de colores protege su  cabeza, mientras una manta de alpaca con figuras andinas y celestiales terminan de arropar la figura de la Virgen de Asunción, que incólume parece estar hilando con una rueca en tanto escucha los favores o los agradecimientos de sus devotos. Así es la patrona de Llallagua, la ciudad minera de Potosí que, en la fe católica y de acuerdo con leyendas, le debe a ella que siga siendo próspera.

A pesar de que sus calles son angostas y muchas de ellas empinadas, universitarios y comerciantes llenan de vida este municipio ubicado en la provincia Rafael Bustillo, al norte del departamento. Por ejemplo, la Linares —vía que está repleta de tiendas comerciales— continúa con banderines tricolores en la parte superior, como recuerdo de la fiesta de Nuestra Señora de la Asunción, que se celebró el pasado 15 de agosto. 

Para la entrada folklórica en honor a la Virgen, este año han participado 48 fraternidades, con danzas regionales como el tinku, potolos, kara moq’os, pastorcitos, mineritos y diablada, sin olvidar la morenada, kullawada, antawara, chacarera, los caporales y el salay. Para una población de aproximadamente 40.000 habitantes, la cantidad de bailarines es grande.

Llallagua en sí es un milagro, como diría Roberto Querejazu Calvo en su libro Llallagua – Historia de una montaña. A finales del siglo XIX, la baja en su cotización hizo que la extracción de plata dejara de ser un negocio interesante. No obstante, muchos la seguían buscando para hacerse ricos. En ese contexto se descubre la riqueza de Llallagua (3.900 msnm). Un cerro iba a cambiar no solamente la vida de una persona, sino también de un país, cuando Simón I. Patiño compró una concesión de cuatro hectáreas —llamada La Salvadora—, donde tenía la esperanza de hallar plata. “Al mediodía, cuando la familia se servía el almuerzo en la rústica vivienda, llegó corriendo a ella desde el socavón de la mina el capataz Menéndez y avisó emocionado que con el último disparo de dinamita de esa mañana se había descubierto una veta ancha que parecía ser plata pura”. Patiño recogió las muestras y las llevó a un laboratorio de Huanuni, donde le informaron que no era plata, sino estaño con una ley entre 58 y 47%; es decir, podía ser extraído, acumulado y exportado sin necesidad de que fuese llevado a un ingenio, indica Un banco en la historia,  de Querejazu Calvo. Desde entonces, el pueblo se desarrolló a través de la industria minera, lo que atrajo a miles de personas. Fue en ese tiempo que apareció la Virgen de la Asunción.

A una cuadra de la plaza 6 de Agosto —la principal de Llallagua— está la calle Sucre. Al final, adonde el taxi no puede llegar porque la vía es pronunciada, una cruz en medio de una capilla pequeña indica que es el lugar donde apareció la madre de Jesús. Eduardo Luciano de la Cruz, sacerdote oblato de María Inmaculada y líder de la parroquia de Llallagua, detiene su caminata ahí para contar dos leyendas que explican el origen de esta creencia.

Una de ellas señala que en ese lugar vivía un minero solitario, cuando retornaba de la mina encontraba que su casa estaba ordenada y la comida hecha. Preguntó a sus vecinos quién era la persona que le ayudaba, respondieron que se trataba de una cholita muy simpática. Quería conocerla, así es que un día no fue a trabajar. Al seguirla se encontró con una piedra mineralizada, donde está grabada la imagen de la Virgen María.

La otra leyenda señala que,  durante la Guerra del Chaco, no había mano de obra, así es que los empresarios contrataron extranjeros, mientras que las mujeres comenzaron a trabajar como palliris. En ese tiempo “hubo desorden moral en la sociedad, demasiadas bebidas alcohólicas”, relata el sacerdote. En ese ambiente de decadencia apareció la imagen en la piedra, a la que llamaron Virgen de la Asunción o Mamita Asunta, a quien celebran el 15 de agosto. La fecha no es casual, pues coincide con el mes de la Pachamama. También aparece el tío de la mina, considerado como el Arcángel Gabriel. “El Arcángel Miguel sería el minerito, mientras que la cholita sería la Virgen de la Asunción”, explica el párroco.

Primero la veneraron a escondidas y después la llevaron a la parroquia, donde la piedra está resguardada dentro de una urna y de donde no puede ser removida, pues la vez que lo intentaron —cuenta Olga Velasco, una de las tres centinelas de la reliquia—, un viento fuerte afectó a toda la población.

“Destechó casas, escuelas e incluso la Radio Pío XII. Desde entonces no la movemos más de aquí”. Por esa razón mandaron hacer una imagen de la Virgen de la Asunción que sacan para la fiesta.

Ahora, la piedra está resguardada en la parroquia ubicada en la plaza 6 de Agosto. Los fieles de la Mamita Asunta han dejado durante estos años decenas de objetos, así es que el padre Eduardo decidió restaurar un ambiente que servía de depósito para convertirlo en un museo. “El proyecto nació como siempre, con donaciones de la gente”, cuenta el religioso.

En una habitación amplia y bien iluminada están guardadas las más de 160 vestimentas que llevó la Virgen desde 1975, cada una bordada de acuerdo con la época y los gustos del pasante mayor de la fiesta. En esta colección resaltan cinco vestidos: la pollera y manta de una palliri, un traje típico nortepotosino, otro de llamerada, una capa azul con figuras de morenada y una toga con la que en 2018 recibió el diploma de Doctor Honoris Causa, otorgado por la Universidad Nacional Siglo XX. También hay condecoraciones y reconocimientos, además de un certificado de la carrera de Contaduría que la nombra licenciada en Contaduría Pública.

La Asociación de Conjuntos del Folklore de Llallagua resguarda las joyas más caras de la imagen, pero el repositorio tiene adornos interesantes, como coronas y aureolas de plata y bronce, sombreros, aretes, collares y mantas que alguna vez vistió la Virgen; admirada por estar grabada en una piedra mineralizada, temida por si deja caer fuertes vientos y venerada por los llallagüenses, quienes después de tiempos buenos y malos en la minería siguen fieles a su querida Mamita Asunta.

El repositorio  abre los fines de semana

El Museo de la Virgen de la Asunción fue  inaugurado el 3 de febrero de este año. Ahí se pueden ver vestidos desde 1975, coronas y laureles de plata y bronce, además de los diplomas y certificados que recibió hasta el momento. El repositorio abre los sábados y domingos, entre las 09.00 y 12.00 y desde las 14.00 hasta las 18.00. Con el fin de mantener el lugar en buenas condiciones, el costo de ingreso es de Bs 3 para adultos y Bs 2 para niños.

La Iglesia Nuestra Señora de la Asunción se encuentra en la plaza 6 de Agosto. Contactos al teléfono 2-5820138.