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La voz de las seis décadas

Había cualquier cantidad de gente ese día que la abrieron. Primero de mayo había sido, me acuerdo. Todos abrazaban al tata Lino (Grenier). Hasta Alcalde de La Paz vino. Y diputado más. Obispo también vino; qué bonito habló ese día y bautizó a la emisora. Y los obreros de Lino muy contentos con Pío XII, que iba a ser mejor de todas. Porque había La Voz del Minero, ¿no ve? La de los rojos. Pero la nuestra era mejor antes ya de comenzar. Es que tenía antena católica”. Un vecino de Llallagua cuenta —en el libro Una mina de coraje – Radios mineras de Bolivia, de José Ignacio López Vigil— cómo fue el inicio de la radioemisora de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, que pronto se iba a convertir en parte indisoluble de los mineros, desde la resistencia a las dictaduras hasta las luchas contra el neoliberalismo.

En el distrito minero Siglo XX (municipio potosino de Llallagua), las casas parecen colgar de un cerro. Ahí sobresale un campanario de piedra, que tiene en un costado una vivienda donde se distingue un cartel: “Radio Pío XII”. “La infraestructura donde se encuentra la radio era antes una parroquia de los Oblatos”, explica Félix Tórrez, director del medio radial.

Antes de la Revolución de abril de 1952, Simón I. Patiño era dueño de las minas de esta región. Eran tiempos en que el sindicato tenía algunos parlantes para llamar a asambleas o hacer escuchar discos de vinilo. Con la llegada al poder del MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario) y la nacionalización de la minería, los trabajadores de Siglo XX expresaron sus demandas, entre ellas, la instalación de un medio de comunicación. De esa manera nació La Voz del Minero, la primera radioemisora de los centros mineros.

Para contrarrestar la tendencia aparentemente comunista, la Iglesia Católica adquirió un terreno para construir, primero, un calvario. Luego, para el 1 de mayo de 1959, con el eslogan de la “Radio de la familia boliviana”, se emitieron los primeros programas de Radio Pío XII.

“Desde el principio, la Pío tuvo programa completo. Había deportivo, había cultura, había religión, misa que salía por radio. Pero nunca programa político. Muy lindo todo. Y todos oyendo, hasta los rojos, para después criticar”.

Es complicado describir los largos pasillos de la radioemisora, los estudios de grabación, la gran discoteca o el antiguo teatro sin que alguno de los empleados recuerde la historia de este medio.

Desde el 4 noviembre de 1965 —cuando René Barrientos lideró un golpe de Estado—, Pío XII se acercó más a los sindicatos, después de que la represión militar dejara 82 muertos y 200 heridos en Catavi y Siglo XX. “En nuestra multicopiadora imprimíamos folletos de todo. Por esa razón, los sacerdotes fueron considerados comunistas y políticos”, dice Tórrez. Y también hubo atentados con dinamita.

El 24 de junio de 1967 es otra fecha que no se olvida, por la represión en el campamento minero de Catavi y Siglo XX, en la que fueron asesinadas 27 personas. Para entonces, la lucha de los mineros se convirtió en la lucha de Pío XII. Por ello, la radioemisora fue intervenida en la dictadura de Hugo Banzer.

También se planificó, desde ahí, la huelga de hambre de cuatro mujeres que logró la salida del dictador. Su lucha siguió contra el gobierno de Luis García Meza hasta la recuperación de la democracia (10 de octubre de 1982). Pío XII continuó al lado de los mineros, incluso cuando el pueblo se vació con el despido masivo de trabajadores durante el gobierno de Víctor Paz Estenssoro.

“Hemos cumplido 60 años de camino. Hemos pasado por una época de dictaduras y de democracia neoliberal, pero seguimos apostando por la democracia”, dice Tórrez dentro de la parroquia donde antaño se oficiaban misas y que ahora tiene como imagen principal un Cristo moreno y sonriente, que representa el optimismo de un pueblo unido a través de la “Radio de la familia boliviana”.