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La casa de las abejas

Son algo así como una familia. Son una distracción porque en las mañanas nos visitan. A veces nos pican, pero nos da la alimentación”. Así es como Basilia Chipana Chambi se refiere a sus abejas, quienes desde hace una década le acompañan en su chaco, que se está transformando en un atractivo turístico de Caranavi.“Como dicen que es medicinal, hace 10 años que me dedico a la apicultura. Así, poco a poco, hemos empezado a criar abejas”, cuenta Basilia en el ingreso a su casa, ubicada en la comunidad Eduardo Avaroa.

La miel —una sustancia amarillenta, viscosa y dulce— tiene más de 60 sustancias, entre las que se destacan azúcares, vitaminas C, B1, B2, B3 y B5, minerales y aminoácidos esenciales, beneficiosos para el ser humano. Esta actividad económica se ha convertido en una fuente de ingresos para las familias caranavineñas.

En 2017, el Gobierno Autónomo Municipal de Caranavi llevó a cabo el proyecto de Mejoramiento de la Producción Apícola. Con un financiamiento de Bs 1.200.000 por parte de Fonadin (Fondo Nacional de De-sarrollo Integral), 150 familias de 46 comunidades recibieron capacitaciones, herramientas e indumentarias y cámaras de cría, entre otros.

“Se les ha mejorado las condiciones, han recibido capacitación, tienen certificación de competencias y ahora estamos buscando mercados”, afirma Julio César Pinedo, supervisor del proyecto, quien acompaña en la visita a la propiedad de Basilia.

Su chaco —a media hora desde el centro de Caranavi— se encuentra en un costado del camino, como oculto en medio de los árboles. Ahí espera ella, con un mandil a cuadros, una gorra de jean para protegerse del sol intenso del norte yungueño y una extensa y frondosa trenza negra.

Hace varios años, en esta tierra no crecían plantas porque “estaba cansada”. Cuando nadie quería una propiedad de esas características, Basilia se arriesgó y la adquirió. Mediante una capacitación del Programa Amazonía Sin Fuego, primero plantó árboles de lúcuma, que ayudan en la recuperación del terreno.

Posteriormente llevó a cabo el chaqueo sin quema, lo que le permitió diversificar su tierra con cafetales, platanales, cítricos y especies forestales, el escenario ideal para que vivan las abejas.

“Donde tengamos abejas habrá mejor rendimiento de la tierra, porque se dedican a la polinización. Son importantes para el cuidado de nuestro ecosistema.

Gracias a su existencia se mantiene la flora. En cambio, donde se hacen quemas se pierde el beneficio de polinización. Área que se incendia, se destruye también el hábitat de las abejas, se destruye la naturaleza”, reflexiona Pinedo mientras sube por una cuesta, hasta los panales de las abejas nativas.

Las meliponas (Meliponini) son conocidas como abejas señoritas o angelitas, debido a que miden menos de un centímetro de largo. En la casa de Basilia están en ocho cajas distintas, a las que se puede acercar sin ninguna protección, teniendo en cuenta que carecen de aguijón.

Debido a su tamaño son casi imperceptibles, aunque muy importantes para esta familia caranavineña, pues producen una miel altamente medicinal, en especial contra afecciones respiratorias, afecciones gástricas, hemorroides e incluso para el tratamiento de la conjuntivitis, cataratas y carnosidades en los ojos, según cuentan.

Son tan inofensivas que Wilder Apaza, de 10 años, es el encargado del cuidado de las meliponas, ya que al no tener aguijones para defenderse son proclives al ataque de arañas y hormigas. Por ello, después de llegar de su escuela, lo primero que hace es revisar que las cajas estén limpias de cualquier otro insecto.

Doscientos metros arriba están las abejas africanizadas, más grandes, de color dorado y negro y que tienen aguijón. Para visitarlas es obligatorio ponerse una vestimenta blanca, con un sombrero de ala ancha con velo y guantes.

A diferencia de las meliponas, las cajas donde viven las africanizadas son más grandes y es necesario esparcir humo antes de abrirlas. Ver de cerca su trabajo es un deleite, ya que se puede observar los panales hexagonales dorados, que llevan adentro la valiosa miel.

“Las abejas extraen el néctar de una flor fresca, la llevan hasta la caja y lo que hacen es transmitir la sustancia de boca en boca para dejarla después en las celdas. El proceso de fermentación es lo que termina en la miel”, explica Pinedo.

Producto de ese trabajo, los beneficiarios con este proyecto producen miel y propóleo, principalmente, que lo venden en su estado natural y en otros diversos productos, como champús o jarabes.

Un terreno donde prácticamente no crecía más que maleza, Basilia lo convirtió en un espacio que, además de árboles frutales y apiarios, ahora cuenta con una laguna donde cría peces. De esa manera quiere atraer a los turistas, para que disfruten de una senda con sus árboles frutales, coman pescado y convivan con los insectos que son parte de su familia.

Nueva ruta de CAranavi

A través del apoyo del Gobierno Autónomo Municipal de Caranavi, la familia de Basilia Chipana recibe visitas los sábados y domingos. Cobra Bs 5, que da derecho a utilizar los implementos de seguridad, servicio de un guía, conocer a las abejas nativas y africanizadas, pasear por árboles frutales y contemplar una laguna con peces. Para llegar a este lugar hay taxis en Caranavi que transportan a los turistas por Bs 10. Para reservas o consultas se puede llamar al teléfono 712699647.